Cintillo punzó - (ver:Las banderas de Rosas)

ROSAS CONTRA LAS LOGIAS
UNITARIOS Y FEDERALES: ACTITUDES CONTRAPUESTAS
                        

D.F.Sarmiento El Restaurador J.M.de Rosas

(01) Las diferencias fundamentales
(02) Sobre “hermanos” y “patrias”.
(03) La "amnesia" del general Paz
(04) Sueños y ambiciones
(05) Sarmiento: La "Comisión" de Chile
(06) Los “afanes” unitarios
(07) La “grandeza” de Echeverría”
(08) La actitud de San Martín
(09) Las criticas al Libertador
(10) Rosas en el Parlamento francés
(10) Defensa de la soberanía
(20) Fuentes.
(21) Artículos relacionados.

Las diferencias fundamentales

Generalmente se asocia como “principal” diferencia de Unitarios y Federales, al hecho cierto de que los unitarios pretendían un gobierno centralista hegemónico porteño con la consiguiente dominación de las rentas aduaneras, mientras que los Federales buscaban la unión de provincias autónomas bajo un sistema de confederación. Sin embargo, la diferencia sustancial entre ambos, es que mientras los federales defendieron las costumbres, la religion y la unidad territorial a toda trance, los unitarios logistas, ateos o indiferentes a la religión, se sentían los habitantes de la humanidad, y preferían las “civilizadas” costumbres europeas, sin prejuicios de ningún tipo, y capaces de complotarse con el extranjero en contra de su patria, con tal de perjudicar a Rosas.

El beligerante ministro Charles Guizot, chauvinista partidario de usar la fuerza en los países americanos, entendía bien la situación en el Río de la Plata, y el 8 de febrero de 1841 decía ante el parlamento:

“Hay en los estados de la América del Sur dos grandes partidos: partido europeo y el partido americano; el primero, el menos numeroso, comprende los hombres más esclarecidos, los más familiarizados con las ideas de la civilización europea; el otro partido, más apegado a suelo, impregnado de ideas puramente americanas, es el de los campos. Este partido ha deseado que la sociedad se desarrolle por si misma, a su modo, sin préstamos, sin relaciones con Europa. Este partido puramente nacional está ahora en el poder (…) El general Rosas es el jefe del partido de los campos y el enemigo del partido europeo”.

Esta sustancial diferencia de partidos, puede comprobarse en documentos, correspondencia y publicaciones de los mismos unitarios, empezando por Rivadavia y los “hombres de la luces”, como Echeverría, Florencio Varela, Del Carril, Sarmiento y otros. Es mucha la bibliografía que puede citarse, y talvez algunas frases de Alberdi, puedan resumir estas ideas.
(ver: "Civilizacion y Barbarie" y "El unitarismo" )

Alberdi: sobre “hermanos” y “patrias”.

Juan Bautista Alberdi Desde El Nacional de Montevideo, Juan B.Alberdi (miembro de la logia) argumenta contra Rosas:

“Nosotros traicionamos al tirano, si es que se puede ser traidor con un tirano, para ser fieles a la patria que ese tirano despedaza” No se entiende a que patria se refería Alberdi, dado que por otra parte confiesa que defiende sus propias glorias: (…) “Nos uniremos a todos los amigos de nuestras glorias y de nuestra dignidad para destruir al único enemigo de nuestras glorias y de nuestros colores. El tirano de Buenos Aires” (…) y aún confiesa su reinterés por la patria, argumentando: “¿Estará el deshonor, entonces en ligarse al extranjero para batir al enemigo? Sofisma miserable. Todo extranjero es hombre y todo hombre es nuestro hermano. La doctrina contraria es impía y bárbara. No es muestro hermano un hombre porque ha nacido en la misma tierra que nosotros. Nosotros no somos hijos de la tierra sino de la humanidad. De lo contrario las bestias que han nacido en nuestra tierra serían nuestras hermanas”. Raros conceptos de Alberdi sobre “hermanos” y “patrias”.

“Para el provinciano la patria es su provincia. Para el nacional no hay hermanos ni semejantes fuera de sus fronteras. Y para los espíritus vastos y serios, que saben no estacionarse en el círculo estrecho de la nación, para los Rousseau, los Saint-Pierre, los Lerminier, los Bentham, los Saint-Simon, los Leroux, los Lamennais, la patria es la humanidad, el pueblo es el género humano” (Alberdi, Escritos póstumos)

“Es utopía, es paralogismo puro el pensar que nuestra raza hispanoamericana tal como salió de su tenebroso pasado colonial pueda realizar hoy la república representativa … con tres millones de indígenas cristianos y católicos, no realizareis la República ciertamente. No la haréis tampoco con cuatro millones de peninsulares, porque el español puro es incapaz de realizarlo acá o allá” (Alberdi. Bases Cap. XXX)

"No son las leyes lo que debemos cambiar, son los hombres, las cosas. Necesitamos cambiar nuestras gentes, incapaces de libertad, por otras gentes hábiles para ella…Si hemos de componer nuestra población para el sistema de gobierno; si ha de sernos más posible hacer la población para el sistema proclamado que el sistema para la población, es necesario fomentar en nuestro suelo la población anglosajona. Ella está identificada al vapor, al comercio, a la libertad, y nos será imposible radicar estas cosas entre nosotros sin la cooperación activa de esa raza de progreso y civilización….La libertad es una máquina que , como el vapor, requiere maquinistas ingleses de origen. Sin la cooperación de esa raza es imposible aclimatar la libertad en parte alguna de la tierra" (Alberdi. Bases. Ca. XXX y XXXII)

“En Chiloé y en el Paraguay saben leer todos los hombres del pueblo y, sin embargo, son incultos y selváticos al lado de un obrero inglés o francés que muchas veces no conoce ni la O”…”Haced pasar el roto, el gaucho, el cholo, unidad elemental de nuestras masas populares por todas las transformaciones del mejor sistema de educación: en cien años no haréis de él un obrero inglés que trabaja, consume, vive digna y confortablemente” (Alberdi. Bases cap. XXXII)

