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LA DEUDA EXTERNA
(01) De nuestros economistas...
(02) La intervención armada
(03) Las predicciones
(04) Reportaje a Norberto Galasso
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De nuestros economistas...líbranos señor
“...(Argentina) hace veinticinco años que sigue rodando en la pendiente y en vez de contenerse, cada día aumenta la rapidez de su caída (…..) Así, cada crisis es dominada aumentando las causas que la produjeron: el empréstito; la concesión de grandes negocios a capitales extranjeros; la hipoteca de todas las tierra públicas y de las particulares; la venta en Europa de las tierras nacionales y el aumento de los gastos de la Nación”. Esta opinión tiene tanta vigencia que parece haber sido escrita hace poco tiempo en los diarios de nuestros días. Sin embargo fue escrito en 1890 por Carlos D´Amico, ex Gobernador de Bs.As.
La Confederación había caído bajo las garras del imperialismo económico ingles, principalmente por el alevoso negociado del empréstito Baring.
Durante el gobierno de Rosas, a pesar de las constantes conspiraciones y guerras civiles y guerras exteriores que debió soportar, hubo un cambio en la situación debido a distintos factores: un mejor y más austero manejo de los dineros públicos, la proteccionista ley de aduanas del 1835, y la suspensión o dilatación del pago de los servicios de la deuda; el bloqueo anglo francés vino a beneficiarnos con un “proteccionismo” extra.
En 1835 Rosas dicta la Ley de Aduanas proteccionista (contrario al tratado aperturista de 1825) que varias legislaturas provinciales le agradecieron. Se impusieron aranceles diferenciales según los productos se produjeran acá o no, artículos de lujo o no. Esto dio impulso a las industrias del interior, a los vinos, los textiles y hasta los astilleros de corrientes, y las telas inglesas le costaba competir con los ponchos nativos. Hasta se llegó a exportar cuero curtido de cabra que la legislatura francesa prohibió porque eran de mejor calidad que las suyas. (justamente los franceses, que están en el club nos quieren convencer del librecomercio).
El dictado de Ley de aduana de 1835 y la expropiación del Banco dominado por los ingleses (1836) desencadenan las agresiones anglo-francesas por el librecomercio y la libre navegación de los ríos para vender sus mercaderías en el interior, que Rosas resistió eficientemente, venciendo a las dos mayores potencias de la época, que hasta debieron desagraviar el pabellón nacional con la salva de 21 cañonazos. Claro que Rosas tenía un arma mortal contra los ingleses: los atacó en su “víscera más sensible”, el bolsillo, negándose a pagarle a los bonoleros ingleses mientras no se levantara el bloqueo del Río de La Plata. El bloqueo mismo funcionó como una aduana, impidiendo el ingreso de mercaderías y favoreciendo la industria local, que tomó impulso.
Desplazado Rosas en 1952 luego de Caseros, los liberales no solamente declararon la libre navegación de los ríos interiores que tanta sangre y sacrificio costó defender, sino que derogaron la ley de aduanas de Rosas y se favoreció la entrada no solo de manufacturas, sino hasta la importación de maestros norteamericanos (Sarmiento ) y hasta inmigrantes del norte, esa raza superior de ojos azules. Pero no vinieron esos. Vinieron italianos, gallegos, árabes etc. que no eran sino marginados y desocupados por la mano de obra inglesa que proveía de todos las manufacturas que necesitaban, hechas con sus propias materias primas.
