ROSAS Y WASHINGTON
                          

(01) El sistema Federal
(02) La lámpara del gobernador
(03) Similitudes y contrastes
(04) El americano
(05) Estados Unidos y la Confederación
(06) Fuentes.
(07) Temas relacionados.




El sistema Federal

De los dos modelos de democracia que su tiempo ofrece, (el estadounidense y el francés), Rosas ha elegido desde su juventud él lo asegura como fuente de inspiración la República fundada en el continente del norte. No es una imitación servil en lo que piensa. La armonía surge, más bien, de un espontáneo mandato de la tierra.

Un testigo presencial, el Capitán de Navío Théogéne Page, edecán del propiciador de la paz de 1840 con la Monarquía de Julio, Almirante Barón de Mackau, nos ha dejado un valioso recuerdo de sus experiencias en la Argentina, a la que visita en dos oportunidades, ratificándose en sus impresiones. Dado que sus observaciones tienen como destinatario al Gobierno Francés, las realiza con mirada alerta y objetiva. El suyo no es el caso de uno de esos viajeros ocasionales que a menudo se creen autorizados a opinar sobre naciones y personalidades que apenas han visto.

Admirado ante el país y sus vastos espacios, comprueba que "el sentimiento de igualdad reina allá en toda su fuerza; es la ley del clima y del suelo”. De sus habitantes, la mayoría tiene sus orígenes en esas provincias vascas tan orgullosas del espíritu de igualdad formulado con tanta fiereza por los estatutos de las cortes de Tarragona en 1519. Durante su estadía tiene el privilegio de ser recibido en distintas oportunidades por El Restarurador, de quien recibe esclarecedoras explicaciones sobre la Confederación a raíz de lo cual se siente impulsado a confesar que "Hay que escuchar al mismísimo General Rosas desarrollar, en su enérgico y pintoresco lenguaje, de que manera la vida en el desierto y las tradiciones de la sangre convierten a la república democrática en la forma obligada de gobierno de las provincias argentinas” ("El Paraguay y las Repúblicas del Plata" por Theogene Page, Capitán de Navío. Separata de "La Revite des Deux Mondes", entrega del 1° de abril de 1851. París 1851, págs. 26. 27 y 34)

Habiéndose ilustrado quizás en parecidas conversaciones en ocasión de encontrarse como Secretario de la Misión diplomática francesa de 1847 que encabeza el Conde Walewski, el Conde Brossard, distante y poco expresivo, al referirse al "pensamiento favorito de las monarquías americanas", que gozara de predicamento en Francia en las primeras décadas del 1800, observa: "Hay que decir que, ese pensamiento no tenía aplicación general. Si el Perú y México estaban dispuestos por su formación social a recibir un régimen monárquico, no sucedía lo mismo con otras provincias americanas, y especialmente con las del Río de la Plata, democráticamente organizadas, como hemos visto, bajo el Cetro de los Reyes Católicos. Los ojos europeos, demasiado habituados a no ver en la América Española más que a México y al Perú, no habían advertido suficientemente este matiz esencial", que se traduce en el fracaso de la intervención europea, de la que participa, y el triunfo de Rosas. (Consideraciones Históricas ' N Políticas sobre las Repúblicas del Plata en sus Relaciones con Francia e Inglaterra " por Alfred de Brossard, Attaché a la Misión Extraordinaria de Francia en el Plata en 1847, París 1850, pág. 104)


La lámpara del gobernador.

Hallamos complacidos, corroboración en las manifestaciones expuestas por el eminente estadista español Emilio Castelar, que bautiza el periódico que funda con el expresivo título de "La Democracia", en carta dirigida a los republicanos de América, cuando confiesa que “Prefiero la República Federal, porque tenemos hermoso ejemplo de sus bondades en regiones como Navarra y Provincias Vascongadas, germen un día de la Patria, germen aún de la libertad". ("Los Baskos en la Nación Argentina " por Claudio Amzuain, Buenos Aires 1923)

Fácil hubiera sido errar la senda en el Río de la Plata a impulsos del prestigio del monarquismo y el espíritu de clase que le es inherente, según lo siente un sector tan importante de los americanos del sur "Pero felizmente los hábitos populares del General Rosas, sus creencias democráticas, lo habían identificado con las necesidades nacionales, y su carácter contemplativo, le había enseñado el remedio de nuestros sufrimientos para la hora de su aplicación". ("La Gaceta Mercantil” N° 6773 del Viernes 8 de mayo de 1846)

En efecto, estudioso por naturaleza, profundiza constantemente sus conocimientos, sobre lo que contamos con una emotiva observación del Capitán Page: "Cuando el silencio y la noche se extienden sobre Buenos Aires, la lámpara del Gobernador se enciende en la cumbre de la elevada torre que habita, y los gauchos la muestran como el genio de la patria que vela sin descanso sobre la ciudad dormida".


