|
Home
LA MACHI
(Por José Ramón Farias)
En todas las culturas sudamericanas, tuvieron enorme prestigio los personajes que conocían los secretos para curar las enfermedades, para predecir el futuro, para comunicarse con el más allá, trátese del bien o el mal, y también para ofrecer el sabio consejo, o la palabra justa en los momentos de aflicción. En las sociedades con mayor desarrollo cultural se llamó sacerdote o sacerdotisa, según el sexo. En los grupos primitivos, fue Payé, Chamán, Gualicho o Machi. Hay una diferencia sustancial entre éstos guías espirituales y los modernos sacerdotes (que solo atienden cuestiones del alma). La Iglesia Cristiana no permite ejercer el sacerdocio a las mujeres, éstas realizan funciones secundarias, en cambio, el chamanismo en muchos casos, es practicado por mujeres. Un claro ejemplo: La Machi.
Para los araucanos y mapuches, Huecuvú, es espíritu maligno que trae la enfermedad y la muerte. Ninguno puede enfrentarlo. Sólo la Machi (hechicera) conoce los secretos para contrarrestar los males que el genio del mal da a los hombres y mujeres de la Patagonia. Ella sabe su oficio, desde diagnosticar, curar, hasta tener visiones reveladoras. También controla el equilibrio entre lo material y espiritual. Muchas veces vence las fuerzas de la naturaleza apelando al sacrificio de animales y hasta humanos.
Para diagnosticar, la hechicera, pone en contacto el cuerpo de un cordero u otro animal con el del enfermo, para que el mal se transfiera. Luego carnea el infeliz animal para analizar sus vísceras, y su fallo es infalible. A partir del allí realiza la curación, que tiene dos formas: El Lahuentrún (cura mágica utilizando hierbas medicinales) o El Machitún (ceremonia mágica que puede ser diurna o nocturna).
Cuando el Machitún es diurno, participan muchos parientes y amigos. La Machi, canta y danza al compás del sagrado Cultrún (especie de caja) mientras dos niños elegidos dan vueltas con sus caballos alrededor de la ruca donde yace el enfermo. La médica en trance se refriega contra los sudorosos pechos de los equinos, luego corre, implora, como si viese otra dimensión. Cuando el Machitún es nocturno, la excitación y el misterio son más solemnes. Siempre al compás del Cultrún entra en éxtasis, donde recibe la revelación del mal causado por Huecuvú. Comienza a pronunciar extrañas palabras y sonidos que solo ella entiende. Luego la espera, si triunfa la salud, se agiganta el prestigio de La Machi, si la enfermedad no cede ¡No quiso Nguenechén! (Dios supremo de la Araucanía)
A veces utiliza alucinógenos, los que toma de plantas consideradas sagradas, ingiriendo de muchas formas: fumando, inhalando, bebiendo o masticando. En pleno trance recibe revelaciones sobre sonidos, formas y colores que luego simboliza en extraños dibujos pintados en cuevas sagradas, u ornamentos utilizados en los rituales. También conoce todas las leyendas que encienden la imaginación de los patagónicos, tanto como los mitos.
La tradición patagónica sigue manteniendo en la actualidad, la figura de La Machi entre las comunidades aborígenes. Pero la presencia de la “civilización”, y la imposición brutal de una nueva religión, cambió los códigos con los que se manejaban antiguamente, estas mujeres. Ahora son curanderas, que elevan oraciones católicas o tienen en sus “santuarios” íconos de esta confesión religiosa, y solo las anima una pueril intención de lucro. Cobran visitas o “lo que quiera dejar” (subliminalmente inducidos a abonar la visita), a sus ingenuos clientes, que muchas veces escapan a la medicina científica por su situación económica de marginalidad.
En el año 1960, cuando terribles terremotos y maremotos azotaron el cordón meridional de Chile, en la reducción indígena de Collileufú, hubo ceremonias rituales y sacrificios humanos practicados por los guardianes del equilibrio material y espiritual. El orden volvió. ¿Fue obra de la naturaleza, o la mediación de las machis araucanas?
La mayoría de nuestros nativos creía que los chamanes (hechiceros) nacían con este designio. Esta cualidad no se heredaba. El signo más evidente para saber quien ocuparía tan importante función social, era la característica enfermiza, de estómago delicado, y la salud quebrantada. Ya hecha Machi, por tratarse de un ser sagrado, primero se curaba ella y luego comenzaba su misión con los demás. Estas prestigiosas mujeres al igual que sus pares Shamanes guaraníes, debían cumplir un rito especial a la hora de recibir los “poderes” del que, por vejez, abandonaba tan delicada tarea. Esta característica fue aprovechada por los evangelizadores y una de sus consecuencias es la aparición de San la Muerte, producto de reciclar ancestrales creencias, vistiéndolas con ropaje de su religión, lo que produjo un sincretismo irresponsablemente dirigido.
Ver más Idolos, mitos y leyendas populares en el Indice General
"Mitos y Leyendas"
Fuente: www.lagazeta.com.ar
| |