(01) La expedición auxiliadora
(02) Fuentes
(03) Artículos relacionados.
La expedición auxiliadora
La revolución francesa había instalado la religión de la Razón, a sangre y fuego. No importaba la opinión del interior. La inflexible voluntad de Robespierre no admitía medias tintas, y las ideas libertarias debían imponerse de cualquier forma, aún a costa de miles de vidas.
La revolución de mayo, y el propio Moreno, no escapaban a esa influencia. Imponer los ideales libertarios era un deber ineludible, y si los pueblos del interior no adherían voluntariamente, se los debía someter por la fuerza. La reconstrucción del Virreinato con Buenos Aires a la cabeza estaba dentro del ideario porteño, y por eso mandó ejércitos “auxiliadores” a Córdoba y el Alto Perú.
No escapaban a esta política las rebeldes Montevideo y Asunción. Pero había un inconveniente: en la Banda Oriental surgió un caudillo inclaudicable, que defendió la autonomía oriental hasta su último aliento; en Paraguay había una larga tradición de autonomía y apego al terruño. Los paraguayos habían protagonizado la revolución de las comuneros, habian encarcelado obispos y gobernadores, y hasta un enviado de Carlos V había sido tomado prisionero.
La Junta de Buenos Aires no tuvo en cuenta estos antecedentes, y la interesada opinión de Espíndola al regreso de su fracasada misión al Paraguay, hizo suponer a la Junta que una simple expedición de trámite rápido, pondría a los paraguayos bajo su influencia. El propio Belgrano da cuenta de esto:
“Me hallaba de vocal en la Junta provisoria, cuando en el mes de Agosto de 1810, se determinó mandar una expedición al Paraguay, en atención a que se creía que allí había un gran partido por la revolución, que estaba oprimido por el gobernador Velazco, y unos cuantos mandones, y como es fácil persuadirse de lo que halaga, se prestó crédito al coronel Espíndola, de las Milicias de aquella provincia, que al tiempo de la instalación de la precitada Junta se hallaba en Buenos Aires. Fue con pliegos y regresó diciendo que con doscientos hombres era suficiente para proteger el partido de la revolución, sin embargo de que fue perseguido por sus mismos paisanos y tuvo que escaparse a uña de buen caballo, aún batiéndose, no se en que punto, para libertarse”.
Las opiniones de Espindola llevaron a la Junta a cometer un grave error enviando una expedición armada, lo que indujo a la determinación paraguaya de emanciparse y al posterior aislamiento de Paraguay respecto a la Provincias Unidas.
El ejército “auxiliador” estuvo lejos de ser recibido con los brazos abiertos, y por el contrario, llevó a los paraguayos a reaccionar en defensa de su terruño bajo la tutela del gobernador Velazco, que por otra parte tenía buena aceptación en el pueblo paraguayo. Belgrano mismo calificó duramente la resolución de la Junta de Buenos Aires, diciendo que “sólo pudo caber en cabezas acaloradas que no veían sino un objetivo y para las que las que nada era difícil porque no reflexionaban ni tenían conocimiento”.
El 4 de septiembre de 1810, Manuel Belgrano es designado comandante de la expedicion auxiliadora de la Banda Oriental, supuestamente destinada a proteger a los pueblos y poner en obediencia y tranquilidad perdida por seducción de Montevideo.
El 22 del mismo mes se incluye a Santa Fe, Corrientes y el Paraguay entre las provincias destinadas a recibir el auxilio de la expedición.
El objetivo de la misma se desprende claramente del decreto de la Junta: sujetar a la obediencia a los territorios y colocarlos a cubierto de todo insulto o vejamen de parte de los enemigos de los derechos de los pueblos y de la justa causa en que se hallan empeñadas las provincias.
¿Pero era realmente una expedición libertadora, para sostener los derechos de los pueblos? ¿O más bien era un cambio de patrón? No importaba si los paraguayos compartían mayoritariamente o no los ideales de la revolución de Buenos Aires. No importaba que los paraguayos se mostraran hostiles al nuevo ideario porteño; de todos modos habia que imponerles su liberación y sometimiento a Buenos Aires. Y si los pueblos no eran partidarios de su liberación, había que imponérsela a cañonazos.
La correspondencia entre Belgrano y la Junta da cuenta de esta política. No se olvidaban los idearios de “libertad”, pero dejan constancia que debe someterse al Paraguay. Había que liberarlo a sangre y fuego de un supuesto depotismo, pero someterlo a uno nuevo.
Fuentes:
- Chávez Julio Cesar. Relaciones entre Buenos Aires y Paragauy 1810-1813
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar
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Leonardo Castagnino
Historia
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