Sarmiento no solamente despreciaba los indios nativos: "¿Lograremos exterminar los indios?. Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado". (El Progreso, 27/9/1844; El Nacional, 25/11/1876) ( Artículos de "El Progreso", 27.9.1844 y de "El Nacional", 19.5.1857, 25.11.1878 y 8.2.1879 ) o a los gauchos: "Se nos habla de gauchos...La lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de haraganes. No trate de economizar sangre de gauchos... Es lo único que tienen de humano. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos".(Carta a Mitre de 20 de Septiembre de 1861 y "El Nacional" 3/2/1857)
Tampoco quería a los italianos y los llamaba "bachichas" "palurdos" "ignorantes". A los Árabes los despreciaba porque "son una canalla que los franceses corrieron a bayonetazos al Sahara" y de los Irlandeses decía que eran "la chusma irlandesa organizada por los curas, que además son fanáticos y borrachos". Tampoco quería a los judíos, que los echa: "Fuera esa raza semítica ¿ o es que no tenemos derecho como alemanes y polacos para hacer salir a estos gitanos bohemios que han hecho del mundo su patria". (Sarmiento, Obras completas. Ed Belin Hnos. Paris 1909) (O.Sulé- Los heterodoxos del 80)
Caído Rosas, se impusó un genocidio de gauchos (“no ahorrar sangre de gauchos para abonar la tierra” (Sarmiento) declarando una guerra civil encubierta o "guerra de policía" (“Declarando ladrones a los montoneros, sin hacerles honor de considerarlos como partidarios políticos, ni elevar sus depredaciones al rango de reacción, lo que hay que hacer es muy sencillo” Carta de Mitre a Sarmiento 8-4-1863) y una política liberal que resultó desastrosa.
Principalmente durante los gobiernos de Mitre y Sarmiento, se tomaron empréstitos que aumentaron el endeudamiento en forma exponencial. Se concedían ferrocarriles con utilidades “garantizadas”, con sesión de tierras y hasta con capitales argentinos, se enajenaron los ferrocarriles con utilidades operativas (como el Oeste), se hacían ferrocarriles por parte del estado para favorecer el tráfico de los ingleses (como el Norte), se concedían graciosamente servicios, se permitía a los bancos ingleses la emisión de moneda, y se despilfarraron los dineros, entre otras cosas en el vergonzoso genocidio del pueblo paraguayo,(Ver La guerra del Paraguay ) y hasta se propuso el pago del endeudamiento con la entrega de parte del territorio nacional.( Luego de la guerra de la Triple Alianza, Paraguay tambien recibira los "beneficios" de estos emprestitos).
Los artífices de esta “maravilla financiera” fueron hombres como Rivadavia, José Manuel García, Mitre, Sarmiento, Norberto de la Riestra, Lucas González, Manuel Quintana, etc. que actuaban de los dos lados del mostrador, a tal punto que en muchos casos no se sabía a nombre de quien actuaba en cada negociación, y cambiándose de camiseta hacían de juez y parte, de contratista y comitente.
Rivadavia era Presidente y al mismo tiempo accionista y empleado de firmas y consorcios ingleses. (como la Famatina Minning Co). Rivadavia tenía “adhesión a todo lo que fuera ingles” (Parish, representante británico).
“desgraciadamente en esta cuestión, la conducta del señor Rivadavia desde que fue nombrado Presidente ha tenido la tendencia de acarrear odio y , casi podría agregarse, ridículo a lo que pudiera considerarse una autoridad suprema…; su repentina disolución del ex Gobierno de Buenos Aires …alarmó prematuramente a las otras provincias respecto de su propia suerte y ha determinado que se considerara la cuestión de federalismo o no federalismo, en un momento y de una manera que pudiera hacer muy difícil al Gobierno poner por obra sus planes”. (Informe de Parish a Canning - Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX. H.S.Ferns. p.182)
“Rivadavia era incapaz de lealtad, honestidad o siquiera buenas maneras en sus relaciones con los hombres que lo rodeaban con quienes estaba obligado a llevar los negocios de la comunidad. Odiaba a los hombres que eran más notables o tenían más éxito que él. No encontraba nada demasiado maligno que decir sobre San Martín y Bolívar.” (Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX. H.S.Ferns. p.178)
Bernardino Rivadavia y Manuel J. García, representantes de la oligarquía porteña, se encontraban en la cúspide del poder, la influencia británica está en su apogeo. Rivadavia solicitó el cargo de Ministro Plenipotenciario de las Provincias Unidas en Francia e Inglaterra, y viajó a Londres para ser designado presidente del directorio de la compañía minera “River Plate Mining Association”. Regresó el año siguiente a Buenos Aires, asegurando que “interpondría su prestigio a favor del negocio” (y que flor de negocio!!!).
Llegó a ser al mismo tiempo, Presidente de las Provincias Unidas, y director de al River Plate Mining, de capital mixto inglés – porteño. Se ocuparía entonces de nacionalizar el subsuelo de las provincias, incluidas las minas de Famatina.
