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ROSAS Y LOS INDIOS
                          

Juan Manuel de Rosas    
Obra de Teodoro Bourse     Juan Manuel de Rosas

(01) Los métodos
(02) Opiniones
(03) Fuentes
(04) Artículos relacionados

Los métodos

A poco de la caída de Rosas, hallábase nuestro país, profundamente desquiciado y obligado a enfrentarse con enormes problemas de suma urgencia; lejanas provincias con intereses creados, imantadas por la poderosa atracción comercial y social de naciones vecinas, que ponía en seno peligro la unidad nacional, hasta entonces mantenida con mano de hierro.

Era todavía escasísima nuestra población total, perdida en medio de espacios inmensos, pequeños grupos, amenazados en sus comunicaciones por indios salvajes que atacaban periódicamente las diligencias, robaban las haciendas en las estancias y se llevaban rehenes y mujeres.

En cierta escala, don Juan Manuel había intentado ganárselos lealmente por las buenas, interesándolos en sus hábiles trabajos de campo, asociando a no pocos a determinadas faenas que les agradaban. Su abuelo materno, así como el hijo mayor, habían sido ambos cruelmente asesinados por aquellos bárbaros en el importante establecimiento llamado el "Rincón de López"', que aún conservaba su madre, Agustina López de Osornio, y que él mismo dirigió más tarde con gran acierto durante algún tiempo, antes de establecerse por su cuenta, trabajando con férrea voluntad. Procuró don Juan Manuel atraer a aquellos hombres a la civilización; aprendió su lengua y escribió con su puño y letra un interesante vocabulario y una rudimentaria gramática de la jerga, a fin de poder comunicarse con ellos directamente, sin intermediarios, y ganar así su estima y confianza, establecer pactos y convenios claros, cosa que logró en gran parte.

Semejante política, razonable y cristiana, dio mejores resultados por cierto que el exterminio liso y llano preconizado en los Estados Unidos por el Indian Department, donde gastaban terribles procedimientos, tales como enviar a los infelices pieles rojas, so pretexto de auxilios filantrópicos, las ropas y mantas contaminadas de los hospitales de variolosos y tísicos. "The best indian is the dead one", decían corrientemente por allí, como axioma; atrocidad que los pobres diablos llegaron a conocer en todo el Continente, de Norte a Sur, o si no, véase el curioso diálogo que refiere mi tío Lucio V. Mansilla en su obra "Una excursión a los indios ranqueles", sostenido con un cacique de aquellas tribus, quien le enseñó un recorte de periódico norteamericano, amarillento, que él conservaba envuelto en trapitos viejos y que registraba la infausta sentencia: "El mejor de los indios es el indio muerto".

(1950)


Opiniones

Para persuadir a los indios que recibieran la vacuna, Rosas, que tenía gran prestigio entre ellos, reunía los caciques y se hacía aplicar la vacuna a si mismo, para que estos la difundieran en sus tribus, como “gualicho el hinca” contra la enfermedad. También apelo a su inteligencia y sagacidad para convencer a los indios, como se comprueba en la carta que le dirige a
Catriel: “...Ustedes son los que deben ver lo mejor les convenga. Entre nosotros los cristianos este remedio es muy bueno porque nos priva de la enfermedad terrible de la viruela, pero es necesario para administrar la vacuna que el médico la aplique con mucho cuidado y que la vacuna sea buena, que el médico la reconozca porque hay casos en que el grano que le salió es falso y en tal caso el médico debe hablar la verdad para que el vacunado sepa que no le ha prendido bien, el grano que le ha salido es falso, para que con este aviso sepa que para el año que viene debe volver a vacunarse porque en esto nada se pierde y puede aventajarse mucho. La vacuna tiene también la ventaja de que aún cuando algún vacunado le da la viruela, en tal caso esta es generalmente mansa después de esto si quieren ustedes que vacune a la gente, puede el médico empezar a hacerlo poco a poco para que pueda hacerlo con provecho y bien hecho y para que tenga tiempo para reconocer prolijamente a los vacunados” (Chavez, Fermín, La vuelta de Juan Manuel”, Edic. Dirección General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, 1991 o Edit. Theoría, Buenos Aires, 1991). No solamente procuraba la vacunación de los indios, sino que los persuadía además para que permitieran la entrada de médicos a la tribu.

