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CARCEL, EXILIO Y MUERTE DE RICARDO LOPEZ JORDAN
                          

Ricardo López Jordán

(01) El engrillado
(02) El Exilio
(03) El asesinato de López Jordán
(03) Bibliografía.
(04) Artículos relacionados.

El engrillado

López Jordán es engrillado en Paraná y alojado en una celda, pared de por medio con la catedral. En Buenos Aires se rumorea que el defensor sería Dardo Rocha, siendo en definitiva el doctor José María Moreno. La causa tiene diversas alternativas, entre otras la recusación del juez federal doctor Zarco, por parcialidad manifiesta, ya que en telegrama llamaba “forajido del 11 de abril” al caudillo. El 6 de enero el caudillo es trasladado en el vapor “Lujan” a Rosario y alojado en una celda de la aduana, asumiendo la defensa Nicanor González del Solar, quien solicita la libertad de Jordán bajo fianza del general Benjamín Virasoro, pero el juez Zubiría dictamina que no ha lugar. El procurador general Eduardo Costa aconseja en cambio darle la excarcelación y en la vista correspondiente expresa:

“La circunstancia de haber asumido su responsabilidad en una proclama, es el único cargo que se le hace, y él ha negado que esta circunstancia importara asumir la responsabilidad el asesinato y declararse asesino, lo que a la verdad difícilmente se concibe que hubiera podido ser su mente. El ha explicado que fue solo su intención asumir aquella responsabilidad en vista de la situación creada y ponerse a su frente para evitar los males consiguientes a la anarquía” (La Capital, de Rosario, edición el 26 de marzo de 1879) López Jordán no sume jamás la responsabilidad del asesinato y la misma Suprema Corte - en fallo dictado el 22 de marzo - expresa que los cargos hechos al ex gobernador entrerriano no se hallaban justificados de modo alguno.

La prensa de Buenos Aires ventilaba el proceso; un artículo titulado "La hiena", publicado en "La Patria" Argentina del 29 de marzo de 1879, expresa lo siguiente:

“Jamás declaró Jordán que él fuera el autor de la muerte de Urquiza, muerte que Sarmiento festejó interiormente. Lo que hizo (Jordán) fue hacerse solidario de la revolución que la produjo como un accidente de ella. Si declaró la guerra a la nación, fue porque el Presidente puso a Entre Ríos en ese extremo lamentable. Apenas llegó aquí la noticia de la muerte de Urquiza, Sarmiento, sin más averiguación, resolvió intervenir y al efecto lanzó su proclama declarándolo. Muerto Urquiza, a quién tenía un terror pánico, aprovechó la ocasión que se le presentaba de "meterle el diente" a Entre Ríos, haciendo cómplice a la Nación del único propósito que tenía en vista, y que era hacer servir aquella provincia a la imposición de Dr. Avellaneda para Presidente de la Republica" (Colección La Patria. Biblioteca Nacional)

Vemos como los "civilizados ideales sarmientinos" no son tales. Esta acusación al juego sucio político de Sarmiento es posible encontrarla en otros escritos de la época, "casualmente" poco conocidos; entre ellos, las 'Cartas sobre la intervención a la provincia de Entre Ríos' de Alejo Peyret

Ricardo López Jordán

El caudillo encarcelado recibe correspondencia de amigos. En octubre de 1878 otra muestra de amistad dada por una comisión que se forma en Buenos Aires con objeto de dar ayuda económica los hijos del caudillo; está integrada por Evaristo Carriego, José Hernández y Carlos Guido y Spano, entre otros. Desde Buenos Aires le escribe Francisquillo Fernández; le manifiesta que aguarda la llegada de Ricardo López Jordán (hijo) al colegio, donde lo recibirá como a un hijo propio por considerar al caudillo como su propio padre, agregándole que " De Larroque ni de nadie espere en Buenos Aires ni agua, ni Ud. ni ninguno. Esto está sembrado de sal" y en la post data le pregunta si "¿recibió el dinero?", lo que da cuenta de la precaria situación del caudillo.