El 6 de noviembre Rivadavia le informaba a Hullet (de la Minning): "El negocio que más me ha preocupado, que más me ha afectado, y sobre el cual la prudencia no me ha permitido llegar a una solución, es el de la Sociedad de Minas...todas las minas desocupadas de las provincias de Salta, Mendoza y San Juan se encuentran a disposición de La Sociedad. Con respecto a las existentes en La Rioja, cuya importancia es superior a las de las otras provincias, en el transcurso de un corto plazo, con el establecimiento de un gobierno nacional todo cuanto debe desearse se obtendrá...ello (ahora) es imposible por la posición en que ha sido colocado el Congreso; la necesidad de un cambio es evidente y las primeras medidas ya han sido tomadas...Me veo obligado a emplear la mayor circunspección para no comprometer inútilmente mi influencia y no debo decir mas por el momento"
El 27 de enero de 1826 informa a Londres: "Ya no puedo demorar por más tiempo la instalación del gobierno nacional...tan pronto que sea nombrado procederé a procurar la sanción de la ley para el contrato de la compañía" y el 14 de marzo, después aprobada y reglamentada la ley : "Las minas son ya, por ley, de propiedad nacional y están exclusivamente bajo la administración del Presidente de la República"(Del presidente de la República y socio de la Minning)
Detalles de estos “negocios” (para otros, por supuesto, no para los argentinos) pueden encontrarse con detalles en “Rivadavia y el Imperialismo Financiero.” (J.M. Rosa. Edición 1969)
Mitre hablaba del “...fecundo consorcio del capital ingles y del progreso argentino”...”Busquemos el nervio motor y veamos cual es la fuerza inicial que lo pone en movimiento. ¿Cuál es la fuerza que impulsa este progreso? Señores: es el capital ingles. Verdaderamente, señores, el capital ingles es un gran personaje anónimo cuya historia no ha sido escrita aun.” (Mitre, 7-3-1861).
“El sistema de libre comercio se convirtió en realidad práctica durante el régimen de Mitre(...) al cabo de tres años, hombres de negocios británicos habían establecido bancos, compañías ferroviarias y tranviarias en la Argentina(…) El banco de Londres y Río de la Plata (...) en siete años tenía una reserva de 100.000 libras y había pagado el 87 % de dividendos y estipendios sobre el capital. Las tasa de interés eran muy altas (18%). Tal era el paraíso de los prestamistas de dinero en el que había entrado el banco de Londres y Río de la Plata” (H.S.Ferns. Gran Bretaña y Argentina en el siglo IXX)
Norberto de la Riestra, un argentino transformado en "mister" luego de estudiar en Inglaterra, era funcionario del estado y representante de firmas inglesas. “En el ferrocarril del Sur, George Drabble era socio de Nicholson, Green & Co, otros de cuyos socios era Norberto de la Riestra, ministro de la provincia de Buenos Aires”...”era director residente en Buenos Aires del London Buenos Ayres & River Plate Bank Limited, abandonó su cargo de Ministro de Hacienda de la Provincia de Buenos Aires pocos meses antes de convertirse en accionista de la nueva compañía bancaria”(H.S.Ferns.)
Propone un proyecto de entrega del banco de la provincia de Buenos Aires a la firma "London, Buenos Aires and River Plate Bank Limited"... “designándose director residente en Buenos Aires a Norberto de la Riestra, por su larga experiencia y relaciones sociales y políticas” Los ingleses le dan un pergamino firmado por grandes personalidades, una estatua de Canning y un cofre de oro ornado con un magnífico topacio en la tapa. (V.Cutolo, citado por Norberto Galasso. De la banca Barinal FMI).
Según Sarmiento, de la Riestra “...era un empleado de comercio de casa inglesa en toda la extensión de la palabra”.
Sarmiento continúa aumentando el endeudamiento mediante empréstitos, entre otros para sofocar el levantamiento de López Jordán, o para financiar ferrocarriles (el Pacífico), “dirigido a sofocar a una empresa argentina” (el Oeste) según señala Scalabrini Ortiz en su obra. Su ministro Uladislao Frias pasa sin escalas del ministerio al directorio del Ferrocarril Pacífico. (Historia de los Ferrocarriles Argentinos).
