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CASEROS: LOS PERSONAJES
                          

Justo José de Urquiza    
.     Justo José de Urquiza

(01) Los personajes
(02) Los primeros arrepentidos
(03) El atormentado
(04) Southampton o la horca
(05) La efigie
(06) El noble arrepentido
(07) Fuentes
(08) Artículos relacionados



Los personajes

Tanto en las vísperas como en la batalla de Caseros, la participación de ciertos personajes son singulares y contradictorias. Como artillero, Mitre presencia la batalla escondido en un bosque de espinillos, mientras Sarmiento lo hace como boletinero del ejercito enfundado en uniforme francés, con botas y capa de goma. El propio general en jefe tiene actitudes contradictorias y muestra el arrepentimiento en forma inmediata.

Diversos testimonios nos dejan una descripción de la personalidad de Urquiza. Uno de ellos es el del ministro ingles Southern, con motivo de informarle a Palmerston sobre el "pronunciamiento" y los momentos previos a la batalla de Caseros. Southern opina que “aquellos conocen la personalidad de estos dos hombres (Rosas y Urquiza) no se engañan que este es el comienzo de una lucha que sólo puede terminar con la caída de uno de ellos”, y a continuación nos deja una semblanza sobre la personalidad del segundo:

Buenos Aires 26 de mayo de 1851
Vizconde Palmerston G.C.B.
Mi Señor.
(…)

Ciertas cosas en la mente de Urquiza, su vanidad desordenada, su estupenda ignorancia, su ciega ambición, lo han arrojado últimamente en las manos de algunos aventureros revolucionarios, que lo han convencido que el está destinado a ser el reorganizador de la Confederación y el Regenerador de Sud América.

El principal consejero del curso salvaje y desesperado que Urquiza ha adoptado es un tal Seguí, un pobre estudiante de leyes que ya había probado su suerte aquí, y quien, después de haberse ofrecido al Gral. Rosas en un gesto de la más baja adulación y habiendo sido ignorado o rechazado, se ha esforzado por allegarse a la confianza del Gral. Urquiza y ha encontrado los medios de persuadir al tirano más sanguinario que jamás vivió, para hacer vibrar a todos estos países con los gritos de libertad y reorganización por medio de un Congreso General.

El Gral. Rosas no ha tomado nota de estos procederes como no sea la publicación de los Documentos incluidos en “La Gaceta"”, así como también de varias invitaciones escritas por el Gral. Urquiza y Seguí a individuos con autoridad o influencia para que se unan a su causa, cartas que han sido inmediatamente enviadas al Gral. Rosas.

El nombre de Urquiza ha sido del mismo modo agregado a la lista de traidores, que son nombrados en todo acto público por los Comandantes de los diferentes Cuerpos de las fuerzas cívicas y militares al frente de las tropas, pero con esta distinción: Urquiza es declarado no solo traidor, sino loco, apelativo que tengo todas las razones para pensar que no dista mucho de ser correcto.

Por su parte, Urquiza ha mantenido en Gualeguaychú, un puerto sobre el Uruguay, lo que él llama una Serenata, pero que parece haber sido una reunión tumultuosa a media luz en la que él y sus oficiales hicieron violentas denuncias sobre el Gral. Rosas.

Esta disputa amenaza tener los más serios resultados para los intereses comerciales del Río de la Plata, y debe haber sido siempre considerado como una de las más grandes calamidades que podían afectar a la Confederación. Sin embargo, esto ocurre en un momento en el que estos fatales resultados se verán probablemente agravados por las actuaciones de Brasil y por las dudas y aprensiones surgidas con respecto a los problemas de estos países con motivo de la demora en la ratificación del Tratado firmado en representación de Francia por el Almirante Le Prédour.

Mucha gente atribuye la conducta del Gobernador de Entre Ríos al pedido de agentes de Brasil, y a la posibilidad que se ofrece dada la actual ruptura entre la Confederación y el Gobierno Imperial. Yo no soy de esa opinión: Yo creo que los impetuosos procederes de Urquiza nacen de la violencia de su carácter y la corrupción de su mente, ayudadas por las circunstancias de verse rodeado por un número de enemigos del Gral. Rosas, refugiados y aventureros quienes, teniéndolo todo para ganar, se han valido del estado mental de Urquiza para influenciarlo y llevarlo a una actitud de salvaje resistencia.

Con todo, los brasileños sin duda van a aprovecharse de esta ruptura interna; y no tengo ninguna duda que harán todo lo posible, ayudados por los de Montevideo, para avivar la llama de la guerra civil si es que no se unen a ella. Los montevideanos tienen gran interés en alentar la separación de las Provincias del otro lado del Río de la Plata de las de esta orilla, ya que éste se tornaría necesariamente en el puerto de salida de tales nuevos estados; y aún ahora (como) en adelante, dado que la comunicación entre este puerto y Entre Ríos está cortada, las provincias de Entre Ríos y Corrientes serán provistas de mercadería extranjera por intermedio de Montevideo.