Similitudes y contrastes.

Asume Page su destino americano y lo interpreta como guardando paralelo con el del gran prócer precursor que ha despertado su admiración`: "El General Rosas sostiene el mismo principio e interés que sostuvo el General Washington, la independencia del país; ejerce el mismo poder discrecional, y con la misma legalidad que lo ejerció en su época el General Washington: organizó en medio mismo de la guerra, como organizó del mismo modo el General Washington; y fija el propio principio que este sostuvo de que la Constitución oportuna del país ha de ser obra de la sabiduría y de la voluntad del pais mismo, no por el extranjero, ni con el consejo o influencia de cualquier extranjero. Este principio es el de la libertad de las naciones". (Editorial en "Diario de la Tarde " N' 5803 del Jueves 23 de enero de 1851)

Juan Manuel de Rosas "La figura del General Rosas se refleja en rasgos luminosos en los fastos Argentinos, como la de Washington deslumbra en la otra extremidad del continente Americano: ni es esta la sola analogía que se encuentra entre estos grandes instrumentos de la emancipación del Nuevo Mundo. Los dos se educaron en el campo, el uno como agrimensor, el otro como hacendado; y cuando el país necesitó de sus servicios, el uno se puso al frente de las milicias de Virginia, y el otro reunió las fuerzas de la Provincia, de que había quedado accidentalmente el jefe, para oponerse a la insurrección del ejército. Estos fueron los preludios de los que debían defender después la independencia de su patria! Más feliz el héroe de Mont Vernon vio combatir a su lado La Fayette, Rochambeau, con sus valerosos compañeros, y vio también llegar a sus playas las escuadras de Francia, de España y de Holanda, destinadas a recorrer los mares de las Antillas y a traerle armas, dinero, municiones y soldados que le enviaba uno de los mas grandes potentados de Europa: mientras que el General Rosas, sin recibir. ni pedir auxilios, sin más apoyo que su gran carácter, y la justicia de su causa, ha resistido con brío a las fuerzas combinadas de Inglaterra y de Francia, que venían a cerrar sus puertos, y a privarle de todos sus recursos". ("Algunas ideas sobre la renuncia del General Rosas", en "Diario de la Tarde" N' 5835 del Sábado 1 de marzo de 1851).

Continúan las similitudes y los contrastes: "También en los Estados Unidos del Norte la guerra civil se complicó con la exterior: la Provincia de Vermont quiso formar un Estado independiente, como lo pretende ahora el Paraguay entre nosotros. Pero el General Rosas no ha tenido el dolor que tuvo Washington de ver humillados los colores de su Patria en Charles Town y el espíritu de sedición penetrar en las filas de los contingentes de Pennsilvania y de Nueva Jersey. El sentimiento de nacionalidad se ha desplegado con más pureza aquí que en otras partes. Los Argentinos han llenado con honor sus deberes como ciudadanos y como soldados, y los Orientales, nuestros hermanos, han rivalizado notablemente con ellos su fidelidad y desprendimiento".

"Washington desplega todo su genio, cuando los Ingleses habían recuperado el Canadá, triunfado en Long lsland, vuelto a ocupar Nueva York, y cuando apenas quedaban tres mil hombres, desnudos e inermes para defender la independencia Americana. El General Rosas, tan digno de sentarse a su lado, acepta la responsabilidad de restablecer el orden público, cuando se había perdido hasta la esperanza de conservarlo. La misma probidad, la misma abnegación, distinguen a esos grandes caracteres que imprimen una huella luminosa en la historia".