Acorralado por las deuda el ministro Santiago Cortinez rebaja los sueldo en un 20% y debe renunciar, siendo reemplazado por Lucas González, educado en Londres, ex ministro de Mitre y habilidoso para atender a la vez, “los dos lados del mostrador”. Presenta un proyecto para saldar la deuda de Santa Fe con “el pago de lo adeudado con la entrega de tierras públicas” por intermedio de la firma inglesa Murrieta (de la cual es apoderado). Luego revende las Tierras a “The Provine of Santa Fe in the Argentine Republico f Ruth América as an Agridultural,Pastoral and IndustrialCountry”, que luego integra 2.000.000 de hectáreas del chaco santafesino con la empresa inglesa La Forestal Ltd. (no se si les suena). Los servicios de la deuda implican el 50% del presupuesto nacional y González recurre a nuevos ajustes de sueldos (25%)
“Los tenedores de bonos argentinos deben reposar tranquilos. La República puede esta dividida hondamente en partidos internos, pero no tiene si no un honor y un crédito, (...) Hay dos millones de argentinos que economizarán hasta sobre su hambre y su sed, para responder, en una situación suprema, a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros” (Nicolás Avellaneda, Los Mensajes) Fue la época en que a la fe en Dios nos agregaron la “fe pública en los mercados extranjeros”, y además de honrar padre y madre, nos agregaron “honrar la deuda”.
La sucursal Rosario del Banco de Londres y Río de la Plata (gestionado por del la Riestra), pretende mantener el monopolio de la emisión de moneda, y con maniobras especulativas provoca corridas para debilitar el banco de la provincia. El gobernador Servando Bayo mete preso al gerente. El cónsul inglés en Buenos Aires ordena que una cañonera fondee en Rosario y el banco ingles pide una audiencia al canciller argentino, Bernardo de Irigoyen. El banco inglés estaba representado por el mismísimo Manuel Quintana (luego presidente).
“Apenas el abogado (Manuel Quintana) (...) anunció por vía intimidatoria, que una cañonera inglesa se dirigía hacia el puerto de Rosario, el canciller, con digna reacción, se puso de pié y se negó a continuar hasta que Quintana se retirase del despacho, no aceptando que un argentino fuese portavoz de una intimidación extranjera” (testimonio de Zeballos en la Cámara de Diputados, junio de 1914. J.M.Rosa, Hist.Arg. t.VII,p.348) (Y penar que a Quintana lo tuvimos de presidente !!!)
Así fue como nos convertimos en “el granero del mundo”
“Cuando esto se discutía en el parlamento inglés, uno de los ilustrados defensores del librecambio decía que él quería, sosteniendo su doctrina, hacer de la Inglaterra la fábrica del mundo y de la América la granja de Inglaterra. Y decía gran verdad que en parte se ha realizado, porque en efecto, nosotros somos y seremos por mucho tiempo, si no ponemos remedio al mal, la granja de las grandes naciones manufactureras. Yo pregunto, señor, ¿Qué produce hoy la provincia de Buenos Aires, la primera provincia de la República? Triste es decirlo, solo produce pasto y toda su riqueza está pendiente de las nubes (...) Es necesario que se trabaje y produzca algo más que pasto”. (Carlos Pellegrini)
Los gobiernos posteriores a Caseros en general, no solamente permitieron el ingreso de mercaderías extranjeras, sino que hasta perjudicaron y despreciaron las nacionales, y en la legislatura porteña llegó a escucharse el argumento “que si no se sacan los aranceles a las telas inglesas, Buenos Aires se vería invadido de ponchos cordobeses” (como si eso fuera una calamidad). El mismo Sarmiento hablaba de la barbarie del interior, “... donde no se encuentran levitas o sillas de montar inglesas”.
La vocación de colonia inglesa se ve reflejada muchos de nuestros “próceres”:
"Densos nubarrones se levantan que presagian tormentas proteccionistas en las colonias inglesas, y la tendencia imperialista que va mordiendo fuerte el espíritu británico, no es por cierto una garantía para el porvenir de nuestro comercio internacional. Mucho hablamos de abrir nuevos mercados, sin notar acaso que más valdría asegurar los que ya tenemos, como el de Inglaterra, para quien deberíamos tratar de convertirnos marcantilmente en su mejor colonia, a fin de hacerle imposible dar preferencia a nuestros competidores de Canadá y de Australia." (Discurso pronunciado por el Dr. Ezequiel Ramos Mejía, presidente de la Sociedad Rural Argentina en la inauguración de la exposición rural de1902. En "Historia Gráfica de la Argentina Contemporánea", Tomo 3, Buenos Aires, Hyspamérica, 1985.)