“Haced inviolable la Constitución bajo protectorado del cañón de todos los pueblos, firmad tratados con el extranjero en que déis garantías de que sus derechos serán respetados. Estos tratados serán la más bella parte de la constitución… Proteged empresas particulares para la constitución de los ferrocarriles. Codmadlas de ventajas, privilegios, de todo lo imaginable sin deteneros en los medios. Preferid este expediente a cualquier otro. Entregad todo a los capitales extranjeros. Dejad que los tesoros de afuera como los hombres se domicilien en nuestro suelo. Rodead de inmunidades y de privilegios a tesoro extranjero que se naturalice entre nosotros… que cada afluente navegable reciba reflejos civilizadores de la bandera de Albión.” (Alberdi. Bases, cap. XV)

“Nuestros patriotas de la primera época no son los que poseen ideas más acertadas sobre el modo de prosperar esta América. … Las ficciones de patriotismo, el artificio de una causa puramente americana de que se valieron como medios de guerra los dominan y poseen hasta hoy mismo. Así hemos visto a Bolívar hasta 1826 provocar, ligar, para contener a Europa, y al general San Martín aplaudir en 1844 la resistencia de Rosas a las reclamaciones accidentales de algunos Estados europeos…. La gloria militar que absorbió sus vidas los preocupa todavía más que el progreso….. pero nosotros más fijos en la obra de la civilización que en la del patriotismo de cierta época, vemos venir sin pavor todo cuanto la América puede producir en acontecimientos grandes.” (Alberdi. Bases. Cap. XIV)

“Ante los reclamos europeos por la inobservancia de los tratados que firméis no corráis a la espada ni gritéis ¡Conquista! No va bien tanta susceptibilidad a pueblos nuevos que para prosperar necesitan de todo el mundo. Cada edad tiene su honor peculiar. Comprendamos el que nos corresponde... la paz vale el doble que la gloria.” (Alberdi. Bases cap. XV)

Alberdi fue "un gran pensador"... pero a veces pensaba mal... sobre todo en su juventud. Finalmente en su madurez J.B. Alberdi cambiará de opinión:

Artigas, López, Güemes, Quiroga, Rosas, Peñalosa, como jefes, como cabezas y autoridades, son obra del pueblo, su personificación más espontánea y genuina. Sin más título que ese, sin finanzas, sin recursos, ellos han arrastrado o guiado al pueblo con más poder que los gobiernos. Aparecen con la revolución: son sus primeros soldados” (Alberdi, Juan Bautista. Los Caudillos. Colección Grandes Escritores Argentinos, 3; W. Jackson, Inc. Buenos Aires) (AGM-PLA.p.165)

“No teniendo militares en regla, se daban jefes nuevos, sacados de su seno. Como todos los jefes populares, eran simples paisanos las más veces. Ni ellos ni sus soldados, improvisados como ellos, conocían ni podían practicar la disciplina. Al contrario, triunfar de la disciplina, que era el fuerte del enemigo, por la guerra a discreción y sin regla, debía ser el fuerte de los caudillos de la independencia. De ahí la guerra de recursos, la montonera y sus jefes, los caudillos: elementos de la guerra del pueblo: guerra de democracia, de libertad, de independencia”. (Alberdi, Juan Bautista. Grandes y pequeños hombres del Plata. Edit. Garnier Hnos. Bibl. de Grandes Autores Americanos, París).(AGM-PLA.p.173)

Alberdi se arrepentirá inclusive de haber combatido a Rosas, con quien entabla una cordial relación de reconocimiento en el exilio: “Si se perdiesen los títulos de Rosas a la nacionalidad Argentina yo contribuiría con un sacrificio no pequeño al logro de su rescate. Hablar de la expectabilidad de Rosas es hablar de la espectabilidad del país que representa”. J.B.Alberdi. Obras Completas, T.I. Bs.As. 1886. “Yo fui enemigo lo recuerdo con disgusto”. (Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho) (Ver: Rosas y Alberdi)

Pero era tarde; la equivocada leña de Alberdi también alimentó el incendio.


La "amnesia" de las "memorias" del general Paz

Gral. Paz Con tal de vencer o debilitar a Rosas, los unitarios no dudan de desmembrar el territorio nacional, y albergan la esperanza de formar una “Republica de la Mesopotamia”, con la Banda Oriental, Entre Ríos y Corrientes, que garantice la libre navegación de los ríos interiores a las potencias extranjeras, y aseguren el “libre comercio”, con el monopolio de Inglaterra y Francia.

El propio general Paz, tambien miembro de la logia, en sus “Memorias” póstumas, dirá que Florencio Varela, antes de emprender viaje a Europa para gestionar la intervención extranjera, “tuvo conmigo una conferencia en que me preguntó si aprobaba la separación de Entre Ríos y Corrientes para que formación un Estado Independiente. Mi contestación fue terminante y negativa (…) El señor Varela desempeñó su misión, y por lo que después hemos visto me persuado de que hizo uso de la idea de establecer un Estado independiente entre los ríos Paraná y Uruguay, lo que se creía que halagaría mucho a los gobiernos europeos, particularmente al ingles”.

No obstante la “terminante negativa” de Paz, es increíble que la “amnesia” de. “manco” no le permitiera recordar la carta que él mismo le remitiera el 4 de octubre de 1845 al jefe de la escuadrilla correntina, el griego Jorge Cardassi: “Todo induce a creer que dentro de muy poco aparecerán en el río velas enemigas del tirano del Plata y dispuestas en darnos una mano (…) En este caso, dispensando las mayores consideraciones a tan distinguidos huéspedes, se previene a V. que ofrezca las costas de esta provincias para que puedan refrescar víveres y les suministre cuantos auxilios esté en su poder (…) Está V. autorizado para cooperar con ellos en cualquier operación que tenga por objeto hostilizar al enemigo”.