Una motivada queja culmina el paralelo: "Uno de los más funestos resultados de la agresiones exteriores ha sido detener al Gobierno en su misión regeneradora, no permitirle desplegar todos sus recursos para dar mas ensanche a las reformas que había meditado, y que debían perfeccionar el orden político, como han perfeccionado el orden social”. Quien sabe si esta queja no tendrá que formularla históricamente algún día nuestra Patria a la “vieja Europa”, cuando se vaya amortizando en las mentes el precio injustificado que se pagara a cambio de la “civilización”, poniendo en la cuenta el rol secundario que, siguiendo su dictado, se aceptara, a la zaga del supuesto “progresista” Imperio (esclavitud incluida), y las subdivisiones estatales que, so pretexto de su respectivo y rápido desarrollo dentro de la parcelación, empobreció, a la postre, a todos.

Es fundamental, sin embargo, mantener ajustado el hilo de nuestra reseña, que no es otro que el emparentamiento en las instituciones democráticas en ambas Repúblicas. Rosas, según tan claramente se lo manifiesta a Page, halla en los vascos (vale decir, en la Madre Patria) la raíz histórica de su sentir democrático; en los Estados Unidos (como antes Artigas) descubre el precedente jurídico institucional. Por eso, en horas en que la independencia peligra, "La Gaceta Mercantil" denuncia la errada interpretación del federalismo con que pretende confundirse a la opinión, pues, mediante un artilugio, "se hace de cada Provincia un Estado Independiente; la federación estipulada en el carácter de unión nacional permanente e indisoluble se mira como simple alianza; y así se sistema la disolución de la nacionalidad Argentina". (" La Gaceta Mercantil” N° 6728 del Jueves 12 de marzo de 1846) Puntualiza cual es la versión que el partido federal encarna: "Esta es la misma unión federativa nacional de los Estados Unidos en la que cada parte de la asociación, siendo integrante y permanentemente constitutiva del todo nacional, conserva sin embargo su independencia particular"

Si lo expuesto basta para disipar cualquier equívoco, la incansable campaña confusionista tendiente a lograr la desaparición de la Confederación Argentina como estado y, simultáneamente, el descrédito de sus instituciones en favor de sistemas oligárquicos y monarquistas según aspiración de la alianza de unitarios y europeos , obligan a constantes rectificaciones que perfilan su carácter. A un paso de la década de 1850, señala el diario porteño: "No hay un solo tratado, celebrado dentro o fuera de la República, que no sea en nombre de las "Provincias Unidas del Río de la Plata", palabras idénticas a las de "Confederación Argentina", y que no necesitan comentarios para ser comprendidas.

Significan lo mismo que “Confederación”, o “Estados Unidos del Norte”, que en otro extremo del gran Continente Americano, se levantó del mismo modo que nosotros, y a quien sirvió de modelo. En la una y en la otra hay un vínculo de unión que liga a las varias partes del cuerpo político, homogeneidad en los principios, conformidad en la marcha y en el objeto. Todos los estados son iguales entre sí, sin predominio y sin dependencia unos de otros, en los asuntos generales de la nación: y sus jefes o gobernantes no deben cuenta de su administración interior sino a sus propios ciudadanos, que son sus electores, porque nadie más que ellos interviene en el nombramiento de sus magistrados". (Observaciones sobre un folleto publicado en París con el título "El General Rosas y la cuestión del Plata", en "La Gaceta Mercantil” N° 7830 del Jueves 20 de diciembre de 1849)

"Estas bases de asociación fueron consignadas en el primer estatuto que se sancionó el año de 1811, y son precisamente las que restableció el General Rosas en 1831. El orden legal del país no es pues el que quisieron introducir en su organización los partidarios de las vías de hecho, sino el sistema federativo que, según dijimos, es coetáneo de la emancipación de estas Provincias. Prescindiendo de su prioridad, tiene otros requisitos que lo recomiendan; tal como la firme adhesión de los pueblos; los eminentes servicios que ha prestado; los triunfos que ha conseguido; y tantos hombres ilustres que lo han afianzado con su crédito y sus esfuerzos. Los recuerdos mas gloriosos de nuestra historia son los que le han dejado los pueblos, cuando han obrado como estados confederados".

No otra será la intención que abriga Rosas antes de entrar a elaborar la constitución oportuna para coronar el edificio federal, y es, precisamente, entre los ciudadanos de los Estados Unidos que encontramos los testigos idóneos en quienes fiarnos en lo que se refiere a las convicciones políticas del Ilustre Restaurador de las Leyes, pero, antes de abordar sus declaraciones, sentimos la necesidad de agregar una reconvención nuestra a las justas e ineludibles rectificaciones realizadas bajo la Administración federal.