La intervención armada
En varias oportunidades se pretendió reeditar las intervenciones armadas fracasadas en 1806, 1807 y bloqueos anglo franceses.
En 1901 Inglaterra es tentada a cobrar la deuda por la fuerza, como lo hizo con Venezuela, y como lo hará en otras oportunidades, pide ayuda Yanqui.
“El gerente del Banco de Londres en Buenos Aires entrevista a James Ferguson, subsecretario ingles de Relaciones Exteriores, para solicitarle – julio de 1891 – una intervención conjunta de Inglaterra y Estados Unidos en la Argentina, sola medida que a su juicio, puede establecer un buen gobierno allí” (J.M.Rosa.t.VIII p.306)
También una colonia galesa de la Patagonia, molesta por que sus hijos argentinos, como los demás hijos de esta tierra, debían cumplir con el servicio militar, pide la intervención al gobierno de Inglaterra para hacer de la Patagonia un territorio independiente bajo dominación inglesa. (citado por H.S.Ferns. Gran Bretaña y Argentina en el siglo IXX)
Las predicciones
Son elocuentes las olvidadas palabras que pronunciara por 1890 Carlos D´Amico, exgobernador de Bs.As. , que predicen muchas de las cosas que lamentablemente nos han sucedido.
“Dominada esta crisis, otra vez serán deslumbrados los argentinos por las riquezas excepcionales de esta tierra privilegiada y volverán a las andadas, y cada cinco años tendrán una crisis cuyos peligros irán creciendo en proporción geométrica, hasta que llegue un día en que deban a los judíos de Londres y Frankfort todo el valor de sus tierras; en que los usureros del otro lado del mar sean dueños de todos sus ferrocarriles, de todos sus telégrafos de todas sus grandes empresas, de todas sus cédulas y de las cincuenta mil leguas que les hayan vendido al vil precio. Cuando no tengan más bienes que entregar en pago, empezarán por entregar las rentas de aduanas, seguirán con entregar la administración de todas sus rentas, permitirán, para garantizar esa administración, la ocupación de su territorio y concluirán por ver flotar sobre sus ciudades, en sus vastas llanuras, en sus caudalosos ríos, en sus altísimas montañas, la bandera del imperio que protege la libertad de Inglaterra, pero que ha esclavizado al mundo con la libra esterlina, cadena más fuerte y más segura que el grillo de acero más pesado que haya usado jamás ningún tirano. Y no rían los argentinos, en su vanidad, de esta predicción. Por mucho menos que lo que ellos hacen, el Egipto está en la garra del león inglés, que jamás suelta su presa, y Méjico cayó en poder del águila francesa, de la que pudo salvarse solo por las inconstancias de Napoleón el chico, por el genio de Benito Juárez y por la incontrolable virilidad de sus hijos.”
“Decídanse los argentinos todos, pueblo y gobierno, a seguir los ejemplos que les ha dado la gran republica Norte América (…) unos ingleses han comprado vastos territorios en algunos Estados de la Unión Americana y ya se ha presentado al congreso un proyecto del ley para que los que ya los han adquirido o los abandonen o se hagan ciudadanos, lo que prueba que los norteamericanos se preocupan seriamente de impedir que los extranjeros se enriquezcan con los bienes de su tierra.”
“Siempre, hasta ahora, el pueblo ha gastado todo cuanto tenía en los lujos europeos y los gobiernos han contraído empréstitos enormes con la facilidad que no tiene más que elegir en la numerosa oferta y además, han hecho concesiones mas enormes que los empréstitos para que el capital extranjero se emplee en el país, en ferrocarriles, en telégrafos, en faros, en bancos, en puertos, en todo cuanto el ansioso capitalista puede inventar para aumentar sus sórdidas ganancias. El resultado es infalible: la crisis.
