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EL GENIO DE ROSAS
                          


Juan Manuel de Rosas. La ley y el orden.    

JUAN MANUEL DE ROSAS. La ley y el orden


01 Situación de la Confederación Argentina
02 La organización del Ejército de Vanguardia
03 El conocedor de hombres
04 Referencias
05 Fuentes
06 Artículos relacionados

La situación de la Confederación Argentina

A su genio organizativo y se meticulosidad natural, Rosas sumaba su profundo conocimiento de los hombres del país y la campaña. Sus órdenes por escrito se dirigían con todo detalle y precisión, describiendo los medios de prever un buen resultado, y cuidando no herir la susceptibilidad de quienes debían cumplir la orden.

Hacia 1837, el general Santa Cruz de Bolivia maniobra con los unitarios la incorporación de las provincias del norte a cambio de apoyo a la causa unitaria. Se declara la guerra contra la confederacion Peruano-Boliviana. Incentivados por las intrigas de los emigrados de Montevideo y Chile, los "auxiliares" unitarios al mando de Lavalle invaden la Confederación (1839) apoyados por lo franceses que lo trasladan en su flota y bloquean el Río de la Plata durante la guerra franco-argentina (1838-1840) . El complot de los hacendados del sur es desbaratado por Rosas (1839). La expedición de Lavalle fracasa en la campaña bonaerense y se retira al norte, apoyado por Lamadrid, que faltando a la responsabilidad asumida ante Rosas, maniobra con aquél. Fructuoso Rivera, que había desalojado a Manuel Oribe como presidente legal de la Banda Oriental, intriga con Berón de Astrada y Ferre en la Mesopotamia, bajo al esperaza de la formación una nueva república separada de la Confederación Argentina, y nos declara la guerra (1839). Faltando a su palabra de no salir de Buenos Aires, el “manco” Paz toma la jefatura del ejército correntino. Derrotado Pascual Echagüe en Caaguazú, Paz y Rivera invaden la provincia de Entre Ríos.


La organización del Ejército de Vanguardia

Mientras tanto El Restaurador no se mantiene inactivo. Forma un ejército para maniobrar en cuyo y el norte contra Lavalle y Lamadrid, a los que termina venciendo en Quebracho Herrado (1840), y luego en el litoral contra Paz, Rivera y “mascarilla” López, que se pasa de bando.

Ya no estaba Estanislao López, que había sido el jefe natural del ejercito de la Confederación desde el Pacto Federal de 1831; entonces Rosas toma una resolución crucial, que con el tiempo demostraría lo acertado de esa decisión: pone al mando del ejercito al general Manuel Oribe, presidente destituido del Uruguay. De ese modo Rosas le daba al ejército la categoría de “Ejército de la Confederación”, evitando el recelo entre las provincias y caudillos del interior. Pone a las órdenes de Oribe a generales de su confianza, como Aldao y Angel Pacheco, amigo personal de Rosas. Juan Pablo López, que se consideraba con derechos a ejercer la jefatura, muerde al freno de la bronca y terminaría defeccionando.

De toda la documentación y abundante correspondencia que mantenía Rosas con los jefes, se desprende claramente que éste delega en Oribe y los jefes principales amplias facultades de maniobra que juzgaran conveniente, decidiendo a su cargo las acciones locales que él no podía conocer en detalle a tantas leguas de distancia, tal como se lo expresa en repetidas cartas. Rosas ejerce personalmente la estrategia general de la guerra civil, y en muchas oportunidades actúa o aconseja a los jefes para disipar disidencias y recelos entre ellos. Se restituían en las provincias las autoridades federales locales y desde Buenos Aires mantiene una gran actividad para dotar de todo lo necesario al ejército en operación, en especial las fundamentales caballadas y su recambio periódico. Se ocupa personalmente del abastecimiento y paga para que las tropas no vivieran de la provincias cómo un ejército de ocupación.

Puede verse en la abundante correspondencia como el genio organizador de Rosas supervisaba personalmente el abastecimiento de todo: armas, municiones, pólvora, uniformes, dinero para gasto y sueldos de las tropas, botiquines, herraduras, caballadas, haciendas, yerba, tabaco, y todo tipo de abastecimiento. Daba especiales instrucciones para que se pague a las tropas en mano, bajo recibo, y prestaba particular atención para el recambio de caballadas. Conocedor del campo, instruía con detalle para el cuidado y engorde de las caballadas, la remisión de flacos para reponerlos por otros “gordos de cogote duro”, y hasta organizaba las partidas que se harían cargo del traslado de las topillas, la forma en que debían formarse y conducirse y establecía hasta la modalidad de entregar y retirar las caballadas bajo recibo.