El americano

Confesamos nuestra rebeldía a seguir soportando inactivos las malintencionadas razones mediante las que se pretende ligar su personalidad con tendencias feudales o coloniales, porque es indudable que Rosas representa, para su tiempo, el tipo de hombre moderno, abierto a todas las innovaciones del Siglo al que pertenece. Esta es la imagen que quiere transmitir y esta es la que la opinión pública argentina que lo acompaña le reconoce.

En 1851, el "Diario de la Tarde", evaluándolo, asegura que "en medio de su afanoso empeño por la Independencia, ha respondido sin cesar a las exigencias de la civilización moderna". ("Diario de la Tarde" N' 5786 del Viernes 3 de enero de 1851)

Se reconoce americano, y por ello, democrático y republicano. Contemporáneamente, sus empecinados adversarios son clasistas, racistas y rinden culto a las monarquías constitucionales europeas. El patriota venezolano F. Michelena y Rojas, de dilatada actuación en aquellos años, al trazar un paralelo entre nuestro Restaurador y su vencedor en Caseros, afirma que éste, "contrario a Rosas, que llevaba en miras la elevación y buen nombre de la raza castellana, y la extensión del sistema republicano en el Nuevo Mundo, lo degradó hasta el envilecimiento, preparándolo para el yugo por la raza lusitana con sus instituciones monárquicas y esclavistas”. (F. Michelena y Rojas "Exploración Oficial por la primera vez desde el Norte de la América del Sur siempre por los ríos, entrando por las bocas del Orinoco, de los valles de este mismo y del Meta, Casiquiare, Río negro ó Guaynia y Amazonas, hasta Nauta en el Alto Marañón o Amazónas, arriba de las bocas del Ucapali, Bajada del Amazónas hasta el Atlántico. Viaje a Río de Janeiro. En los años, de 1855 hasta l859". Bruselas 1867, pág. 641.)


Estados Unidos y la Confederación.

Volviendo al tema de las declaraciones de ciudadanos de los Estados Unidos, a Buenos Aires llega como Encargado de Negocios de esa nación, casi coincidiendo con la intervención armada anglo francesa, William Brent (Jr.), anciano de ponderables antecedentes, pues sus vinculaciones con los “Founding Fathers" datan de los tiempos primeros de su República. El 8 de julio de 1846, le envía a Rosas de regalo un bastón mandado a hacer de una planta que crecía sobre la tumba de Washington, y que la señora de Washington, madre del entonces ocupante de Mount Vernon, le obsequiara, a su vez, a su hijo, el joven Arthur Lee Brent, a su partida para la América del Sur. Explica el motivo: "desde que resido en Buenos Ayres, he tenido la buena fortuna de conocer y ver la viva sensibilidad de que usted está tan profundamente imbuido con respecto a todo lo que se relaciona con este gran hombre. Cumplo con este deber con tanto mayor placer, por cuanto es mi firme convicción que usted tiene la intención de emplear todo el talento que Dios le ha dado, y la posición eminente en que lo ha colocado, para beneficio de su país y no para engrandecerse usted mismo o su familia". (William Brent Jr. a Juan Manuel de Rosas, Buenos Aires, 8 de julio de 1846 (original en inglés), en Archivo General de la Nación. Buenos Aires. División Nacional. Secretaría de Rosas. Capitanía del Puerto. 1844 1849. X 22 10 6)

Sucesivas conversaciones sobre lo mismo le permiten al diplomático interiorizarse aún más de las convicciones de nuestro Gobernante. Su entusiasmo ante las coincidencias que los unen es tal, que impulsado por este estado de ánimo, le remite varios libros que tratan del sistema de gobierno norteamericano, no unos tomos cualquiera, sino unos de su querido uso personal.

Vuelve a explicar la razón que lo mueve: "Mi amigo, deposito estos libros, compañeros míos de muchos años, en sus manos: ¿Y porqué? Porque, en virtud de las oportunidades que he tenido de experimentarlo, estoy totalmente persuadido que usted abriga el propósito fijo y resuelto, dentro de sus posibilidades, de promover el establecimiento de un sistema similar, adaptado a las condiciones y necesidades de las Provincias del Plata: pero también estoy totalmente convencido que cuando el enemigo extranjero haya sido expulsado de las entrañas de su país, usted no perderá tiempo en comenzar esta obra grande e importante". (Juan Manuel de Rosas a Guillermo Brent Jr., Buenos Aires, 13 de julio de 1846, en A. G. N. X 22 10 6)

En su afán de preservar la originalidad de la constitución que tiene en mente para la Argentina, Rosas no sólo ha buceado en el antecedente norteamericano. Su visión es global. Busca una base firme para ella en una prosperidad general, lo que envolvía, en su concepto, “una idea de organización y engrandecimiento nacional".

