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LA FLORIDA (Alto Perú) - 25 de mayo de 1814
(01) Las fuerzas
(02) Las acciones
(03) El duelo personal de Warnes
(04) Las heridas de Arenales
(05) Fuentes
(06) Artículos relacionados
Las fuerzas
Las fuerzas patriotas que intervinieron en a acción se parecian en el orden de uno mil hombres, de los cuales trescientos fueron aportados por Warnes y el resto por Arenales.
Las fuerzas realistas estaban a mando del coronel José Joaquín Blanco, hábil profesional y de un carácter y valentía similar a la de sus oponentes, que conocía la guerra de esta región de la América y en el la cual se había distinguido; sus efectivos sumaban unos mil doscientos hombres, seiscientos veteranos de infantería, quinientos jinetes y dos piezas de artillería de calibre 4.
La zona donde se libró la acción era montuosa, salvo algunos descampados en las inmediaciones del pueblo de La Florida, y en las adyacencias de las orillas barrancosas (más o menos dos metros de altura) del río Puay.
La vanguardia patriota –unos pocos jinetes- a órdenes del Comandante Mercado se ubicó en un pequeño descampado en el borde del monte existente en el linde norte del pueblo; la artillería sobre la barranca sur del curso de agua; la infantería en el borde sur de la playa, disimulando su emplazamiento con ramas y arbustos; en las alas de este dispositivo y un poco a retaguardia de la infantería, las unidades de caballería; a la derecha la del Coronel Warnes y a la izquierda la del Comandante De la Riva, ambas ocultas en el monte marginal y con la orden de entrar en acción –según criterio de sus jefes- en el momento oportuno y con la misión de rechazar a la caballería enemiga o completar la derrota de la infantería; una reserva atrás del dispositivo, cubierta por el monte, con órdenes de actuar protegiendo especialmente al ala izquierda de la posición patriota. Arenales se hizo cargo de la agrupación de infantería y artillería, reservándose el derecho de la orden de apertura del fuego.
Las acciones
En la madrugada del 25 de mayo, el coronel Blanco atacó a las avanzadas del comandante Mercado, las que retrocedieron lentamente para incorporarse a la caballería de Warnes como estaba dispuesto. Hasta el mediodía el jefe realista no pudo alcanzar la margen norte del río Piray, sin que su caballería pudiera darle datos ciertos sobre el dispositivo adversario. Pese a ello, emplazó su artillería en dicha margen, pero ya bajo el fuego de la artillería patriota, y en las condiciones adversas desplegó su propio dispositivo; un fuerte pique de avanzadas sobre la playa, la infantería en el centro y la caballería en las alas; así pudo trasponer el río, vadeable en ese momento en todas sus partes, ordenando el ataque general.
Mientras ello ocurría, Arenales ordenó pasar al contraataque a la bayoneta, en tanto que Warnes apercibido de la acción favorable se lazaba a un ataque furioso cargando a la caballería enemiga y a la infantería que trataba de repasar el río; por su parte el comandante De la Riva hacía lo propio dispersando el ala oeste del dispositivo enemigo. Derrotadas así las fuerzas de Blanco, retrocedieron maltrechas hacia el pueblo, ocupando la plaza del mismo, para intentar allí una resistencia desesperada.
El duelo personal de Warnes
Fue en esas circunstancias que se presentó el la plaza el coronel Warnes y llamando a grandes voces al coronel Blanco, con quien tenía cuantas que saldar, lo desafió a combate personal. Este, denodado como aquel, respondió al llamado y ambos montados en sus caballos de batalla, se arremetieron sable en mano como en los tiempos medievales.
La suerte favoreció al jefe patriota; el valiente Blanco, con varias heridas de corte y punta, murió estoicamente como había vivido, sobre su caballo de pelea, y cayó al suelo ya cadáver.
Las heridas de Arenales
El propio Arenales –después de la muerte de Blanco- dirigió persecuciones de los restos de la caballería realista y fue e esos circunstancias que algunos jinetes enemigos volvieron cara y arremetieron contra él lanza en ristre y, aunque mató con su espada a tres de ellos, fue derribado y dejado por muerto con catorce heridas de lanza.
Los soldados que lo acompañaban le recogieron moribundo, pero gracias a los cuidados del médico y capellán de sus tropas –Fray Justo Sarmiento- pudo sobreponerse a sus heridas y recobrar su salud.
En Buenos Aires se celebró con júbilo esta victoria y el gobierno del Supremo Director don Gervasio Antonio Posadas dispuso que la calle más céntrica de la ciudad llevara el nombre de Florida.
Fuentes:
- Bidondo, Emilio A.: La guerra de la independencia en el Alto Perú. Círculo Militar. Buenos Aires 1979.
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Fuente: www.lagazeta.com.ar
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