Desde temprana edad, Juan Manuel se integró a las tareas del campo, compartiendo tareas y distracciones con las peonadas. Con un fÃsico privilegiado desarrollado en las tareas más duras, inteligente y de singular personalidad, pronto serÃa el más criollo entre los gauchos.
Conoció en detalle todos los trabajos, los animales y tareas, y su intuición innata lo hizo comprender y conocer de la gente que lo rodeaba. Su habilidad para el lazo, el caballo o la boleadora, pronto le hizo ganar la admiración y el respeto de toda la gente de la campaña. Su fama de hombre de palabra, su rectitud y empeño por el trabajo, le dio un gran prestigio.
Detallista y meticuloso administrador de bienes públicos o privados, escribió unas “Instrucciones a los mayordomos de estanciaâ€, que resultan un verdadero documento histórico.
Fueron escritas por Juan Manuel hacia 1825, como papeles sueltos y sin ánimo de publicarlos. Su recopilación fue publicadas en el año 1856 por la Imprenta Bonaerense, y es muy intersante porque muestran la meticlocidad de su carácter y el conocimiento de los hombres y las faenas del campo que tenÃa Juan Manuel, hasta en sus mÃnimos detalles.
La “instrucciones†abarcan todo el espectro de tareas: las poblaciones, manejo de las caballadas, vacunos y lanares, administración y hasta la forma en que se debÃa resguardar la quinta de animales dañinos.
El manejo de caballos y tropillas fue uno de los temas, de cuyo capÃtulo extraemos los principales párrafos, según las distintas disposiciones para su cria, manejo, amanse y cuidado:
Los capataces deben procurar entrarse por los rodeos y por entre las crÃas o haciendas para aprender a conocerlas bien; para de ese modo poder echar de menos las que le faltan, y poder dar razón de todas las haciendas; muy particularmente para cuando llegue el caso de que yo haga preguntas sobre este o aquel animal y sobre todos.
Lo sacará afuera del rodeo, enfrenado y le dirá: "la mano"; si a las tres veces de decirle, no la entrega, le jugará en ella con el cuchillo. Entregada la mano, le recortará el vaso, si es que tiene algo que recortar; esto mismo se hará con las patas de atrás. En seguida verá si tiene el vaso malo, y si lo tiene, lo compondrá. Los hormigueros no los agujereará con cuchillo sino con la punta de un asador.
A la tarde los echará al rodeo una hora antes de ponerse el sol, y se ocupará de agarrarlos de la cola y hacerlos parar de ella, rascarlos con el cuchillo, y luego ponerles los cordeles. Los lunes les ensebará bien los nudos de las manos y patas con sebo derretido, y a los caballos que tengan las colas comidas, se les engrasará con grasa en rama, de vaca, o de potro de la que hubiese. Las sogas y los bozales debe tenerlos siempre suaves y blandos para que no maltraten. Debe tener siempre dos caballos atados a soga, a los que dará agua diariamente y galopará y recorrerá como a los demás.
Debe tener doce maneas blandas, buenas y fuertes, para lo que se ocurra en el trajÃn diario. El que los cuida jamás los trajinará sin espuelas y el que anda sin espuelas dándoles riendas, o trajinándolos, o enseñándoles al rodeo, cometerá un delito. En esto debe haber gran cuidado.
Caballos:
Debe haber el más delicado y puntual esmero en que el que trabaje en un caballo no lo remate, y que lo mude antes que se ponga pesado. No hay cosa más mala que rematar o cansar un caballo. De ello resultan las muertes y el consiguiente menoscabo. El caballo cansado si no muere queda lisiado, y a poco trabajo que haga, se enferma y se cansa. Para evitar todo esto y aun las más maltrataduras, es lo mejor mudar frecuentemente. Esto mismo debe tenerse presente cuando se mande algún chasque, para hacerle mil encargues con el fin de que camine de modo que no canse el caballo, al trote y galope, más trote que galope.
Animales con postemas u hormigueros:
Los animales que se noten con postemas se deben voltear y reventárseles para que sanen. Dichas postemas se abren bien con el cuchillo para que no vuelvan a criar maleza.
Los animales muy vasudos deben desvasarse. Y cuando algún caballo tiene malo un hormiguero en los vasos, se le hace un agujerito con el cuchillo, pero lo mejor es sacárselo con un asador caliente.
Los caballos porrudos deben desporrarse.
Caballos delgados:
Es muy necesario tener caballos delgados para andar, es decir, que ni para recoger ni para nada debe ensillarse un caballo potente de gordo: porque el trabajar en un caballo gordo no es más que para mañerearlo y acobardarlo. Cuando la caballada está muy gorda, se acorrala a fin de que se adelgace, y cuando uno quiere tener algunos caballos delgados se tienen a soga.
Estacas:
Los lingotes o trozos, o estacas de atar caballos deben distar unos de otros lo preciso, a fin de que los caballos atados a soga no se alcancen o enreden unos con otros.
Deben los capataces cuidar de observarlos al recoger dichas manadas, y lo que se hace es acollarar a los porfiados con las yeguas más seguras, a fin de que de este modo anden las manadas juntas y no en tropillas, unas por un lado y otras por otro.
Caballos de tiro:
Los caballos de tiro o potros parejas que se noten, pueden ser buenos para cocheros, se reservarán y amansarán con cuidado, y si entre la caballada sale algún animal como para mÃ, se reservará para mi tropilla.
Asi recuerda Juan Manuel el caballo que le regaló don Claudio Stegmann en agracimiento al Restaurador por un permiso para establecer una pulperia en el partido de Pilar.