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ACUERDO DE PUNCHAUCA Y ENTREVISTA DE GUAYAQUIL
Por Leonardo Castagnino
(De mi libro “LAS INVASIONES INGLESAS. 1806-1852”)
                          

General José de San Martín     
Libertador de medio continente.    
Libertador Gral.San Martín

(01) Acuerdo de Punchauca
(02) Entrevista de Guayaquil
(03) Fuentes
(04) Artículos relacionados



Acuerdo de Punchauca

Ya asentado firmemente en Chile, San Martín sigue su plan, y en una flota al mando del almirante ingles Cochrane, se dirige al Perú, donde propone al virrey La Serna la independencia de Perú, Chile y las Provincias del Sur, con un gobierno monárquico coronando un Príncipe español, y con acuerdo comercial con España. La Serna está de acuerdo, y reunidos en Punchauca celebran el acuerdo, con el brindis de oficiales de ambos ejércitos.

En Carta de Tomás Guido al cónsul Británico le expresa:

"El proyecto fue recibido por el general La Serna y sus jefes como una idea magnífica (ésta fue su expresión) para corroborar su impresión y rectificar nuestro juicio sobre la idea que aquel caballero formaba del estado de nuestra contienda, me permití preguntarle, en presencia de la comitiva, si se creía con medios suficientes para hacer retrogradar la opinión pública, y sofocar la insurrección, y si consideraba a la España en su actual estado político en capacidad de restablecer su dominación sobre la América e impedir la independencia del Perú. La respuesta del general La Serna fue terminante que no era ya posible. Después de esta manifestación era fácil encontrar el término que aconsejaba la justicia para economizar la sangre humana, y establecer la paz que convenía a ambos partidos. El reconocimiento de la independencia del Perú por el Virrey La Serna y la unión de ambos ejércitos para defenderla y consolidarla era la base de las pretensiones del general San Martín, y en ella convino en el acto el general La Serna, y cuantos jefes le acompañaban".

"Sentado éste principio, se entró en el acuerdo del día y el modo en que debía hacerse en la Capital de Lima aquella solemne declaración. Todo quedó convenido, y la más estrecha y fraternal confianza sucedió a la cautela con que unos y otros iniciamos la conferencia. En aquel día acabó la guerra en el Perú y el general La Serna regresó con su comitiva a la Capital poseído de buena fe la necesidad de encontrar con prontitud lo que ya era un crimen retardar".

"Pero apenas se impuso de lo sucedido el general Valdés, cuyo carácter impetuoso y osado se sobreponía a los demás , se resistió decididamente a la ejecución del plan y amenazó a La Serna con la oposición del Ejército. El orgullo personal de algunos otros jefes subalternos fue exaltado diestramente por aquel jefe en la discordia, y muy pronto reducidos los resortes del poder de La Serna, descendió a la humillación de suscribir a las ideas de Valdés,. Así, de un golpe, fue deshecha la obra de la prudencia y de la justicia. De un golpe por fin se estrechó al general San Martín a buscar en la suerte de las armas las garantías de la buena fe y el desenlace de esta funesta lucha".
(Yabín, cit.por Steffen Soler. "San Martín y su conflicto con los liberales". p.108.)

Guido relata que "En un intervalo San Martín me llamó y me abrazó con calor" y continúa: "A las cinco de la tarde se sirvió una mesa frugal a cuya cabecera se sentaron los dos famosos caudillos, quienes a juzgar por su radiante alegría, habían olvidado completamente su rivalidad y la distinta ruta a que los empujaba la fortuna. El buen humor, una expansión entusiasta, reinaron durante el rústico banquete. Los jefes que lo presidían se saludaron con expresiones significativas y corteses. Los oficiales y comisarios del ejército unido no cedieron, como debe imaginarse, en la vehemente manifestación de sus votos, a ninguno de sus émulos del ejército real, y el festín convirtióse al cabo de una serie de libaciones entusiastas a la libertad y a la independencia peruana".

Pero la propuesta de San Martín no podía ser bien vista por Inglaterra, que de esa forma perdía su preponderancia comercial en Hispanoamérica, y prefería formar varias repúblicas separadas, fácilmente manejables.

El general realista Valdez, gran Maestre del la logia de Inglaterra, activo y autoritario, influye en el ánimo de los oficiales del ejército realista, que finalmente hace desistir a La Serna de lo pactado con San Martín en Punchauca. Era la ruptura definitiva de San Martín con la masonería inglesa, y ya con las cartas a la vista, le remite al virrey correspondencia reiterando la propuesta de paz con España, incluidas las propuestas para un acuerdo comercial. Seguramente por noticias de su hermano Rufino desde la península donde éste tenía contactos importantes, San Martín le recuerda al virrey La Serna que la "Península ni puede ni quiere hacer la guerra a los americanos", por cuanto "...a sufrido tan grandes quebrantos en sus relaciones mercantiles, sin que la política presente otros medios de restablecerlas que el reconocimiento de nuestra independencia...", y le recuerda el abrazo de Punchauca diciéndole "...y me atrevo a esperar que en el fondo de sus sentimientos aprobará los míos..."

Luego de algunas consideraciones persuasivas y de orden general, le adjunta catorce proposiciones para la paz, que incluyen algunos aspectos como la devolución de los bienes confiscados y la situación de empleados civiles y militares de ambos bandos. En lo que respecta a los acuerdos comerciales que propone, detalla:

"Artículo 4°) El gobierno del Perú concederá a los españoles que hagan el comercio en buques que traigan el mismo pabellón, la rebaja de un tres por ciento, por el término de diez años, de todas las introducciones que hicieran en este territorio".