El Presidente Avellaneda recibe diversos pedidos de libertad para el reo; uno de ellos, el del coronel Lorenzo Latorre, quien solicita "a favor de la familia de la esposa del general López Jordán que acaba de perder a su anciano padre, el Sor Puig y que se encuentra en la más afligente situación; y mi pedido tiene por objeto interesar la conmiseración de V.E. por la libertad del General, después de su larga y penosa prisión. V.E. daría con ese paso, una nueva prueba de su larga y generosa política, obligando a la gratitud de una larga familia que ha sido objeto de largos infortunios" (Eduardo de Salterain Herrera).

En la tarde del 11 de agosto de 1879 el preso es visitado por su esposa Dolores Puig y sus hijos Eduardo, Pepa y Lola, solicitando aquella pasar la noche en la celda para atender a don Ricardo por estar enfermo. Así lo hizo, en compañía de sus hijos. La mañana del día 12 llegó; sólo permanecía en la celda la esposa de don Ricardo, doña Dolores Puig. Uno de los guardias, la noche anterior, había visto retirarse a una mujer acompañada por una niña. Evidentemente la mujer no era otra que don Ricardo, que en fuga romántica se escabullía a la vista de un oficial y 22 soldados que lo custodiaban. El sumario correspondiente fue publicado en La Capital de Rosario, ediciones del 23 al 30 de agosto de 1879.

Se allanan varios domicilios en Rosario, entre otros el del abogado defensor González del Solar sin ningún resultado. La prensa da noticias sensacionalistas y rumores de distinto tenor. El articulista de "El Correo Español" de Buenos Aires da cuenta de que la esposa del Caudillo convenció a éste de que una turba atacaría la cárcel para apoderarse de él, siendo esa la causa de la evasión, y agrega en el artículo:

“Algunos órganos se ceban con el mártir entrerriano: dan por probados el cúmulo de crímenes y delitos que el odio, la saña, la mala fe han ido amontonado sobre su cabeza y presentándolo como un monstruo de la naturaleza. ¡Y la fiera sanjuanina goza de plena liberad, y se permite insultar al mundo con su procaz lenguaje!”

Hay diversos rumores; unos lo dan en Montevideo, otros en Buenos Aires y otros, camino a Mendoza o en casa del doctor Querencio. Un artículo de "La libertad" hace notar que los partidos políticos explotan el suceso, cada cual a su modo, pero que "nadie se hace cargo", llegando a la conclusión de que "López Jordán ha fugado porque no tenía otra cosa que hacer, dado el extremo en que lo habían colocado. Tanto quisieron hacer con él que el exceso de martirio y la perspectiva de un suplicio tenían que obligar al hombre a jugar el todo por el todo en defensa de su vida" (Reproducido por La Capital, 21 de agosto de 1879).

Del sumario instruido se desprende que la evasión se produjo con al ayuda de Pedro Romero, un entrerriano valiente y decidido, oficial suyo, que lo visitaba con frecuencia.

La policía busca en todos los rumbos sin dar con el evadido, telegrafiando un curioso retrato de López Jordán:

“Hombre de cincuenta y cinco años, aunque demuestra más edad, casi calvo, frente arrugada que sufre contracciones al hablar, boca y dientes grandes, teniendo el defecto de pronunciar la letra “a” con acentuación muy marcada, como si uno de los dientes le impidiera pronunciarla suave. Debe tener barba y de tenerla, la llevará abierta, aunque no muy larga, Ojos muy grandes y vivos. Nariz regular. Orejas un poco chicas y muy puntiagudas en la extremidad superior, siendo bastantes separadas del cráneo. Estatura regular. Hombros y cuerpo fornido, auque hoy está delgado. Al hablar, tiene la costumbre de echar el sombrero atrás, y la cabeza”