Sueños y ambiciones

Justo J.de Urquiza El anhelo de las potencias extrajeras, de disgregar las provincias, monopolizar el comercio y disponer los ríos interiores, lleva a los unitarios ya soñar una “República de la Mesopotamia”. Otro miembro de la logia, el propio Urquiza sueña con ser su presidente, lo que se ve frustrado por la negativa del Restaurador de aprobar el tratado de Alcaraz, con cláusulas secreta en ese sentido.

También el Imperio de Brasil, gobernado por las logias inglesas, sueña con la formación de un nuevo estado entre las márgenes del Paraná y el Uruguay, lo que le daría la dominación de la banda oriental y el Paraguay, con grandes recursos de hombres, materias primas y comercio. El propio ministro británico Peel confiesa que “en 1844 el gobierno brasileño pidió un esfuerzo por parte de Inglaterra y de Francia para intervenir”. Pero Rosas les paga con la misma moneda, y brasil tendrá su propia revuelta riograndense (revolucion de los pharrapos), que quieren independisarse del imperio y unirse a la Confederación Argentina como la “República de Río Grande do Sul”

Hasta Cullen, traidor infiltrado en el gobierno santafecino, ante la enfermedad de Estanislao López busca el apoyo del Dictador Santa Cruz de la Confederación Peruano-Boliviana, para separar Santa Fe de la Confederación Argentina, pero su derrota ante “Mascarilla” López lo obliga a refugiarse en Santiago del Estero para luego ve obligado a calzarse "las medias de lana”.

La constante política separatista unitaria, que había incentivado la invasión brasileña a la Banda Oriental para deshacerse de Artigas, quien se consideraba integrante de las Provincias del Plata, era la misma de la élite porteña que renunciaba en forma inaudita a los territorios Alto Perú, que le pertenecían, y la misma que graciosamente renunciara a la Banda Oriental en 1827 tras la victoria de Ituzaingo ante Brasil. Es la misma política de Sarmiento desde Chile, que renuncia a la ciudadanía Argenta e incentiva a Chile la ocupación de Magallanes y hasta la Patagonia y la región de Cuyo.


La "Comisión" de Chile

D.F.Sarmiento (Biografía) Mientras los emigrados unitarios se complotaban contra Rosas desde Montevideo, alguien más lo hacía desde Chile, no ya con la espada, sino con la pluma y la palabra: el logista Domingo Faustino Sarmiento.

Enceguecido por su odio a Rosas, no tuvo empacho en incentivar la ocupación chilena del Estrecho de Magallanes, llegando inclusive a proponer la ocupación de toda la Patagonia y hasta la zona misma de Cuyo.

En 1842, el Ministro Montt (chileno) adquirió y subvencionó un diario, “El Progreso”, que encomendó al Sanjuanino. Desde el primer número, el 11 de septiembre de 1842, Sarmiento desarrolló una campaña “demostrando” los derechos chilenos sobre el estrecho de Magallanes e insistió en la necesidad de que su país de adopción se adelantara a la Argentina en la ocupación del territorio.

El 11 de noviembre de 1842 desde “El Progreso” comenzará su campaña con total desparpajo y publica editoriales, notas y cartas en contra su patria natal:

La campaña encontró gran eco. No era un chileno quien lo decía sino un Argentino de nota. En el ejemplar del 28 de noviembre podía leerse: “Esta habilitación del estrecho ha de acarrearnos inmensas ventajas y nos asegurará un provenir colosal. ¿Quedan acaso dudas, después de todo lo que hemos dicho sobre la posibilidad e hacer segura la navegación del estrecho y establecer allí poblaciones chilenas? (…) Para Chile basta, en el asunto de que tratamos, decir ¡Quiero¡ y el estrecho de Magallanes se convierte en un foco de comercio y civilización”.

“¿Queda duda después de todo lo que hemos dicho sobre la posibilidad de hacer segura la navegación del Estrecho y de establecer allí poblaciones chilenas? ¿Pero se hará para aclararlas o desvanecerlas? ¿Permanecer en la inacción meses y meses? ¿Dar por sentado lo que la tradición, el hábito o la falta de datos establece como cierto? ¿Abandonarse a discusiones estériles, porque carece de bases sólidas y a la opinión de éste o de aquél? ¿Aguardar que de las islas Malvinas venga un inglés y levante una cabaña en el Estrecho y nos diga, ya la Inglaterra está en posesión?”

El 11 de enero de 1843, desde El Progreso, Sarmiento renuncia formalmente a la ciudadanía argentina, adoptando la chilena:

"( ... ) Los que han consagrado su vida y sus vigilias al triunfo de la libertad en América hallarán en Chile un teatro digno de sus esfuerzos, y el país se los agradecerá siempre que con lealtad trabajen por el interés de Chile, por la libertad de Chile y por el progreso de Chile".

"Que no suene más el nombre de los argentinos en la prensa chilena; que los que en nombre de aquella nacionalidad perdida ya habían levantado la voz guarden un silencio respetuoso; que se acerquen a los que por ligereza u otros motivos los habían provocado y les pidan amigablemente un rincón en el hogar doméstico, de lo que en lo sucesivo serán, no ya huéspedes, sino miembros permanentes".

"Los argentinos residentes en Chile pierden desde hoy su nacionalidad. Chile es nuestra Patria querida. Para Chile debemos vivir. En esta nueva afección deben ahogarse todas las antiguas afecciones nacionales". (El Progreso, 11/10/1843).

A consecuencia de la campaña periodística de Sarmiento, en 1843 el gobierno de Chile ocupa el estrecho:

"En cumplimiento de las órdenes del Gobierno Supremo, el día 21 del mes de septiembre del año 1843 (... ) con todas las formalidades de costumbre tomamos posesión del Estrecho de Magallanes y su territorio en nombre de la República de Chile a quien pertenece, conforme está declarado en el Art. lo de su Constitución política y en acto se afirmó la bandera nacional de la República con salva general de 21 tiros de cañón".