Paulatinamente comienzan a cosecharse los frutos de su empeño, reconociéndose que “No han podido encontrarse los medios de arribar a este progreso ni de someter las espinosas dificultades de las circunstancias, ni en los ensayos políticos que sólo habían producido males, ni en el estudio de las sociedades Europeas".

Ahondando en el tema, asienta que "Ciertamente, en las Constituciones Europeas no están previstos los medios de conseguir estos resultados, y aunque el General Rosas las conoce tan bien como los que las ensayaron con infortunio, mejor conoce a su país, y sabe proporcionarle bienes importantes. En esto precisamente consiste el mérito de los que gobiernan; la capacidad de los hombres de Estado". (En "Archivo Americano" N' 13 de 1844).

Rosas, al agradecer, no se limita a un cortés acuse de recibo. Por el contrario, hace en su respuesta expresa profesión de fe democrática, en rotunda referencia a la organización constitucional:

"Los principios y convicciones de toda mi vida me han inducido siempre a considerar este sistema de gobierno como el más adaptado para la Confederación Argentina; pero con algunas modificaciones que no alteran en manera alguna lo substancial, que son absolutamente necesarias atento nuestras instancias, y lo posterior a la promulgación de la Constitución de los Estados Unidos del Norte". Esto "nos aconsejan la práctica y la experiencia de tantos años, después de serias y profundas meditaciones". Estima que él "ha fundado sus bases, mediante la cooperación de sus conciudadanos", y promete, "en fuerza de mis principios republicanos, seguir hasta establecer el desenvolvimiento de ese sistema, y perfeccionarlo" que hasta de esto ha demostrado ser capaz. Aunque dentro de la humildad que lo caracteriza, se conforme con la convicción de que "al menos dejaré establecidos sus fundamentos, asegurada la independencia y la indisoluble unión nacional federativa, y radicado el sentimiento de la subordinación y del orden necesario para recoger los verdaderos y sagrados frutos de la libertad y de la independencia".

No sólo expone Rosas en términos intergiversables sus convicciones políticas, sino que ante un norteamericano exhibe un conocimiento ajustado de su historia, pues, efectivamente luego de dictada la Constitución, los dos partidos que disputaban el predominio entraron en agria disidencia, propiciando uno un gobierno central fuerte, mientras que el otro se inclinaba hacia una pronunciada autonomía de los estados; desencuentro que aproxima el peligro de secesiones, que es lo que nuestro mandatario trata, con atención preferente, de superar.

Entusiasmo pasajero, impresión del momento, podrá decirse, que con el transcurrir del tiempo cederá lugar a una visión más realista, inducida por las rectificaciones que usualmente detecta la observación de una larga trayectoria. La actuación de Mr. Brent cerca de la primera autoridad de la Confederación Argentina es intensa y apasionada, pero no coincidirá con los lineamientos que el Gobierno de Washington impone a su política exterior de expectativa ante la intervención europea, que es de guerra, a la que no es propenso a involucrarse. Debido a ello dispondrá el regreso del diplomático a su patria.

Una carta fechada en Nueva York el 18 de mayo de 1848, le traerá una triste noticia al Gobernador Rosas. La firma Amory Edwards, quien, a su vez, fuera Cónsul norteamericano en Buenos Aires, y la comienza 14 sin servirse de circunloquios: "Lamento tener que informarle el fallecimiento de nuestro excelente amigo el Honorable William Brent Jr., que ocurrió en su residencia de Palermo, cerca de la ciudad de Washington, el 13 de este mes". (" Amory Edwards a Pedro Ximeno, Nueva York, 18 de mayo de 1848, en Archivo General de la Nación. Buenos Aires. Archivo del Doctor Juan Angel Farini. Varios. 1847 1850) Es natural que la carta fuera dirigida a Ximeno quien ocupaba el cargo de Capitán del Puerto de Buenos Aires, función que lo colocaba en contacto inmediato con los cónsules extranjeros en virtud de las exigencias del tráfico mercantil que se realizaba por la vía marítima.