"Todas las proclamas sobre las ventajas que al país le reporta la introducción de capitales extranjeros, son mentiras calculadas para sacarle al argentino crédulo e indolente, hasta el último peso que le haya producido su tierra, como el suave movimiento de las alas del vampiro sirve para sacar hasta la última gota de sangre de su victima dormida.(…) Al mismo tiempo que destierran al usrero que les lleva el sudor de su frente, los argentinos deben arreglar sus bancos(…) Se gastará menos conviniendo todos en desterrar el lujo de costumbres, dando el ejemplo las familias de los magnates. Se gastará menos, prohibiéndose si es necesario la introducción de todo artículo de lujo (…) Pero, además, es necesario que se produzca más. Cuando la tierra argentina sea de los argentinos y produzca para ellos, cuado limiten a sumas razonables sus papeles, cuando gasten lo estrictamente necesario y destierren el lujo de sus presupuestos y de sus costumbres, cuando vuelvan a sus quicios naturales sus instituciones de créditos y no entreguen su dinero sin al comercio, a la industria y a la agricultura, cuando gasten menos y produzcan más, podrán redimir su papel moneda, podrán obtener sobrantes en sus presupuestos, que vayan a aumentar su tesoro y con los millones que de a poco guarden en sus cajas, podrán comprar las acciones de las grandes empresas que les llevan todas sus ganancias, hasta que puedan expropiar las existentes, no permitiendo otras sino con capitales propios, como hacen todas la naciones civilizadas del mundo. Solo entonces habrán adquirido la seguridad de que en sus vastas llanura fertilísimas, en sus caudalosos ríos, en sus altas montañas riquísimas, nunca flameará otra bandera que la que, según el poeta, “al cielo arrebataron sus gigantes padres”
(Carlos D´Amico. Citado por Norberto Galasso. De la banca Baring al FMI)
(HT)
Reportaje a Norberto Galasso
–¿Cuándo arranca la historia de la deuda?
- En 1824, con el empréstito de la Baring Brothers. Para la misma época el imperio británico concede financiamiento a varios países latinoamericanos (México, Colombia, Chile, Perú, Centroamérica) que estaban saliendo de su vinculación con España y querían presentarse como independientes. Canning, el primer ministro, los reconoce. Pero al mismo tiempo Inglaterra firma acuerdos de comercio y amistad recíprocos, que otorgaban beneficios a los comerciantes ingleses que dominaban en la región. Para la Argentina esa deuda no fue requerida, sino impuesta. Fue la forma en que el gobierno británico nos enganchó económicamente.
–Pero aquí alguien lo aceptó.
– Claro, y fue un escándalo. El primer negociador fue José Manuel García, ministro de Hacienda de Martín Rodríguez, gobernador de Buenos Aires de 1821 a 1824. Los otros ministros eran Rivadavia y De la Cruz. Aunque parezca insólito, enviaron a Inglaterra a negociar el empréstito a un comerciante inglés, llamado Robertson, y a otro comerciante que hacía negocios con los ingleses, llamado Félix Castro.
–¿Para qué se quería el dinero?
– En teoría para dragar el Río de la Plata, mejorar el puerto y para obras de salubridad. La deuda fue por 1 millón de libras, pero a la provincia llegaron sólo 140.000. Del resto, 150.000 libras se descontaron por el riesgo que implicaba prestarle a un país latinoamericano, otras 150.000 fueron la coima que se quedaron los negociadores por Buenos Aires y los hermanos Baring. Otro tanto se descontó por gastos que hizo Rivadavia cuando estuvo en Inglaterra. Además, la banca Baring cobró dos años de intereses por adelantado, más un 1 por ciento de amortización de capital: 130.000 libras. La comisión (blanca) por la operación fue de 25.000. Y 400.000 libras quedaron en Londres como pago de regalías de comerciantes británicos radicados en Buenos Aires a sus casas matrices, aceptado por el gobierno.
