El martes 10 de setiembre de 2013, en visita del Presidente Paraguayo Cartes a la Argentina, la presidenta Cristina Kirchner hizo entrega al Paraguay de una “réplica” de un sable con las siguientes palabras:
“…Yo también amo la historia y tengo un presente para usted que es la reproducción del sable del general San Martín. Como todos ustedes recuerdan, el general San Martín en su exilio otorgó el sable… Aquí algunos bonaerenses me miran con mucha sorpresa porque todo el mundo sabe que San Martín le dio su sable al brigadier general Juan Manuel de Rosas, pero los que muy pocos saben es que el brigadier Juan Manuel de Rosas en 1869 legó el sable de San Martín al mariscal Francisco Solano López”. Fuente: (http://www.casarosada.gob.ar/informacion/discursos/26707-almuerzo-en-honor-del-presidente-de-paraguay-horacio-cartes)
Legado del sable corvo de San Martin a Rosas.
Sin conocerse personalmente, Rosas y San Martín tuvieron amistad a través de la correspondencia mantenida entre ambos. El Libertador apoyaba la obra de gobierno del Restaurador. Esta relación fue ocultada o disimulada por la historiografía mitrista liberal. En 1844, seis años antes de su muerte, San Martín en su testamento, otorga a Rosas el sable libertador en su cláusula 3°:
“El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina, Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido, al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataron de humillarla”.
Esto no fue reconocido por Mitre y los unitarios, que trataron de ocultarlo, como lo demuestra la carta que Valentín Alsina le dirige a Don Felix Frías el 9 de noviembre de 1850 desde Montevideo. Refiriéndose a San Martin le dice:
“...como militar fue intachable; pero en lo demás era muy mal mirado de los enemigos de Rosas. Ha hecho un gran daño a nuestra causa con sus prevenciones, casos agrestes y cerriles contra el extranjero, copiando el estilo y la fraseología de aquel; prevenciones tanto más inexcusables, cuanto que era un hombre de discernimiento. Era de los que en la causa de América no ven más que la independencia del extranjero, sin importarle nada de la libertad y sus consecuencias...Nos ha dañado mucho fortificando allá y acá la causa de Rosas, con sus opiniones y con su nombre; y todavía legó a Rosas, tan luego su espada. Esto aturde, humilla e indigna y...pero mejor no hablar de esto. Por supuesto en el diario me he guardado de decir nada de esto...” (J. Sulé. La Coherencia política de San Martín)
Tampoco se lo perdonará Sarmiento, quien había visitado a San Martín en Europa, y ante expresiones adversas que Sarmiento trató de hacer sobre Rosas, es interrumpido por el dueño de casa:
“Ese tirano de Rosas que los unitarios odian tanto, no debe ser tan malo como lo pintan cuando en un pueblo tan viril se puede sostener veinte años...me inclino a creer que exageran un poco y que sus enemigos lo pintan mas arbitrario de lo que es...y si todos ellos y lo mejor del país, como ustedes dicen, no logran desmoronar a tan mal gobierno, es porque la mayoría convencida está de la necesidad de un gobierno fuerte y de mano firme, para que no vuelvan las bochornosas escenas del año 20, ni que cualquier comandante de cualquier batallón se levante a fusilar por su orden al Gobernador del Estado” (Galvez, Manuel. “Vida de Sarmiento”. Emece Edit. 1945)
Sarmiento, despechado, le comenta en carta del 4 de septiembre de 1846 a su amigo Antonio Aberastain:
“...va Ud. a buscar la opinión de los americanos mismos (en Europa) y por todas partes encuentra la misma incapacidad de juzgar. San Martín es el ariete desmontado ya que sirvió a la destrucción de los españoles; hombre de una pieza; anciano batido y ajado por las revoluciones americanas, ve en Rosas el defensor de la independencia amenazada y su ánimo noble se exalta y ofusca...San Martín era hombre viejo, con debilidades terrenales, con enfermedades de espíritu adquiridas en la vejez; habíamos vuelto a la época presente nombrando a Rosas y su sistema. Aquella inteligencia tan clara en otro tiempo, declina ahora; aquellos ojos tan penetrantes que de una mirada forjaban una pagina de la historia, estaban ahora turbios y allá en la lejana tierra veía fantasmas extranjeros, todas sus ideas se confundían, los españoles y las potencias extranjeras, la Patria, aquella Patria antigua, la estatua de piedra del antiguo héroe de la independencia, parecía enderezarse sobre el sarcófago para defender la América amenazada...” (Soler Cañas, Luis: “San Martín, Rosas y la falsificación”)
Legado de la espada de J.M. de Rosas a Francisco Solano López
El 17 de febrero de 1869, mientras Francisco Solano López y el pueblo paraguayo se debatían en la guerra contra la Triple Alianza, Rosas legó la "Espada Diplomática y Militar”, según carta que le envía a su amigo José María Roxas y Patrón el 17 de febrero de 1869, donde dice textualente:
"Su excelencia el generalísimo, Capitán General don José de San Martín, me honró con la siguiente manda: “La espada que me acompañó en toda la guerra de la Independencia será entregada al general Rosas por la firmeza y sabiduría con que ha sostenido los derechos de la Patria”. Y yo, Juan Manuel de Rosas, a su ejemplo, dispongo que mi albacea entregue a su Excelencia el señor Gran Mariscal, presidente de la República paraguaya y generalísimo de sus ejércitos, la espada diplomática y militar que me acompañó durante me fue posible defender esos derechos, por la firmeza y sabiduría con que ha sostenido y sigue sosteniendo los derechos de su Patria".
J.M. de Rosas legaba a Francisco S. López su propia espada, y no el sable que le legara San Martín a Rosas.
El regreso del sable de San Martín
El 3 de marzo de 1897 llega al puerto de La Plata un vapor inglés trayendo el sable corvo de San Martín que Manuela Ortiz de Rozas de Terrero remitía desde Inglaterra para ser depositado en el Museo Histórico Nacional, según un pedido que el doctor Adolfo Carranza, Director del mencionado Museo, le había hecho.
Manuelita envía a Buenos Aires la reliquia y encomienda a un sobrino, Juan Manuel Ortiz de Rozas representar a la familia en el acto de entrega, que se hará en manos del Presidente Dr. José Evaristo Uriburu.
El sable de San Martín estaba en poder de Máximo Terrero, esposo de Manuelita, porque Rosas lo había dispuesto Rosas en su testamento.
La caja que transportaba el sable desde Inglaterra tenía una pequeña placa de bronce que llevaba como inscripción la disposición testamentaria de San Martín. Dicha placa se había perdido misteriosamente en algún momento previo al depósito del sable en el Regimiento de Granaderos a Caballo.
El 4 de marzo de 1998, en un acto celebrado en el Regimiento de Granaderos con autoridades Militares y del Instituto Nacional Sanmartiniano y del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, se colocó una replica de dicha pequeña placa, cuyo extravío venía a ser funcional con uno de los ocultamientos de la historia respecto de San Martín y Rosas: la cláusula testamentaria en la que legaba su sable al Caudillo de Bs.As.
El Revisionismo venía a remediar estas "distracciones" de los historiadores seguidores de la tesis mitrista de escribir la historia "respetando los nobles odios".