Fuera de esta notable, y sin duda emocionante, coincidencia coincidencia o no, no lo sabemos de nombres usados en ambas Repúblicas, el autor de la misiva nos reserva una sorpresa mas: "Estuvo enfermo, postrado en cama, durante algunas semanas, a pesar de lo cual fue capaz de dictar cartas y de ayudar a escribir una reseña de la Intervención y de los asuntos de Buenos Ayres durante su residencia allí como Encargado de Negocios y también otra sobre el Paraguay". Especifica que "El Manuscrito” se titula “Una visita al Paraguay y dos años de Residencia en Buenos Ayres” por George Lee Brent, agregado a la Legación de los Estados Unidos en Buenos Ayres", tratándose, en cuanto al nombrado, del hijo del representante diplomático.

Asegura el Cónsul Edwards, que "Este libro está muy bien escrito, y el señor Brent testifica según su observación personal acerca de la bondad del actual Gobierno de Buenos Ayres. Denuncia las calumnias contra el General Rosas y las maldades de Deffaudis y Ouseley, así como las bellaquerías de las compras efectuadas al Gobierno de Montevideo por Extranjeros", alusión a los Ministros Plenipotenciarios de Francia e Inglaterra, de agresiva intervención contra la Confederación Argentina durante la misión de Mr. Brent, y a las incalificables enajenaciones de bienes de propiedad del estado realizadas por las autoridades sostenidas en la ciudad mencionada por aquellas Potencias europeas, "así como el absurdo de las pretensiones de navegar el Uruguay y el Paraná, la imposibilidad de que el Paraguay se dedique al comercio internacional, y también los beneficios que el país deriva de la eficiente administración del Gobernador Rosas. De hecho, constituye una inteligente exposición de los asuntos del Río de la Plata e ilustrará a todas las naciones, sobre los pasados acontecimientos ocurridos allí". Cree que uno de sus mayores méritos reside en su "testimonio acerca de la falsedad de las historias circulantes sobre el General Rosas".

Que la obra había quedado concluida lo certifica el ex Cónsul al revelar que "Mister Brent me envió el libro para su impresión y yo había hecho ya en nombre suyo los arreglos para que se publicaran quinientos ejemplares en Nueva York y quinientos ejemplares en Londres, pero su muerte ha detenido la publicación por ahora".

Con sentidas rememoraciones de su propia estadía en Buenos Aires Edwards se despide, aunque anunciando su deseo de regresar algún día y encontrarla "próspera y libre de influencia extranjera. Sólo necesita paz para convertirse en el Continente Meridional bajo el General Rosas, lo que los Estados Unidos son en el Septentrional. Una gran nación, respetada y temida también". Un pronóstico que la realidad federal autorizaba, pero que después, la República Argentina no supo concretar.

Como lo confirma en su transcripta carta a Brent, el ideario de Rosas está firmemente asentado en su espíritu. Algunos años más tarde, hallándose el señor William A. Harris en la Legación, reemplazando a aquel en el cargo de Encargado de Negocios de los Estados Unidos en Buenos Aires, escucha, el 22 de febrero de 1849, un estampido ya clásico en la ciudad. Incitado a pronunciarse, ante la evidencia de un homenaje cuyos ecos llegan hasta la privacidad de su despacho, sin pérdida de instantes toma la pluma y dirigiéndose al Ministro de Relaciones Exteriores, doctor Felipe Arana, le expresa que "Las salvas públicas que acaban de efectuarse en honor del aniversario del nacimiento de Washington, me recuerdan un deber, que me apresuro a cumplir”.

Hace notar que "Antes de ahora, tuve el honor de manifestarle en forma verbal mi agradecido reconocimiento por esas honras públicas, que por órdenes de la primera autoridad Ejecutiva de aquí, se tributan con perseverancia a nuestras grandes fiestas nacionales, el 22 de Febrero y el 4 de Julio", observando que son "cortesías públicas, tan reconfortantes para el que la recibe, como honrosas para el que las rinde".(William A. Harris a Felipe Arana, Buenos Aires, 22 de febrero de 1849, en Archivo Histórico y Administrativo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Buenos Aires. Confederación Argentina. Bloqueo. Caja 2)

Luego de extenderse acerca de la significación de esas fechas en su patria, prosigue: "Por lo que estoy enterado, el Gobierno Argentino es el único en el mundo, con excepción del nuestro propio, que ha ordenado y tributa regularmente los acostumbrados homenajes y saludos públicos, en esos días. Semejante demostración de respeto amistoso hacia nuestro país y Gobierno; semejante simpatía hacia nuestros sentimientos e instituciones nacionales, y los grandes principios de libertad nacional, fundamento indestructible sobre el que se basan todos los demás, afecta nuestra mas viva sensibilidad, y merece nuestros más agradecido reconocimientos y gracias".