Al tercer año de la colocación de los títulos, el gobierno no pudo seguir pagando. El default –relata Galasso, sentado en su estudio que es un altillo repleto de libros, recortes de diarios y papeles desplegados por donde se mire– duró hasta 1857, cuando Norberto de la Riestra aparece en escena como el sucesor histórico de García, bajo el gobierno bonaerense de Valentín Alsina. En reconocimiento de los intereses caídos y de los pagos no realizados todos esos años, el gobierno acepta reintegrar 2,5 millones de libras, contra 140.000 que fueron efectivamente usufructuadas. “El representante inglés que negocia con De la Riestra les comunica a los tenedores de títulos que la propuesta fue tan buena que recomendaba aceptarla sin más dilaciones porque era muy superior a sus pretensiones originales”.
Con Bartolomé Mitre, en 1862, la deuda da otro salto. Primero transfiere los compromisos de la provincia de Buenos Aires a la Nación, legitimando lo actuado por Alsina y De la Riestra. Y después acuerda otro empréstito con la banca inglesa por 2,5 millones de libras adicionales, para lanzarse a la guerra con Paraguay. Pero, nuevamente, de los 2,5 millones de libras asumidos como deuda, el país recibe sólo 1,9 millón debido a los descuentos por el “riesgo país y las comisiones”.
Sarmiento, que sigue a Mitre, también se endeuda para continuar la guerra y “para armar fuerzas militares para reprimir el levantamiento de Entre Ríos”, cuenta Galasso. “Posiblemente Sarmiento también haya utilizado parte del dinero para construir escuelas. Sería una de las pocas veces en que existiría contrapartida, porque el drama de la deuda argentina es que la plata se usó para cualquier cosa, sobre todo para robarla, en lugar de ir adonde se suponía. En Brasil, al menos, se ven las fábricas. Se endeudaron, pero se capitalizaron”, describe Galasso. Al final del gobierno de Sarmiento, la deuda ya alcanzaba los 14,5 millones de libras.
Tomar deuda para pagar deuda es otra conducta que se repite a lo largo de la historia, con intereses y condiciones cada vez más perjudiciales para el país. En ese sentido, Lucas González, ministro de Hacienda de Nicolás Avellaneda, es identificado por Galasso como el continuador de García y de De la Riestra. Pero en 1890, el gobierno del ultraliberal Juárez Celman no puede cubrir más los compromisos generados con la banca Baring, por más que quisiera. “Hay dos versiones sobre las consecuencias de este hecho. Una es que la caída de la banca Baring se produce a raíz del default argentino. A mí me parece un poco exagerado. Considero que los problemas se agravaron, pero que ya venían desde 1888”.
Carlos Pellegrini, sucesor del depuesto Juárez Celman, termina renegociando la deuda, para lo que consigue que un grupo de empresarios locales financien al Estado. Los compromisos, igualmente, son muy pesados. Al final del gobierno de Sáenz Peña la deuda ya está en 78 millones, nivel que se mantiene durante la gestión de Roca, quien incorpora a Francia como prestamista. En cambio, se desboca con la administración del también ultraliberal Manuel Quintana: llega a 120 millones de libras.
–¿En algún momento se detiene el ascenso?
– Con Yrigoyen. Cuando aparecen gobiernos que son expresión popular, más allá de todos los defectos, contradicciones y debilidades que hayan tenido, la deuda baja. Lo mismo ocurre con Perón, Illia y Cámpora. En su primer gobierno Yrigoyen disminuye la deuda a 100 millones de libras. Alvear le devuelve el poder con obligaciones por 142 millones, y él vuelve a achicarlas a 135 millones. Es cierto que la primera vez se vio ayudado por el freno a las importaciones por la Primera Guerra Mundial. Y lo mismo ocurre con Perón con la Segunda Guerra.
“Con Perón es el único momento en que se llega a la deuda cero, cuando cancela los últimos 264 millones (pero ya de dólares, porque a partir de entonces Galasso hace la conversión) que quedaban”, afirma el historiador. Igualmente, hay un debate respecto a este tema, porque Perón tenía una deuda comercial flotante de unos 700 millones de dólares. “Pero el que la transforma en deuda financiera no es él, sino Aramburu y Krieger Vasena en 1957. Fuentes peronistas dicen que la deuda que Perón tenía en 1955 era de 57 millones”, sostiene el investigador.
Aramburu adhiere al FMI y Krieger Vasena asume en el Club de París como deuda financiera aquella deuda comercial flotante de 700 millones de dólares. “Desde ese momento empieza a tener peso el FMI y Estados Unidos desplaza claramente a Inglaterra como principal prestamista de la Argentina”.