Cacique Pincén    


Cacique Pincén:

Apeló a su vez a un humanitario “chantaje” al obligar a los indios vacunarse antes de recibir “suministros” que habia comprometido el gobierno. Así lo atestigua Pincén cuando relata que “...Juan Manuel ser muy bueno pero muy loco; me regalaba potrancas, pero un gringo nos debía tajear el brazo, según él era un gualicho grande contra la viruela y algo de cierto debió de ser porque no hubo mas viruela por entonces...” (J.M.Rosa,Hist.Arg.t.VIII).

Juan Catriel:

“Juan Manuel es mi amigo. Nunca me he engañado. Yo y todos mis indios moriremos por él. Si no hubiera sido por Juan Manuel no viviríamos como vivimos en fraternidad con los cristianos y entre ellos. Mientras viva Juan Manuel todos seremos felices y pasaremos una vida tranquila al lado de nuestras esposas e hijos. Todos los que están aquí pueden atestiguar que lo que Juan Manuel nos ha dicho y aconsejado ha salido bien...” (Discurso del cacique pampa CATRIEL en Tapalqué celebrando la llegada de Rosas al poder en su segundo gobierno. Extraído del libro “Partes detallados de la expedición al desierto de Juan Manuel de Rosas en 1833. Recopilado por ADOLFO GARRETON. Edit. EUDEBA. Bs. As. 1975.)

Cipriano Catriel:

“Nuestro hermano Juan Manuel indio rubio y gigante que vino al desierto pasando a nado el Samborombón y el Salado y que jineteaba y boleaba como los indios y se loncoteaba con los indios y que nos regaló vacas, yeguas, caña y prendas de plata, mientras él fue Cacique General nunca los indios malones invadimos, por la amistad que teníamos por Juan Manuel. Y cuando los cristianos lo echaron y lo desterraron, invadimos todos juntos”. (Expresiones del Cacique Catriel, extraídas del libro “Roca y Tejedor” de Julio A. Costa.)

Cacique Nicasio:

“Que él había acompañado en cinco campañas a Juan Manuel y que siempre había de morir por él porque Juan Manuel era su hermano y el padre de todos los pobres” (Parte del discurso del Cacique Nicasio en Tapalqué celebrando la llegada de Rosas al gobierno por segunda vez. Extraído del libro “Partes detallados de la expedición al desierto de Juan Manuel de Rosas en 1833”. Recopilado por Adolfo Garretón. Edit. EUDEBA.)


Fuentes:

- Castagnino Leonardo.
Juan Manuel de Rosas, Sombras y Verdades
- Rosa, José María. Historia Argentina.
- Chávez, Fermín. La vuelta de Don Juan Manuel.
- García Mansilla, Daniel (*)

(*) Daniel Garcia Mansilla (1866-1957), nacido en la Legación argentina en Paris, estudió Derecho en dicha . Fue diplomático en Roma, Berlín, la Santa Sede, Madrid y Lisboa. ió versos en francés y castellano, y en 1950 publicó Visto, oído y recordado, unas frescas y copiosas memorias. Era hijo de Manuel R. García y de Eduarda Mansilla, hermana de Lucio V. Mansilla. En 1953 se hizo sacerdote católico.

Artículos relacionados:

-
Rosas y la vacuna antivariólica
- Retratos del Restaurador
- La vera efigie de Rosas (Lucio V. Mansilla)
- El Restaurador de la Leyes.

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Fuente: www.lagazeta.com.ar

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