Fermín Chávez en su obra “Vida y muerte de López Jordán” acota que “Ese modo de echar atrás el sombrero y la cabeza era el gesto familiar y épico de un Entre Ríos que el nieto de doña Tadea Jordán sentía subir de su cintura como un puñal del alma”


El exilio

Ricardo López Jordán

López Jordán se mantiene entre amigos en Fray Bentos, mientras el Presidente Uruguayo resuelve su pedido de asilo. A tal fin, éste le escribe a Avellaneda en términos tales que, sin negar una extradición en caso de solicitarse, "se vería en la necesidad de atender aquel reclamo" y deja entrever en su nota algunos conceptos que dan cuenta de su predisposición a conceder el asilo político, citando algunas circunstancias como que López Jordán es ciudadano oriental nacido en Paysandú, y estando su prestigio deteriorado, no representa ya un peligro político. Las suspicacias del Presidente Uruguayo dan el resultado esperado por éste; no se lleva a cabo el pedido formal de extradición.

Alguna prensa toma partido, aún sin ser parte, como el "Il corriere Italiano de Buenos Aires" que en su edición del 12 de diciembre publica: "López Jordán. Il celebre rivoluzionario entrerriano se trova a Nuova Palmira nella República Orientale, dove tranquilamente s'è dato alla coltivazione del bestiame". Es el mismo "Corriere" que defendía las fechorías del corsario italiano Giuseppe Garibaldi, "El chacal de los tigres anglosajones".

Como era de esperar, varios movimientos políticos de Buenos Aires, tratan de llevar agua para su molino, ganando las simpatías del caudillo que aún conservaba prestigio entre los federales, especialmente en el litoral. Don Ricardo se mantuvo fiel a sus ideales federales y se mantuvo prescindente y guardando la prudente distancia necesaria.

Entre los que trataban a toda costa ganarse la adhesión de don Ricardo, estaba Julio A. Roca, “el zorro”; Francisco F. Fernández - ahora adherido al Roquismo -, ex secretario de López Jordán con quien conserva amistad, y programando un viaje para visitar al caudillo entrerriano, le escribe una carta al “zorro”:

Buenos Aires, Diciembre 15 de 1879
Sr. Gral. Julio A. Roca
Como te lo anuncié, partiré a visitar al Gral. López Jordán, presidiendo la comisión a amigos. Llevo al proscripto el consuelo de tu amistad y patriotismo, recordando cuanto en su obesquio me tienes dicho; pero, te escribo, a última hora, por si algo quieres agregar al obsequio que para él me has remitido, y afectuosas palabras que para él me tienes encomendadas. Te quiere tu amigo y condiscípulo.
Francisco F. Fernández

El “zorro” no desperdicia la oportunidad de agregarle unas líneas a dicha carta:

"Mi querido Francisco: me refiero a cuanto te tengo protestado de mucho tiempo atrás, a favor de nuestro compatriota el Gral. López Jordán. Creo en él como en un amigo sincero, en un elemento de orden, en un elemento de paz; y te consta cuanto es mi deseo, si subo a la Presidencia, de gobernar con el pueblo y con la Ley.
Estréchale la mano en mi nombre y pídele el último esfuerzo en el infortunio.
Te deseo buen viaje.
Tuyo afectísimo.

Le faltó solamente adjuntarle una ficha de afiliación al roquismo y una boleta de urna, y es increíble como el “zorro” borraba con el codo lo escrito con la mano unos años antes en carta al entonces Presidente Sarmiento:

“Verdaderamente ha sido una suerte y lo es por el país, Señor Presidente, que este caudillo vulgar y sanguinario no posea una sola chispa militar, y que no tenga más razón del rol que desempeña que ser la personificación y el representante genuino de esa masa de población que aún permanece bárbara en Entre Ríos y el de haber sido puesto en camino por ser su víctima el general Urquiza” (Francisco M. Vélez. Ante la posteridad – Personalidad marcial del Teniente General Julio A. Roca. Buenos Aires. 1838)

