Ya siendo muy viejo don Juan Manuel, en el exilio de Southampton, conservó no obstante su lucidez y hasta su sentido del humor, prueba de que nunca había sido un personaje sombrío en sus épocas de plenitud, como algunas plumas unitarias o iluministas, con total desconocimiento, trataron de describirlo.
En una oportunidad le escribió a uno de sus ahijados, diciéndole “haijado”con la “h” al principio y no entre la “a” y la “i”, como corresponde. Un tal Ohlsen le escribió desde Buenos Aires, marcándole la falta de ortografía en que al parecer incurría quien había sido otrora el señor todo poderoso de un país sudamericano.
Rosas le contestó humildemente en los siguientes términos: “Frecuentemente padezco esta clase de distracciones, tomando unas letras por otras. Hoy mismo, al repasar la correspondencia que envío a Buenos Aires, para corregirlas, advertí que escribí sonso por zonzo...”. La alusión a la impertinencia del corrector era evidente.
Además le informó que por su mediación había hecho gestiones para incorporar al diccionario de la Real Academia Española muchísimos vocablos llamados argentinismos.
Fuente: Fermín Chávez: Quinientos Años de la lengua en Tierra Argentina. Editado por la Secretaria de Cultura, 1992.
Fuente: www.lagazeta.com.ar
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Leonardo Castagnino
Historia
La Gazeta Federal
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