Esto puede durar algún tiempo, y los acontecimientos posiblemente puedan separar las dos grandes ramas de la Confederación de su tronco; pero yo tengo tanta confianza en la habilidad práctica y en los inmensos recursos del Gral. Rosas, que estoy convencido que esto no ocurrirá mientras él viva, y aún soy de opinión que si se viera liberado del inconveniente y dificultad que surgen de la no ratificación del Tratado francés, esta guerra civil que está por comenzar sería de muy corta duración.

Tengo el honor de ser su más fiel servidor.
H.Southern

“No había en Urquiza la pasta de un hombre de estado; no pasaba de un condotiere...Permaneció inactivo por lo tanto. De hecho, traicionaba a todos. Cuidó Brasil hasta tornarlo inofensivo. Urquiza, a pesar de ser inmensamente rico, tenía por la fortuna un amor inmoderado; el general Osorio le conocía el lado flaco” ( J.Pandá Cológeras. “Formaçao histórica do Brasil” – Rosa J.M. Hist.Arg.t.VII,p.117) El brasileño general Osorio, que comandó la caballería brasileña en Caseros en 1851, conocía bien “el lado flaco” de Urquiza.


Los primeros arrepentidos

El primer arrepentido fue el propio Urquiza, que terminada la batalla se siente usado por unitarios y brasileños.

Algunos días después de Caseros y antes del desfile, se produjo un hecho significativo: Honorio, representante del Emperador del Brasil, concurre a Palermo el día 9 para entrevistarse con el vencedor de Caseros. Pero había llegado la civilización, y siente tanta repugnancia por los cadáveres que cuelgan por doquier, pudriéndose entre el follaje de los árboles, que decide regresar al día siguiente. Entonces se produce un áspero diálogo cuando el brasileño le recuerda las concesiones territoriales que Argentina debía hacer por el apoyo recibido. Es notoria la tergiversación de los hechos: “la traición de Urquiza para salvar al Imperio”, ahora era la “ayuda del Imperio a la Confederación”.

Urquiza se vio usado, y rabioso le responde que es Brasil el que le debe a él, pues “Rosas hubiera terminado con el Emperador y hasta con la unidad brasileña si no fuera por mi”-y agrega- “Si yo hubiera quedado junto a Rosas, no habría a estas horas Emperador”.

Honorio le replica que “si existen peligros para el gobierno imperial en insurrecciones internas, éstas no hubieran ocurrido habiendo una guerra exterior”. Para que las cosas no pasen a mayores, el brasileño le reconoce “en gran parte las ventajas obtenidas por Brasil en esta guerra son debidas a V.E.”, y Urquiza asegura ser “el mejor aliado y amigo de los brasileños”.

Honorio se retira ofendido, pero días más tarde recibirá la visita de Diógenes Urquiza, hijo de don Justo José, quien en nombre de su padre le pide 100.000 patacones y además “el compromiso de contar con esa subvención en adelante”, según informa Honorio a su gobierno. Y agregará Honorio: “Atendiendo a la conveniencia de darle en las circunstancias actuales una prueba de generosidad y de deseo de cultivar la alianza, entendí que no podía rehusarle el favor”

Al día siguiente el hijo de Urquiza va a cobrar los 100.000 patacones prometidos por Brasil (Informe confidencial de Honorio, 4-4-1852, Archivo Itamaraty) y el 1º de marzo, ante las tropas brasileñas que se embarcaban, desenvainando la espada promete “que jamás la desenvainará contra el emperador”, y le mandó de regalo el caballo motado en Caseros como “presente íntimo a S.M. que le hace el general que más contribuyó para la victoria”

Al fin y al cabo tendría razón el diplomático Paulino cuando el 11 de marzo de 1851 le informaba por nota a Silva Pontes que, caído Rosas, “Garzón y Urquiza no tendrían remedio sino apoyándose en Brasil y siéndoles leales. Las cuestiones internas que para ellos nacerán de estas novedades han de ocuparlos y embarazarlos bastante para que se acuerden de complicarse con nosotros. Será mas fácil entonces, si seguimos una política previsora y rigurosa, dar solución definitiva y ventajosa a nuestras cuestiones para asegurar nuestro futuro”

Urquiza había fijado la entrada triunfal para el día 8 de febrero, pero los brasileños exigían postergarla hasta el día 20, aniversario de la batalla de Ituzaingó. Primero se fijo el día 19 y finalmente se hizo el 20 de febrero. Urquiza desfiló de poncho y galera con cinta punzó y montado –según Sarmiento- “en un magnifico caballo con recado” con la marca de Rosas, y con el peor malhumor. Hasta mintió la hora del desfile (las 13 en vez de las 12) para que no participen las tropas brasileras, que finalmente lo hicieron por las calles de Bs.As. con la bandera verde-amarilla. Se escucharon silbidos a su paso.