En esta carta, no solamente insulta al noble caudillo, sino que además le niega “chispa militar” a quién los tuvo con el corazón en la boca, casi desarmado, recorriendo toda la provincia sin poder batirlo, tal como lo atestigua el propio Roca en comunicación escrita a Ignacio H. Fotheringham durante la campaña contra Entre Ríos en que ambos participaban del bando liberal: “Si López Jordán no se quiebra el pescuezo en alguna rodada, no veo muy bien cuando ni cómo se concluirá esta campaña”, (Ignacio Fotheringham. La vida de un soldado)

Como acota Fermín Chávez en su obra “Vida y muerte de López Jordán”, seguramente el caudillo, al leer al carta, habrá pensado: “Buena treta del zorro Roca”. El caudillo no entra en el pial, porque siendo hombre de campo, era conocedor de los zorros que se acercan al corral de ovejas, con piel de cordero.

En Fray Bentos el caudillo recibe visita y correspondencia de sus amigos y hombres más fieles. El 24 de diciembre, desde Gualeguaychú, su amigo Ramón Nievas le avisa que en el próximo vapor le envía dos caballos:

“...el blanco se lo manda Casal, el colorado Lorenzo Barrios, vecino de ésta e hijo de la Victoria; el colorado es caballo de marcha incansable, granero y manso a toda prueba; el blanco es parejero; deseo que ellos le sirvan y llenen el deseo de subir Ud. un caballo de esta infortunada Patria” (Archivo López Jordán.) No hace falta agregar comentario a las palabras sencillas de este criollo que trataba de cubrir en parte las añoranzas de su amigo en desgracia. Para conocer la situación del caudillo en el exilio, basta con leer otra carta del mismo Nievas, en que le remite una boquilla de fumar, a fin de salvar “la falta de la que se le quebró a Vd. cuando estaba en el Rosario”

A mediados de febrero de 1880 el general López Jordán esta en Montevideo, y la prensa anuncia que piensa trasladarse a Nueva Palmira para administrar un establecimiento de campo. El 1° de abril de 1881, el diario "La Republica" de Buenos Aires, titulando “La vuelta de López Jordán”, da cuenta que “D. Ricardo López Jordán se ha presentado al Gobierno de Corrientes, pidiendo una concesión de 20 leguas de tierra en Misiones para establecer una colonia, de la que él va a ser gerente. Con este motivo, el Gobierno de Corrientes consultó aquí si podía hacérsele esa concesión, y se le contestó que estando López Jordán bajo jurisdicción de los tribunales, ellos lo llevarían a la Cárcel Pública si volviese a territorio argentino” Los tribunales y los gobiernos “liberales” siempre impartiendo “estricta justicia”...sobre todo con aquellos caídos y exiliados que expusieron su tranquilidad, su fortuna y su pellejo luchando por la Patria.

López Jordán se mantiene fiel a sus viejos amigos y federales entrerrianos, prescindiendo de las luchas políticas y tentaciones del roquismo y del juarismo, como también de la vorágine “liberal mercantilista” que tallaba en Buenos Aires.

En 1888 el presidente Juárez Celman decreta una amnistía para los emigrados políticos, y en diciembre del mismo año el caudillo entrerriano se traslada a Buenos Aires, sin más ambiciones que la relación con sus hijos Dolores, Josefa, Ricardo, Eduardo, Ramón, Mercedes y Sara. Relacionado con viejos amigos, solo aspira a su reincorporación al ejército nacional, al que pertenecía.