Guerra del Paraguay - La Triple Alianza

Pero Sarmiento no se queda ahí, y con tal de perjudicar a Rosas, va por más, y el 29 de abril de 1849 escribe en “La Crónica”:

"La cuestión de Magallanes nos interesa bajo otro aspecto que no es puramente personal. En 1842, llevando adelante una idea que creímos fecunda en bienes para Chile, insistimos para que colonizase aquel punto. Entonces, como ahora, tuvimos la convicción de que aquel territorio era útil a Chile e inútil a la República Argentina".

Para Buenos Aires el estrecho es una posesión inútil. Entre sus territorios poblados median los ríos Negro y Colorado como barreras naturales para contener los bárbaros, median las dilatadas regiones conocidas bajo el nombre de Patagonia, país ocupado por los salvajes y que ni la Corona de España ni Buenos Aires han intentado ocupar hasta hoy, si no es por el establecimiento siberiano que lleva aquel nombre y situado a centenares de leguas del Estrecho".

"Quedaría por saber aún, si el título de erección del Virreinato de Buenos Aires expresa que las tierras del Sud de Mendoza y poseídas aún hoy por los chilenos entraron en la demarcación del virreinato, que a no hacerlo, Chile pudiera reclamar todo el territorio que media entre Magallanes y las provincias de Cuyo".

En “La Crónica” del 11 de marzo de 1849 agrega Sarmiento: “Un territorio limítrofe pertenece a aquel de los Estados a quien aproveche su ocupación (…) Para Buenos Aires es una posesión inútil. ¿Que haría el gobierno de Buenos Aires con el estrecho de Magallanes, país remoto, frígido, inhospedable? (…) ¡Que pueble el Chaco y el sur hasta el Colorado y el Negro y deje el estrecho a quién lo posea con provecho….¡ Magallanes, por lo tanto, pertenece a Chile por el principio de conveniencia propia sin darlo a terceros”

"He contribuido con mis escritos aconsejando con tesón al gobierno chileno a dar aquel paso... El gobierno argentino, engañado por una falsa gloria, provoca una cuestión ociosa que no merece cambiar dos notas, Para Buenos Aires tal posesión es inútil. Magallanes pertenece a Chile y quizá toda la Patagonia... No se me ocurre después de mis demostraciones, como se atreve el gobierno de Buenos Aires a sostener ni mentar siquiera sus derechos. Ni sombra ni pretexto de controversia les queda". (La Crónica 11/3 y 4/8/1849).

Hasta algunos chilenos se escandalizaron de la campaña de Sarmiento:

“Todos los chilenos nos avergonzamos que haya en Chile dos periódicos que no defienden la legalidad de la traición de su país, y usted sabe quienes son sus redactores”. (Nota del general Pinto, ex presidente de Chile, al ministro plenipotenciario argentino)

Sarmiento, luego Presidente de los argentinos, lo confesará:

"Fui chileno, señores, os consta a todos" (5/4/1884).

“Los que cometieron aquel delito de leso americanismo (apoyar la invasión francesa), los que se echaron en brazos de la Francia para salvar la civilización europea, sus instituciones, sus hábitos e ideas en las orillas del Plata, fueron los jóvenes, en una palabra, ¡fuimos nosotros! ... Somos traidores a la causa americana, española, absolutista, bárbara... De eso se trata, de ser o no ser salvajes”.

Es el mismo logista Sarmiento que fue presidente argentino, el mismo que fogoneó el genocidio del pueblo paraguayo, el mismo que hizo la "guerra de policía en el interior, el mismo que aplastó el federalismo entrerriano de López Jordán, y el mismo Sarmiento que adorna algunas plazas, paseos, museos y pueblos de la República. Juan Bautista Alberdi, opinará en su madurez:

Alberdi decía del Facundo y su biógrafo: “Sarmiento, trabajador improductivo, estéril, a título de empleado vitalicio, que vive como un doméstico de los salarios del Estado, su patrón”. Sarmiento cobraba “un poco de todo”: desde sueldos de inspector de escuelas hasta de militar, tal cual se hace ahora. En 1877 fue ascendido a Coronel Mayor del Ejército, equivalente a General de Brigada: tenía 66 años. En 1881 fue nombrado por Roca Superintendente General de Escuelas: tenía 70 años. En 1882 fue ascendido a General de División: tenía 71 años

“El foco de las revoluciones, no sólo en Buenos Aires sino en las provincias, ha salido de esa capital, en ella se encuentra la crema de a anarquía, de los hombres inquietos y viciosos, porque el lujo excesivo multiplicando las necesidades se procura satisfacer sin reparar en medios: ahí es donde un gran número no quieren vivir sino a costa del Estado y no trabajar” (Carta de San Martín a Guido)

Pero la “firme política” del Restaurador, defiende con mano firma la integridad territorial, “sin retroceder ni tranco de pollo” - según sus palabras. “Quien me las hace la paga, y al son que me tocan bailo”

Esta política firme y necesaria es comprendida por San Martín que lo apoya desde Europa y con quien mantiene correspondencia y una estrecha amistad hasta la muerte del libertador, aún sin conocerse. También es conocida por los políticos y por los medios Europeos:

“Los males del Plata arrancan de la disolución por manos foráneas del antiguo virreynato. Su unión como la de los estados norteamericano o su concentración en un solo imperio como el Brasil, tal es el fin del Presidente Rosas” (Editorial de Courrier de L´Havre a mediados de 1845)

También la conocen otros logistas unitarios; Salvador María del Carril le escribe a Florencio Varela: “Rosas va a un objeto: la reconstrucción del virreynato de Río de la Plata o la inauguración de un imperio argentino” (S.M.del Carril a F.Varela. 19 de diciembre de 1845)