Se da por enterado el Ministro Arana en su respuesta de los sentimientos americanistas profesados por Mister Harris "acia la grata memoria del grande e ilustre Washington, y acia el recuerdo del día glorioso de la independencia de su país", y le participa que el Gobernador Rosas, "simpatizando cordialmente con aquellos nobles y elevados sentimientos, ha creído de su deber disponer se tributen en esta República, en los días 22 de Febrero y 4 de Julio los honores públicos que se hacen en conmemoración del aniversario del natalicio de aquel grande y virtuoso Americano, y el de la gloriosa independencia de los Estados Unidos de Norte América, a que tanto contribuyó con sus esfuerzos patrióticos e ilustrados".(Felipe Arana a William A. Harrís, Buenos Aires, 13 de marzo de 1849, en Archivo Histórico y Administrativo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Buenos Aires. Confederación Argentina. Bloqueo. Caja 2)

Junto con las precedentes definiciones de su pensamiento, el Gobernador Rosas tiene una actitud de hondo significado, para hacer público, en oposición a las tendencias contrapuestas, el carácter americano de su política exterior, conducente a cimentar la unidad y fraternidad continentales sobre el principio republicano, que el destino había determinado para la tierra de Colón.

El sentido de aquella medida se amplía, pensada en relación con la lucha que aún se libra contra dos poderosos Imperios extracontinentales: a uno, monárquico, se le recuerda de este modo el poder de las Repúblicas que, a su costo, conociera; al otro, recién regresado al sistema republicano, se le advierte sobre sus deberes como tal. Para el Imperio vecino su instrumento maleable vale como admonición de que no estamos en Europa...

Atento a lo que el Encargado de Negocios estadounidense estampa en su nota acerca de la “regularidad" y la “perseverancia" con que se tributan en Buenos Aires los mencionados homenajes, no puede menos que pensarse que la tradicional imagen de sus calles recorridas por serenos entonando la célebre consigna de la Santa Federación, debiera complementarse desde ya con esta otra que incluye las mencionadas salvas que testimonian la acendrada fe democrática que abriga su población.

En 1846, el mismo Harris había agradecido un decreto dado por el Gobierno Argentino para honrar la memoria del extinto Presidente Andrew Jackson, como tributo a un estadista "cuya vida entera estuvo dedicada a establecer e ilustrar las bendiciones y los beneficios de las instituciones libres". (William A. Harris a Felipe Arana, Buenos Aires, 22 de julio de 1846, -original en inglés - en Archivo Histórico y Administrativo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Buenos Aires. Confederación Argentina. Movimiento Demográfico. Caja 68)

Rosas aprovecha esa oportunidad, por intermedio de Arana, para "renovar las declaraciones de los nobles sentimientos de aprecio, que animan al Gobierno Argentino por todo lo que tiende a engrandecer y dar espectabilidad a los Estados Unidos de América". También confía en que habrá sabido comprender que al compartir los argentinos aquel justo duelo, profieren "un elocuente testimonio de las simpatías nacionales que estrechan a ambas Repúblicas", y, lo que es para tener en cuenta, que "se persuadirá también que ellas son nacidas de unos mismos principios, tendientes a unos mismos fines y muy adecuados para consolidar las relaciones de perfecta amistad entre los dos pueblos por el acuerdo uniforme de sus dos Gobiernos".

Si el vaticinio respecto al futuro de la República norteamericana queda felizmente cumplido, es indudable que grande hubiera sido el desencanto de Rosas de haber podido asistir a su conducta durante nuestra Guerra de las Malvinas, con que renegara de una solidaridad americana que siempre estuvo dispuesta a exigir de los demás.


Fuentes:

* “Rosas, Washington y Lincoln”. Goñi Demarchi, Carlos A, Scala José N., Berraondo. German. Edit. Theoría. 1996.
* Obras citadas.


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* El Restaurador de la Leyes.
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* Rosas no ha muerto
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Fuente: www.lagazeta.com.ar

                          




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