"Articulo 5°) También se concederá a los españoles el derecho exclusivo de introducir sus azogues por el término de diez años al precio que se estipulare en el tratado definitivo"

"Artículo 6°) Los españoles podrán establecerse en América y gozarán del derecho de ciudadanía, siempre que éstos fueran acordados en la Península a los Americanos". (Steffen Soler. o.cit.p.167.)

Estas propuestas favorecían a España sin perjudicar a América, eran muy distintas del trato comercial con los ingleses, y no podían ser toleradas por los ingleses, que boicotean lo acordado en Punchauca a través del general realista Valdez, como dijimos miembro de la masonería inglesa. Esta correspondencia es publicada en la en la "Gaceta de Gobierno" del miércoles 11 de septiembre de 1822, incluyendo una tácita acusación a Valdez, señalando que las Cortes españolas "tratan de impedir la continuación de una guerra infructuosa" pero "...aún subsisten en el Perú hombres frenéticos que deseosos de mantener su poder expirante, se complacen en prolongar los males de la humanidad".

La carta a La Serna termina haciéndole saber que partiría hacia Guayaquil "a cumplir mi palabra al Libertador de Colombia..." y que en caso de aceptar La Serna sus propuestas, el gobierno queda encargado de "nombrar los comisionados y transigir cuantas dificultades ocurran en el curso de las negociaciones". (Idem)

La oposición de Valdés al acuerdo de Punchauca, no era algo meramente peronal; estaba atras la mano sigilosa de la masonería inglesa, que pese a su discreción y secreto, deja rastros. El general Tomas Iriarte en sus Memorias, al referise a su viaje a América dice que "Fue durante esta navegación que tuvo mi iniciación en los misterios de la masonería. Ésta celebración se llevó a cabo el día de San Juan. Yo había observado desde el día que me embarqué que Seoane me manifestaba gran afección y amistad y que todas las conversaciones concluían siempre por hacerme grandes elogios de la masonería. Tuve motivos para sospechar que él era un adepto, pero no se me ocurrió que a bordo hubiera una logia. Fuí introducido en ella con todas las ceremonias rituales . El local era el camarote del segundo comandante Pardo. La hora, las doce de la noche... Cuando me desvendaron después de prestar el juramento de orden, no fue poca la sorpresa de verme rodeado de los que eran a bordo mis mejores amigos; todos con sus espadas desenvainadas y asestadas contra mi corazón".

"El orden jerárquico de aquellos caballeros era el siguiente: Valdés, Venerable; La Torre, orador; Seoane, primer vigilante; Ferraz, segundo; Pardo, maestro de ceremonias; Bocalán, hermano terrible; Tena y Plasencia no eran dignatarios. Yo fui nombrado secretario. Así éramos nueve individuos que componíamos la sociedad..."
(Tomas Iriarte. Cit. por Staffen Soler. o,cit.p.113.)

Iriarte indica que los iniciados venían de Cádiz, donde funcionaban las logias inglesas y del los Caballeros Racionales, y agrega ésta logia denominada Logia Central La Paz Americana del Sud. Esta sociedad no tenía solamente fienes humanitarios, como cuentas los manuales masónicos, sino que, como dice Iriarte, "El objeto era dar dirección a todos los negocios públicos y al efecto las adquisiciones que se hacían recaían siempre en personas de capacidad e influjo por su posición social, y más particularmente por su rango en el ejército y que perteneciesen al partido liberal".

Más adelante agrega Iriarte: "Desde que desembarcamos había Valdés empezado a acrecentar su ascendiente sobre La Serna. Éste era moderado y suave; aquel dominante y áspero. Yo me admiraba de un predominio tan instantáneo. Valdés había nacido ´para mandar y La Serna, por el contrario, tenía un espíritu filosófico"... "Valdés, Latorre, Seoane y Ferraz pertenecían a una misma escuela..."... "Tenían un plan concertado y debían desenvolverlo en el Perú" ¿De dónde era ese plan si no era de la logia de Cádiz que dependía de la Central de Londres? "Valdés jamás había conocido a La Serna hasta que se le presentó en Cádiz y a los pocos días ya lo gobernaba a su antojo y hacia del él lo que quería". "Los otros tres lo reconocían como jefe..." "Durante la guerra de España no tuvieron tiempo para colmar la medida de su desmesurada ambición". (Steffen Soler. o.cit.p.114.)



Entrevista de Guayaquil

San Martín hace un esfuerzo más para cumplir con una verdadera "emancipación" de América toda, y concurre a reunirse con Simón Bolívar en Guayaquil.

Salvo algunas referencias que hace San Martín en cartas a Tomás Guido, poco y nada se sabe de lo tratado en la reunión secreta de Guayaquil, y ambos jefes llevaron el secreto de lo hablado a la tumba. Lo tratado en Guayaquil, San Martín las mantuvo en secreto “para no romper el juramento”, según se lo dice en carta a Guido. Le dice además que los papeles le serán entregados luego de su muerte. Pero muerto San Martín, Balcarce no tiene mejor idea que, en vez de mandarle los papeles a Guido, mandárselos a Mitre, nada menos.

Lo cierto es que San Martín le propuso a Bolívar unir ambos ejércitos para la liberación definitiva de América del Sur, pero Bolívar se negó, ya sea por orden masónica, de la que era miembro, o bien por su carácter orgulloso y autoritario que pretendía quedarse con toda la gloria para sí mismo. San Martín se retiró decepcionado y Bolívar, acosado por la masonería, no logró su propósito.

Al poco tiempo, Sucre fue asesinado por orden de la masonería, y San Martín, retirado en Mendoza, acosado y amenazado de muerte, y debió retirarse al exilio.


Obras de Leonardo Castagnino Fuentes:

- Steffen Soler. San Martín y el conflicto con los lierales..
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar


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Fuente: www.lagazeta.com.ar

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