El ministro de Relaciones Exteriores de Montevideo le escribe al representante uruguayo en el Brasil, Andrés Lamas, el 29 de febrero de 1849: “Si V. calcula que el Imperio se prestará a la planificación de nuestros proyectos, recomiendo a V. mucho la insistencia que el Paraná sea el límite de la República Argentina, y que, para obtenerlo, asuma el Brasil la iniciativa del pensamiento en los próximos arreglos. Urquiza, téngalo usted por cierto, acepta desde luego la proposición. Este arreglo era la base del convenio de Alcaraz. Yo se lo garantizo a usted. Desgraciadamente la conducta de los interventores infundió creencias en Urquiza que trajeron discordia entre él y los Madariaga”

Soy Federal. Francia, Artigas y Rosas Agresiones extranjeras: no solo por intereses comerciales

Inglaterra había impuesto su voluntad a cañonazos en China, quedándose con Hong Kong porque el emperador les prohibiera el tráfico de opio, y el decaído prestigio de Francia en otros pagos, buscaría la gloria y el desquite en estas tierras, bombardeando el puerto de San Juan de Ulloa porque unos marineros no habían pagado unas masas a un confitero Francés. Lo mismo buscaría en el Plata, combatiendo a un "tiranuelo sudamericano". Pero ni la Confederación era China, ni Buenos Aires San Juan de Ulloa, ni Rosas un tiranuelo a quien pudieran correr con la vaina ni arrear con el poncho.

El 4 de abril de 1838, el cónsul Roger informa a París que la intención era “infligir a a Buenos Aires un castigo ejemplar que sería una lección saludable para todos los demás estados americanos (...) La partida está empeñada y toda la América abre los ojos; corresponde a Francia hacerse conocer si querer que se la respete”. El chauvinismo francés todavía redobla la apuesta, y en la “Revue des deux Mondes” de Paris, se leía: “El alto deber que incumbe a Francia de ejercer su influencia disciplinaria y civilizadora sobre los degenerados hijos de los héroes de la conquista española”.

A mal puerto van por leña los franceses, porque Juan Manuel se les empaca y no retrocede ni un tranco, como no lo hará ni aún ante la alianza de las dos potencias europeas, a quien les hace saber que no podrán bloquear toda la costa de la confederación desde Carmen de Patagones, donde los gauchos los esperaran en las puntas de las lanzas y aun trayendo todos los ejércitos, si lograran tomar Buenos Aires, "deberán conformarse con un montón de escombros". (sic)

Y tenia razón Rosas, porque el bloqueo Francés incomodaba más a los comerciantes ingleses y a la clase alta, que al pueblo de gauchos, orilleros, negros y mulatos, acostumbrados a una alimentación simple de carne, frutas y verduras. Manuel Moreno desde Londres le hacía ver al Foreign Office el error de Francia, y San Martín desde Francia le escribía a Rosas expresándole que “Lo que no puedo concebir es que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar al de su patria y reducirla a una condición peor que la que sufriríamos en tiempos de la dominaron española. Una tal felonía, ni el sepulcro la pude hacer desaparecer”.

Rosas haría reproducir esta opinión de San Martín en la prensa de Buenos Aires, mientras la prensa de unitaria de Montevideo sigue destilando veneno contra Rosas y contra el Libertador:

“San Martín: Envanecido con gloria que debió a la suerte (sic) y a los esfuerzos de otros, quiso hacer en Lima lo que Bolívar intentó en Colombia con mayor caudal de poder, de riquezas y de recursos y de prestigio. Conoció su error y en la disyuntiva de mandar como absoluto deducirse a la nulidad, elige este segundo partido; abandona la tierra, se va a disfrutar lo que la buena suerte le dio en doce años de afanes; dejó a sus compañeros corriendo los azares de las conflagraciones políticas. Vive contento de no haber marchado hasta el pináculo de la gloria cuyo término dudoso, o no era para su corazón, o no supo continuar”. (El Nacional de Montevideo, 13 de noviembre de 1839)


J.M.de Rosas. La ley y el orden     
Autor: Leonardo Castagnino    
Libro La ley y el orden

Los “afanes” unitarios

En algo tenía razón el opinólogo de El Nacional: a San Martín le faltaban los recursos que precisamente le escamoteaban los unitarios de “Rivadavia y sus satélites”. Evidentemente, de San Martín eran los esfuerzos y de los unitarios los “afanes”.

Los francos llegaban de ultramar, pero las mayoría quedaría en las manos de Fructuoso Rivera. La Comisión Argentina unitaria, formada entre otros por logistas Florencio Varela, Agüero, Del Carril, Alsina Olazábal e Iriarte, no era financiada por Rivera que se quedaba con la parte del león, pero la Comisión cuenta con una estratagema que los pondría “a cubierto de la adversidad” ; para comunicarse con los conspiradores de Buenos Aires, envían a un tal Buter en una embarcación con el correspondiente salvoconducto de Leblanc. Según el propio general Tomás de Iriarte, se aprovechó la licencia ”cargándolo hasta el tope de efectos de ultramar caros y escasos en el mercado de Buenos Aires” que dio “una ganancia de nueve mil pesos plata a Agüero, Florencio Varela, Juan Nepomuceno Madero (cuñado y socio de Varela) y no sé que otro”

Tampoco le llegan los francos a Lavalle, que el 28 de diciembre de 1839 le dirige airadamente una nota al contralmirante Dupotet exigiéndole “un millón de francos para los gastos de guerra que entrarán a la caja del ejercito”. Solo le llegan 25.000 con una nota adjunta de la Comisión en la que se le ordena tratar con más prudencia a los aliados franceses. “Aquí estoy con mis brazos desnudos –escribe Lavalle a su esposa- sin cartuchos y sin un real. ¡Esto es el “Ejercito Libertador”. Para colmo no recibe el apoyo de la campaña según le habían asegurado los doctores de la Comisión; todo lo contrario, la población se le muestra hostil o indiferente.

El gobierno Francés aprueba una partida para mantener el bloqueo, pero también reserva una suma “para la política de ganar aliados”. Varias veces se denunció esa política en el parlamento francés, y el propio Thiers al debatirse la cuestión del Plata el 29 de octubre de mayo de 1844 dice:

“Los dos millones de que ha hablado ayer Guizot imputados a mi ministerio de 1840 y que se creía gastados para los grandes sucesos de Oriente, esos dos millones han sido gastados en parte en Montevideo; he dado esos dos millones según órdenes del Sr. Mariscal Soult para esa política de intervención que consistia en ganar aliados en Montevideo”.