El conocedor de hombres

El ejército entregaba a los responsables del traslado de las caballadas flacas o estropeadas, que eran conducidas hasta la provincia de Buenos Aires para su invernada de engorde, y a su vez era abastecido por caballos frescos, “gordos de cogote duro”, que se trasladaban en tropas de 500 o 600 caballos, conducidos por un grupo de hombres a tal fin. Era tanta la meticulosidad y empeño de Rosas en eso, que hasta daba instrucciones sobre la forma en que debían reclutarse los responsables de conducir las caballadas, para que no se cometieran faltas e irregularidades, ni que se formaran recelos entre los demás hombres del ejército. Este genio conocedor de los hombres que tenía Rosas, pude verse en la nota que desde Santos Lugares le dirige al comandante de Chascomús, coronel José Joaquín Arana, redactada por Rosas bajo la firma de M.Corvalán, donde le da precisas instrucciones y con todo detalle para la formación de los piquetes encargados del traslado de las caballadas.

¡Viva la Federación!

Santos Lugares de Rosas, noviembre 7 de 1841,
Años 32 de la libertad, 26 de la Independiencia y
12 de la Confederación Argentina.

El General Edecán de
S.E.

Al comandante de la División del Regimiento N° 6
situada en Chascomús,
coronel graduado don José Joaquín Arana

El infrascripto ha recibido orden del Excmo. Señor Gobernador de la Provincia, Nuestro Ilustre Restaurador de la Leyes, Brigadier Don Juan Manuel de Rosas para decir a Ud. que le remita a este cuartel general, de la División de su accidental mando, seis piquetes compuestos cada uno de ellos de un oficial, un sargento, dos cabos y trece soldados. Que estos seis piquetes deben ser cada uno por separado. Que el oficial de cada uno de ellos debe ser hombre de campo, de confianza, de toda capacidad, y aparente para conducir una tropa de caballada gorda al Ejército de Vanguardia. Que siendo los seis dichos piquetes todos con el mismo objeto de conducir cada uno de ellos, una tropa de caballos gordos al referido Ejército, es de absoluta necesidad que no solamente sean oficiales de confianza, sino también los cabos, sargentos y soldados.

Que tanto los oficiales como la tropa de esos piquetes deben ser hijos de esta provincia, y domiciliados en ella, porque los individuos de tropa que pertenecen al interior, y a los confines de esta misma provincia son tentados algunos a quedarse así que se acercan a pasar pos sus pagos o lugares donde nacieron y cuando menos a cometer faltas, y faltas con perjuicio del servicio importantísimo en que van ocupados; y aunque después vuelvan y se presenten, es después del perjuicio que han acusado. Que por todo esto repite S.E. que lo más acertado y seguro es que se compongan de hijos de la provincia, avecinados, y si es posible casados, y de una edad de reposo en el juicio como de treinta y cinco hasta cuarenta años.

Pero S.E. encarga a V.S. al mismo tiempo, que no manifieste a nadie esta calidad que deben tener los hombres de que se compongan los piquetes, porque como en la división debe haber muchos que sin ser de la provincias estén en el mismo caso de confianza, no hay razón para que entiendan ellos la duda de su capacidad y fidelidad, pues que si S.E. toma esta medida en silencio según se lo encarga a V.S. es tan solo en toda prudente precaución como lo ha puesto en infinitos piquetes de este Ejército que se ocupan de la misma comisión de tan importante servicio.

Que en consecuencia V.S. deber proceder despacio con toda habilidad a formar los piquetes.

En cuanto a los oficiales pueden ser desde la clase Alférez hasta la de Capitán, pero encarga S.E. a V.S. que sean aparentes en su capacidad y conducta para el importante servicio a que son destinados.

Dios guarde a V.S. muchos años.

M. Corvalán (*)


(*) El encabezamiento es caligrafía de un escribiente. Lo demás letra de Rosas. (Archivo de al Nación, Secr.de Rosas.s.V. c.30, A 2, N° 1)


Fuentes:

- Irazusta Julio. Vida política de Juan Manuel de Rosas.t.IV.p.70)
- Archivo de la Nación. Secr.de Rosas.
- Castagnino Leonardo Juan Manuel de Rosas. La ley y el orden
- Castagnino Leonardo. Juan Manuel de Rosas, Sombras y Verdades
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar


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Fuente: www.lagazeta.com.ar

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