|
Home
EL CABALLO DE TROYA
Caballo de Troya.
(01) Infiltración.
(02) Fuentes.
(03) Artículos relacionados.
Infiltración física y mental
Hace mas de 3.000 años hubo un caso de infiltración cuando unos cuantos soldados griegos se ocultaron dentro de un caballo de madera frente a la sitiada ciudad de Troya, y que los mismos troyanos introdujeron dentro de las murallas de la ciudad, ignorando lo que ocultaba el caballo en su interior. El plan griego dio resultado y los troyanos cayeron vencidos por dentro. La maniobra fue ingenua, pero efectiva en sus resultados.
Con el correr de los siglos, el truco del caballo de troya se fue perfeccionando bajo distintos métodos y modalidades.
Un caso resonante, y que requirió más astucia y refinamiento, fue el del cardenal Pierleoni, adiestrado desde su niñez para infiltrar a la Iglesia Católica y destruirla por dentro. En 1130 llegó a convertirse en Papa, bajo el nombre de Anacleto I, pero no tardó en ser desenmascarado por el abad Bernardo y finalmente derrocado. Quedó en la historia como el Antipapa.
Así quedó demostrado que un infiltrado puede ser muy peligroso, pero puede estar perdido si no tiene una red que lo apoye, lo proteja y lo potencie.
Casi tres siglos después, hacia el 1500, otros infiltrados estuvieron fingiéndose católicos, pero ayudaban secretamente al protestantismo y al calvinismo. El canónigo de Salamanca, España, don Agustín de Cazalla, fue adiestrado desde niño para la infiltración, pero lo descubrieron y murió ejecutado en mayo de 1559, al igual que su madre Constanza y su hermana Beatriz, también infiltradas.
En la Nueva España fue famoso el caso de la familia Carvajal, que junto a unas cien familias se fingían fieles súbitas de la corona, pero en secreto conspiraban para cercenar la Nueva España para formar un nuevo reino con lo que es Nuevo León, Coahuila, Zacatecas y parte de Tamaulipas. Todos fingían ser españoles católicos pero no lo eran ni de sangre ni de espíritu. En 1859 fue descubierta y desbaratada la maniobra. Luis Carvajal murió en la cárcel.
A fines del siglo XVIII llegaron a Nueva España con el virrey Juan Vucete de Güemes, varios infiltrados que trabajaban contra el Estado y la Iglesia. Algunos de ellos eran el pintor Felipe Fabris, el cocinero Juan Lassel, el médico Juan Durrey, Vicente Lulié, Juan Domingo de Roy, Juan Aroche, y otros, que fueron descubiertos y procesados.
Cuando Napoleón invadió España en 1808 también contó con la complicidad de muchos falsos españoles que se hallaban infiltrados en puestos importantes. Otros que se aliaron al invasor eran traidores a secas, acomodaticios que buscaban su propio beneficio, sin años de meditación. Pero los que desde mucho tiempo antes aguardaban órdenes y se fingían fieles a administración nacional para apuñalarla por la espalda en el momento oportuno, eran infiltrados. Dependían directa o indirectamente del “Sumo Pontífice y Gran Maestre del Palladium Sagrado”, don Esteban Morín.
Además de esos ejemplos, hay otros muchos de igual o mayor importancia en diversas épocas y países. Ciertamente el arma de infiltración no es nueva, pero hasta principios del siglo XVIII la utilizaron grupos reducidos que actuaban aisladamente. En la segunda mitad de ese siglo y principios del siglo XIX empezaron a actuar grupos mayores en Francia, Inglaterra y España. Entonces se puso de manifiesto que ese tenebroso sistema de lucha era muy eficaz, que influía en el destino de toda una nación y que tenía ramificaciones internacionales.
Y en el siglo XX la infiltración surge como un arma internacional, cuya meta es el mundo entero.
Por primera vez en el siglo XX la infiltración es un arma perfeccionada, sagaz, sofisticada y plena de sutilezas, que no se dirige ya contra una iglesia o un Estado, si no contra toda las Iglesias y todos los Estados. Por primera vez no busca solo derrocar un sacerdocio o un Estado, si no apoderarse de todos los sacerdocios y de todos los regímenes políticos para convertirlos en instrumentos suyos. Por primera vez no busca solamente dinero y poder político, si no además con control total y absoluto de la vida del hombre. Y por primera vez la infiltración no solo busca dominar al hombre y despojarlo de la propiedad privada y de las libertades ciudadanas, si no que busca también privarlo de la libertad de conciencia.
Hasta no hace mucho se pensaba que en todo caso al hombre se lo podía privar de la libertad de expresión, pero que era imposible privarlo de la libertad de pensar. El pensamiento parecia hallarse íntimamente protegido. Pero contra ese tesoro guardado íntimamente bien, en el siglo XX irrumpe la Infiltracion mental, que tiende a desplazar el espontáneo y sano juicio, sustituyéndolo sutilmente por el engaño.
Una infiltración física golpea y en el ámbito de la materia, en tanto que la otra tenaza, la Infiltracion mental, invade sagaz y sutilmente el ámbito del espíritu.
La materia es dominable por la fuerza, pero no el espíritu, y la manera de dominarlo es cambiarle o modificarles su contenido. Vaciarlo de los anteriores valores y sustituirlos por nuevos. Esta es la tarea diabólica de la infiltración mental.
Las dos tenazas, -la física y la mental- tienen por objeto lograr el dominio total del ser humano. Dominio del cuerpo y del espíritu.
Nota aclaratoria:
Esto es historia documentada. La transcripción es textual, y no necesariamente implica aceptación, aprobación o coincidencia con lo expresado por cada uno de los autores o documentos transcriptos.
(Ver Nota aclaratoria)
Fuentes:
- Salvaror Borrego. Infiltración Mundial, p.36.
- www.lagazeta.com.ar
Copyright © La Gazeta Federal
Ver notas relacionadas:
- Infiltracion mental.
Fuente: www.lagazeta.com.ar
Compartir en:
Leonardo Castagnino Historia
La Gazeta Federal en facebook
Nota:
La transcripción es textual, y no necesariamente implica aceptación de todos sus terminos. (Ver Nota aclaratoria)
| |