Corroborando lo dicho por Thiers, Mackau, que fuera Ministro de Marina, dijo en la misma sesión que “además de esta simple autorización de gastar 300.000 francos se habían sacado letras de cambio sobre Francia por 2.340.000 para hacer la guerra, para excitar a los partidos unos contra otros”.

Pero poca parte de ese dinero llega a manos de Lavalle, que “con los brazos desnudos, sin cartuchos y sin un real” se retirará luego maldiciendo, en nueva carta a su esposa: "Estas tierras de mierda dondo no hay quien me mate gracias el terror que inspiramos” . Pese a todo, Lavalle conserva la dignidad de rechazar el ofrecimiento de retirarse a Francia con grado militar y 100.000 francos que le ofrece el representante francés Halley: “Mi honor me impide aceptar” , contesta Lavalle, y lo echa del miserable rancho que ocupaba. Era el honor que les faltaba a los doctores unitarios que lo habían metido en el brete.

Lavalle espera frente a Buenos Aires varios días un levantamiento popular, que nunca se produjo, y la llegada del refuerzo de 3.000 infantes franceses. Llegaría en cambio Mackau, con instrucciones de Thiers para hacer la paz, sin importarle Lavalle ni “los auxiliares que hemos encontrado en las riberas del Plata, que no han querido o no han podido cumplir sus promesas; para cuyo éxito han pedido y recibido de nosotros socorros, sin retribuirnos, ni aun en leve proporción, los servicios recibidos”.

Lavalle inicia la retirada. Los franceses le ofrecen retirarlo a Francia con grado de mariscal, que Lavalle rehúsa por que no se lo permite “el honor” y los mismos que le cantaron loas desde Montevideo, se lo reprochan ahora por boca de Varela:

"No hay una persona, una sola, General, incluso sus hermanos de usted y aun su sensatísima señora, que no haya condenado ese funestísimo movimiento. No comprendo, General, cómo se justificará usted ahora ni nunca. Ese ha sido, General, el defecto capital de usted: no pedir consejo ni oírlo de nadie, decidir por sí solo. Y por desgracia no decide usted lo mejor”.

"Animémonos y vaya, general" - decian los doctores unitarios.


La “grandeza” de Esteban Echeverría”

También se lo reprocha Echeverría en verso:

Todo estaba en su mano, y lo ha perdido.
Lavalle es una espada sin cabeza (…)
Lavalle, el precursor de las derrotas.
¿Oh Lavalle, Lavalle! Muy poco eras
para llevar sobre ti grandes cosas.

Mucho más grande que Lavalle era Echeverría, ...pero con la pluma, claro ... con cabeza pero sin espada ni coraje ... sin exponer el pellejo.

Lavalle reflexiona tal vez sobre la defraudación de los doctores, en contraste con los paisanos que defendían “la patria”, y entra en una profunda depresión y abandono.

El 19 de marzo de 1839, lord Palmerston asiste al Parlamento, donde escucha la críticas por la intervención francesa en el Plata, por parte del conservador Lord Sandon que cuestiona a Francia “que atacaba a Buenos Aires sólo porque se había negado a firmar un tratado” ; Mr. Lushington, liberal, diría que las pretensiones francesas “son totalmente injustificadas y jamás se hubieran hecho valer contra un país que tuviese los medios de defenderse”. Pero Rosas tenía “los medios de defenderse”, y pronto se los iba a demostrar.


La actitud de San Martín

Don José de San Martín Ante la inminencia de la intervención anglofrancesa, San Martín le expresa a Guido en correspondencia del 19 de abril de 1845:

"¡Que me dice Ud. de la intervención que se anuncia de la Inglaterra, Francia y el Brasil, en nuestra contienda con la Banda Oriental! No puede persuadirme traten de emplear la fuerza para hacerla efectiva; yo me inclino a creer sea más bien una mediación amistosa a la que se trate de proponen; de lo contrario sería un abuso inicuo de la fuerza, sin que por esto consiguiesen los resultados que se propones, es decir, la terminación de la guerra, por el contrario, ella se prolongará por un tiempo indefinido y por consiguiente perjudicial a los intereses de los beligerantes y neutrales...” (Pascuali, Patricia. “San Martín confidencial. Correspondencia personal del Libertador con Guido 1816-1849. Edit. Planeta. 2.000)

Producida la agresión anglo-francesa, San Martín denuncia el atropello el 20 de octubre de 1845 en carta a Guido:

“...es inconcebible que las dos Naciones más grandes del universo se hayan unido para cometer la mayor y más injusta agresión que puede cometerse contra un Estado Independiente: no hay más que leer el manifiesto hecho por el enviado inglés y francés para convencer al más parcial, de la atroz injusticia con que han procedido: ¡La humanidad! ...Y se atreven a invocarla los que han permitido – por espacio de cuatro años – derramar la sangre y cuando ya la guerra había cesado por falta de enemigos, se interponen no ya para evitar males, sino para prolongarlos por un tiempo indefinido: usted sabe que yo no pertenezco a ningún partido; me equivoco, yo soy de Partido Americano, así que no puedo mirar sin el mayor sentimiento los insultos que se hacen a la América. Ahora más que nunca siento que el estado deplorable de mi salud no me permita ir a tomar parte activa en defensa de los derechos sagrados de nuestra Patria, derechos que los demás estados Americanos se arrepentirán de no haber defendido o por lo menos protestado contra toda intervención de Estados Europeos...” (Ibidem)

Desde Gran Bourg, San Martin le escribe a Rosas el 5 de agosto de 1838:

“He visto por los papeles públicos de ésta el bloqueo que el gobierno francés ha establecido contra nuestro pais. Ignoro los resultados de esta medida.
“Si son los de la guerra yo sé lo que mi deber me impone como americano; pero en mis circunstancias y que no fuese a creer que me supongo un hombre necesario y por un exceso de delicadeza que usted sabrá valorar, que si usted me cree de alguna utilidad sepa que espero sus órdenes.
Tres días después de haberlas recibido me pondré en marcha para servir a mi patria honradamente en cualquier clase que se me destine. Concluida la guerra me retiraré a un rincón; esto es, si mi patria me ofrece seguridad y orden.
De lo contrario regresaré a Europa con el sentimiento de no dejar mis viejos huesos en la patria que me vio nacer”.