El asesinato

Guerra del Paraguay  - Leonardo Castagnino La tarde del 22 de junio de 1889, en que se dirigía hacia el domicilio de su amigo Dámaso Salvatierra, lo hace por al calle Esmerada hacia el sur, y al pasar frente al N° 562, pasando Tucumán, un hombre joven se le acerca por detrás, sin ser advertido por el caudillo. La prensa vespertina consigna la siguiente noticia:

“Con verdadero pesar llevamos a conocimiento de nuestros lectores el atroz atentado consumado contra el general López Jordán, hoy, a las 12 menos cinco. El general transitaba por la calle Esmeralda entre Lavalle y Tucumán, y al saludar al coronel Leyría, que en ese momento cruzaba por la vereda opuesta, se vio de pronto y por detrás atacado por un individuo alto, moreno, de poblado bigote negro, que dice llamarse Aurelio Casas, entrerriano, casado, quien descerrajó sobre el General dos tiros de pistola Lafaucheaux, fuego central calibre 12, una de cuyas balas penetró en la parte posterior de la cabeza, cerca de la oreja derecha, atravesando la masa encefálica. El General cayó instantáneamente y fue conducido a la farmacia de José Menier, cita en al calle Esmeralda y Tucumán…” (Sud-Americana, Buenos Aires, 22 de junio de 1889)

El matador es arrestado y declara haberlo hecho en venganza por la muerte de su padre, Zenón Casas, oficial “florista”, durante la segunda rebelión jordanista. Las noticias de la época y el proceso del imputado dejan muchos cabos sueltos y suspicacias sobre el lamentable hecho:

En primer lugar la muerte de Zenón Casas, padre del asesino y según el declarante motivo de venganza, no es cierta:

“Si se tiene en cuenta que Zenón Casas, según los datos personales que he obtenido, fue primero partidario de López Jordán y después su enemigo político, y si se tiene presente la versión que corre en Entre Ríos, de que yendo Casas en viaje al Uruguay, con una partida de diez hombres, estos mismo lo ataron y le dieron muerte para librarse de su mando, se comprenderá cuan injusta es la responsabilidad o la imputación que se ha hecho a López Jordán de la muerte de este hombre. Esta injusticia es más resaltante, si se recuerda, que so pretexto de la muerte de este hombre y la partida que lo acompañaba, fue muerto por las fuerzas del Gobierno, el comandante Camejo…” (Dictamen del Agente Fiscal. Fallos y disposiciones de la Excma. Cámara de Apelaciones de la Capital. Publicados por Luis S. Aliaga y Daniel J Frías, tomo IX. Buenos Aires, 1896)

En el mismo Dictamen se consignan algunos detalles sugestivos: “…los testigos Andrés Pigneto y Luis A. Leompart, que oyeron decir que el procesado se encontraba en Buenos Aires, porque lo había traído don Justo Urquiza; y por otra parte, José Abella, que declara: que además de tener conocimiento que Justo Urquiza buscaba a Aurelio Casas, afirma que fue visto por el citado Urquiza, para que matara al general López Jordán, y Felipe Limo, que afirma también saber que el citado Urquiza hacía diligencias para dar con el paradero de Aurelio Casas”

Por su parte la familia Urquiza le hace llegar a la familia del matador, una fuerte suma de dinero en concepto de “donación”. La gente comenta sobre esta “donación” y en una hoja sin pié de imprenta publicada en Gualeguaychú se lee la siguiente noticia:

“Sin comentario”. Se ha promovido una suscripción entre los miembros de la familia Urquiza para regalar 70.000 pesos a la esposa del sujeto Aurelio Casas, el asesino del general Ricardo López Jordán.
El doctor Diógenes Urquiza ha suscripto la mitad de esa suma, es decir, 35.000 pesos nacionales. Cuando el criminal conozca esta noticia, se convencerá que su esposa y sus hijos van a salir de la miseria en que han estado hasta ahora”
(Fermín Chávez, Vida y muerte de López Jordán)

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Fuentes:

- Chávez, Fermín. Vida y muerte de López Jordán. Edit. Theoría
- Igancio H. Fotheringham. “La vida de un Soldado o Reminiscencias de las Fronteras”.Bs.As.1908
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

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Fuente: www.lagazeta.com.ar

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