“Con Frondizi –continúa– la deuda pasa a 1200 millones de dólares. Esta es la etapa marcada por Krieger Vasena y Alvaro Alsogaray. La deuda sólo desciende durante el gobierno de Illia. Guido le había entregado el poder con compromisos por 2000 millones de dólares y él los achica a 1700 millones. Pero se produce el golpe, pasan Onganía, Levingston y cuando Lanusse entrega el poder la deuda está en 3700 millones de dólares.”
Krieger Vasena, después de ser funcionario, pasa a ocupar un alto cargo como ejecutivo de la multinacional alimentaria Deltec Internacional, de capitales estadounidenses. Y más tarde recae en el Fondo Monetario. “El breve gobierno de Héctor Cámpora reduce la deuda a 3400 millones de dólares, después viene Perón y ya con Isabel la cosa se desbarranca”, sostiene Galasso. Cuando se produce el golpe de Estado la deuda se ubica en 5300 millones de dólares. Pero con la dictadura se convierte en el principal problema económico del país. La deuda pasa a 30.000 millones de dólares. “Se tomaban préstamos supuestamente para las empresas públicas, pero el dinero se utilizaba para sostener el aparato represivo y para la bicicleta financiera, que enriqueció a unos pocos”.
Es otra etapa donde la deuda es, de algún modo, impuesta. La banca estadounidense tiene un gran exceso de liquidez por los depósitos de los jeques árabes, que se enriquecieron con la fuerte suba del petróleo de 1973. “Ese dinero necesitan colocarlo en algún lado. La tasa de interés es de 4 por ciento anual y los bancos cargan con los costos de las comisiones, con tal de poder prestar el dinero”, ilustra el historiador. Martínez de Hoz, desde el Palacio de Hacienda, es un socio inmejorable para los banqueros. “Hay contratos de deuda donde está negociando por las dos partes la misma persona”, puntualiza Galasso, haciendo referencia a los negocios del estudio Klein-Mairal relatados al comienzo.
–¿Qué impacto tuvo el seguro de cambio que implementó el Banco Central en 1982?
– Fue la estatización de la deuda privada. Lo diseñaron González del Solar y Cavallo. Tuvo un costo de 15.000 millones de dólares, por lo que la dictadura llevó la deuda de 5300 a 45.000 millones. Cavallo les dijo a las empresas más beneficiadas, como Celulosa, Pérez Companc, Citibank, Acindar, Bridas, Alpargatas, Banco Ganadero, Fortabat y Techint, que refinanciaran sus deudas en dólares a largo plazo, que el Banco Central les vendería dólares al precio de ese momento. De esa forma, les licuó la deuda, en medio de un período de alta inflacionario. Alfonsín aceptó la continuidad del seguro de cambio, que estaba decretado hasta 1986.
Alfonsín, evalúa Galasso, intentó pelear para demostrar la ilegitimidad de la deuda hasta 1985. “Incluso logró rescatar las valijas con documentación que se habían llevado los hijos de Grondona y Martínez de Hoz del estudio Klein-Mairal. Esa información se encuentra hoy en el Congreso”, revela. Sin embargo, el gobierno radical no pudo sostener su posición. “Alfonsín argumentó que su gobierno dependía mucho del apoyo de Europa y Estados Unidos”, recuerda. En 1988, ocho meses antes del golpe de mercado que lo derribó del poder, Alfonsín dejó de pagar los intereses de la deuda. Carlos Menem “arregló las cosas, a favor de los acreedores, con el Plan Brady de 1992, tomando a valor nominal títulos que valían en el mercado un 18 por ciento”.
“Alfonsín le dejó a Menem una deuda de 60.000 millones de dólares, y Menem la llevó a 122.000. Además, aceptó la capitalización de bonos en la privatización de empresas públicas. Fue una pérdida enorme para el Estado, que condiciona el futuro de varias generaciones”.
Ver artículos relacionados:
Proyecto ABC - La unión latinoamericana.
Los ingleses.
El librecomercio.
El Banco Central.
Historia de los Ferrocarriles Argentinos.
El populismo.
Fuente: www.lagazeta.com.ar
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