En contraste con la vanidad de unitarios como Rivadavia, Alvear, Sarmiento o Mitre, es increíble ver a esta hombre, Libertador de medio continente, que humildemente se ofrece a servir a la patria “en cualquier clase que se me destine”.

Rosas declina el ofrecimiento de San Martín, de edad madura, porque juzga que será mas eficaz la ayuda diplomática ante las Naciones europeas, debido al prestigio del Libertador, como efectivamente lo fue.

San Martín, físicamente impedido de actuar directamente en la contienda, lo haría contundentemente a través de la pluma, con su indiscutible inteligencia.

Jorge Federico Dickson, prominente comerciante ingles, conocedor de la inteligencia del Libertador, le dirige una carta requiriendo su opinión sobre la intervención. San martín, sin pérdida de tiempo le responde el 28 de diciembre de 1845 con un brillante análisis:

“Señor de todo mi aprecio: se me ha hecho saber los deseos de Ud. relativos a conocer mi opinión sobre la actual intervención de Inglaterra y Francia en la República Argentina; no solo me presto gustoso a satisfacerlo sino que lo haré con la franqueza de mi carácter y la más absoluta imparcialidad.

No creo oportuno entrar a investigar la justicia o la injusticia de la citada intervención, como los perjuicios que de ello resultarán a los súbditos de ambas naciones con la paralización de las relaciones comerciales, igualmente de la alarma y desconfianza que habrá producido en los Estados Sudamericanos
(obsérvese la sagacidad de San Martín al decir que no se pone a investigar pero ya está adelantando algunos resultados que acarreará la intervención europea)... solo me ceñiré a demostrar si las dos naciones interventoras conseguirán por los medios coercitivos que han empleado el objeto que se han propuesto, es decir, la pacificación de las riberas del Plata; según mi íntima convicción, desde ahora diré a Ud. no lo conseguirán; por el contrario, la marcha seguida... no hará otra cosa que prolongar por un tiempo indefinido, males que tratan de evitar... Me explicaré ... bien es sabida la firmeza del carácter del Jefe que preside la República Argentina; nadie ignora el ascendiente que posee en la basta campaña y resto de las demás compañas de las provincias interiores y, aunque no dudo que en la capital tenga un gran número de enemigos personales, estoy convencido que, bien sea por orgullo nacional, o bien por la prevención de los españoles contra el extranjero... la totalidad se le unirá y tomarán parte activa en la contienda... Si las dos potencias en cuestión quieren llevar más adelante sus hostilidades, es decir declarar la guerra, yo no dudo que se apoderen de Buenos Aires (sin embargo la toma de una ciudad de una ciudad decidida a defenderse, es una de las operaciones más difíciles de la guerra) pero aún en este caso estoy convencido que no podrán sostenerse por mucho tiempo en la capital... El primer alimento, o por mejor decir el único, es la carne, y es sabido con que facilidad pueden retirarse todos los ganados en pocos días a muchas leguas de distancia, igualmente que todas las caballadas y todo medio de transporte, en una palabra, formar un desierto dilatado imposible de ser atravesado por una fuerza europea, la que correría tanto más peligro cuanto mayor sea su número... En conclusión, con siete u ocho mil hombres de caballería... fuerza que con gran facilidad puede sostener el general Rosas, son suficientes para tener en un cerrado bloqueo terrestre a Buenos Aires, sino también impedir que un ejercito europeo de veinte mil hombres saga a más de treita leguas de la capital sin exponerse a una ruina competa por la falta de recursos, tal es mi opinión y la experiencia lo demostrará a menos (como es de esperar) que el nuevo ministro ingles no cambie la política seguida por el precedente.” (Otero Pacífico, cit.por Jorge Sulé en “La coherencia política de San Martin".p.61)

La carta de San Martín fue publicada en Europa el 12 de febrero de 1846 en el “Morning Chronicle” de Londres y causó gran revuelo. Luego sue publicó en Paris en el “La Presse”, cuyo director Emilio Giradín admiraba el genio y la actuación de Rosas que se enfrentaba a las dos potencias.

Al poco tiempo los ministros europeos venían con proposiciones y se volvían con la manos vacías, ante la tenacidad de Rosas, que finalmente se salió con la suya “sin retroceder un tranco de pollo” (según palabras del propio Rosas) "El que las hace las paga ...y al son que me tocan bailo" San Martín se enteró de la acción de Vuelta de Obligado, donde los cañoncitos de Mansilla y Thorne hicieron estragos, no tanto en los acorazados de guerra como en la flota mercante, sino sobre todo en el ánimo de los interventores. En carta de San Martín a Guido del 10 de mayo de 1846 le expresa:

“...ya sabía la acción de Obligado, donde todos los interventores habrán visto por este echantillon, que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca. A un tal proceder no nos queda otro partido que el de no mirar el porvenir y cumplir con el deber de hombres libres, sea cual fuere la suerte que depare el destino, que por íntima convicción no sería un momento dudoso en nuestro favor si todos los argentinos se persuadiesen del deshonor que recaerá sobre nuestra Patria, si la Naciones europeas triunfan en la contienda, que en mi opinión es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de la España. Convencido esta verdad, crea Ud. mi buen amigo, que jamás me ha sido tan sensible, no tanto por mi avanzada edad como el estado precario de mi salud, que me priva en esta circunstancia de ofrecer a a Patria mis servicios, no por lo que puedan valer sino para demostrar a nuestros compatriotas, que aquella tenía aún a un viejo servidor cuando se trata de resistir la agresión, la más injusta de la que haya habido ejemplo...”

San Martín con estas cartas pone al descubierto la ceguera de los unitarios que se unían al extranjero en una contienda que era “de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de la España.” Pero San Martín confiaba en que los diplomáticos europeos, que iban y venían de Europa tratando de “safar” de la mejor manera posible, se estrellarían con la sagacidad y tenacidad de Rosas, y así si lo expresaba en carta a Guido el 27 de diciembre de 1847, despojado de todo formalismo:

“...Dirá a Ud. que orejeo cada vez que veo dirigirse a nuestras playas a estos políticos y a pesar de lo que se dice de los sinceros deseos de estos dos gobiernos tienen de concluir definitivamente las diferencias con nuestro país, de todos modos yo estoy tranquilo en cuanto a las exigencias injustas que puedan tener estos gabinetes, porque todas ellas se estrellarán contra la firmeza de nuestro Don Juan Manuel...”


Las criticas al Libertador

En 1844, seis años antes de su muerte, San Martín en su testamento, otorga a Rosas el sable libertador:

“El sable que me ha acompañado en toda la Guerra de la independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina Don Juan Manuel de Rosas, como prueba de satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de lso extranjeros que tratan de humillarla”

Esto no fue reconocido por Mitre y los unitarios, que trataron de ocultarlo, como lo demuestra la carta que Valentín Alsina le dirige a Don Felix Frías el 9 de noviembre de 1850 desde Montevideo, y refiriénse a San Martín le dice: “...como militar fue intachable; pero en lo demás era muy mal mirado de los enemigos de Rosas. Ha hecho un gran daño a nuestra causa con sus prevenciones caso agrestes y cerriles contra el extranjero, copiando el estilo y la fraseología de aquel; prevenciones tanto más inexcusables, cuanto que era un hombre de discernimiento. Era de los que en la causa de América no ven más que la independencia del extranjero, sin importarle nada de la libertad y sus consecuencias... Nos ha dañado mucho fortificando allá y acá la causa de Rosas, con sus opiniones y con su nombre; y todavía lega a Rosas, tan luego su espada. Esto aturde, humilla e indigna y... pero mejor no hablar de esto. Por supuesto en el diario me he guardado de decir nada de esto...” (JS.Op.Cit.p.77)

Así escribieron nuestra "historia oficial". Tampoco se lo perdonará Sarmiento, quien había visitado a San Martín en Europa, y ante expresiones adversas que Sarmiento trató de hacer sobre Rosas, es interrumpido por el dueño de casa:

“Ese tirano de Rosas que los unitarios odian tanto, no debe ser tan malo como lo pintan cuando en un pueblo tan viril se puede sostener veinte años... me inclino a creer que exageran un poco y que sus enemigos lo pintan mas arbitrario de lo que es... y si todos ellos y lo mejor del país, como ustedes dicen, no logran desmoronar a tan mal gobierno, es porque la mayoría convencida está de la necesidad de un gobierno fuerte y de mano firme, para que no vuelvan las bochornosas escenas del año 20 ni que cualquier comandante de cualquier batallón se levante a fusilar por su orden al Gobernador del Estado” (Galvez, Manuel. “Vida de Sarmiento”. Emece Edit. 1945)

J.M.de Rosas. Sombras y verdades.     
Juan Manuel de Rosas



Defensa de la soberanía

Ni la coalición entre anglo-franceses, brasileños, unitarios y la Confederación Peruano-Boliviana, harían torcer el brazo al Restaurador, que finalmente se saldría con la suya.

A Rosas no lo vencen ni las argucias ni las amenazas, ni la fuerza ni la diplomacia. Rosas luchará por la unidad territorial hasta las últimas consecuencias, y lo vence en Caseros una coalición de unitarios, traidores y extranjeros, porque nadie puede vencerlo por separado.

Rosas usa los mismos métodos británicos: soborna, corrompe, atrae, ultima y extingue, en una política incansablemente dirigida a la unidad, a la fuerza y el bienestar de la Nación. Rosas tiene enfrente al político británico quizá más diestro y más cínico. Tiene enfrente a lord Palmerston. Pero todo lo que imagina, planea y arguye Palmerston es anulado y contrarrestado por Rosas.

Copyright © La Gazeta Federal


Fuentes:

- Castagnino Leonardo. Juan Manuel de Rosas, Sombras y Verdades
- Castagnino Leonardo. Juan Manuel de Rosas, La ley y el orden
- Castagnino Leonardo. Guerra del Paraguay. Tripe Alianza contra los países del Plata
- Castagnino Leonardo Soy Federal. Artigas, Rosas y Francia. La línea histórica Federal
- Saldias Adolfo. Historia de la Confederación Argentina.
- Rosa, José Maria. Historia Argentina
- Manuel Gálvez. Juan Maneul de Rosas
- Sule, Jorge. La coherencia poitica de San Martin
- Chavez, Fermín. La vuelta de Don Juan Manuel
- Obras citadas
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar


Ver artículos relacionadas:

Obras de Leonardo Castagnino - La guerra franco-argentina
- La Vuelta de Obligado
- La hazaña de Obligado
- La batalla olvidada
- Unitarios y Federales
- Actitudes contrapuestas
- El unitarismo
- Civilización y barbarie
- Rosas y San Martin
- Caudillos Federales
- Casero: El principio del fin
- La guerra del Paraguay (Triple Alianza)
- Sarmiento y Paraguay
- Alberdi y el Paraguay
- Guerra franco-argentina
- Guerra contra la Confederación Peruano-boliviana
- ¡Viva Rosas!
- ¡Muera Rosas!
- Rosas no ha muerto
- El Restaurador de Las Leyes

Ver más "batallas y combates" en el indice: BATALLAS


Ver en el indice más Historia Argentina.

Se permite la reproducción citando la fuente: www.lagazeta.com.ar





Inicio