Urquiza desfiló casi al galope, como para terminar de una vez. En la esquina de corrientes, la madre del coronel Paz, (inmolado en Vences), le grita ¡Asesino!

Según Sarmiento, “por gravedad o encogimiento, el general afectaba una tiesura imperturbable sin volver la cabeza a uno u otro lado. Permaneció serio y como y empacado” en la recoba y se negó a ir al estrado de la catedral donde los esperaban las autoridades y diplomáticos.


El atormentado

Las intrigas unitarias que soportó Rosas por más de veinte años, ahora caían también sobre Urquiza, y cansado del vapuleo político, confesará al representantr ingles Gore en ayo de 1852, antes del encuentro de San Nicolás:

“Hay un solo hombre para gobernar la Nación Argentina, y es Don Juan Manuel de Rosas. Yo estoy preparado para rogarle que vuelva aquí”

Urquiza quiso corregir su error en parte, y levantó la confiscación de los bienes personales de Rosas, (que hizo y tuvo antes de ser gobernador) y que permitió a Terrero vender la estancia “San Martín” de Rosas (los demás bienes volverían a confiscarlos los unitarios, entre otras cosas para pagarle a los "bonoleros") y hasta le mando unos pocos pesos a Inglaterra, que Rosas tuvo la amabilidad de agradecerle. Pero ya era tarde, y Rosas estaba en su granja de Inglaterra, retirado de la política, viviendo modestamente de su trabajo personal y ordenando sus papeles para el juicio de la historia.

“Buenos Sentimientos le guardan los mismos que contribuyeron a su caída, no olvidan la consideración que se debe al que ha hecho tan gran figura en el país y a los servicios muy altos que le debe y que soy el primero en reconocer, servicios cuya gloria nadie puede arrebatarle”. (1858. Justo José de Urquiza. Carta a Rosas del 24 de agosto de 1858. Extraída del libro de Mario César Gras “ Rosas y Urquiza. Sus relaciones después de Caseros “. Edic. Del Autor. Bs. As. 1948.) Precisamente fue Urquiza “quién quiso arrebatarle la gloria, pero no pudo”

“Toda mi vida me atormentará constantemente el recuerdo del inaudito crimen que cometí al cooperar, en el modo en que lo hice, a la caída del General Rosas. Temo siempre ser medido con la misma vara y muerto con el mismo cuchillo, por los mismos que por mis esfuerzos y gravísimos errores, he colocado en el poder.” (Fragmento de carta de Urquiza a un tucumano de 18 años después de Caseros, de fecha 3 de marzo de 1870 y publicada a fs, 326. tomo3 de la Historia de los Gob. De las Provincias Argentinas de A. Zinny, ed. 192º - cita de Raúl Rivanera Carlés, Rosas, p.13)


Southampton o la horca

Sarmiento con uniforme francés.    

Sarmiento Miltar

Sarmiento se disgustó con Urquiza en forma inmediata después de Caseros. En bando del 21 de febrero de 1852 Urquiza restablece el uso del cintillo punzó y llama a los unitarios “díscolos que se pusieron en choque con el poder de la opinión pública y sucumbieron sin honor en la demanda. Hoy asoman la cabeza y después de tantos desengaños, de tanta sangre, se empeñan en hacerse acreedores al renombre odioso de salvajes unitarios y, con la inaudita impavidez, reclaman la herencia de una revolución que no les pertenece, de una patria cuyo sosiego perturbaron, cuya independencia comprometieron y cuya libertad sacrificaron con su ambición”.

Ni bien leyó el bando, como buen cascarrabias, Sarmiento se “tomó el buque” para Río de Janeiro, despidiéndose con su habitual verborragia, “desahogo innoble como si en una tertulia de damas se introdujese un borracho profiriendo blasfemias y asquerosidades”. Alsina, ofendido, presentó la renuncia, pero más flexible para adaptarse a las circunstancias, se trasformó en federal y según Julio Victorica “pidió un cintillos punzó y se lo puso allí mismo”

Luego Sarmiento le reprocha a Urquiza: “Yo he permanecido dos meses en la corte de Brasil, -dice Sarmiento- en el comercio casi íntimo de los hombres de estado de aquella nación, y conozco todos los detalles, general, y los pactos y transacciones por los cuales entró S. E. en la liga contra Rosas. Todo esto, no conocido hoy del público, es ya del dominio de la Historia y está archivado en los ministerios de Relaciones Exteriores del Brasil y del Uruguay.”

(...) “Se me caía la cara de vergüenza al oírle a aquel Enviado
(Honorio Hermeto Carneiro Leão, "o Indobregavel") referir la irritante escena, y los comentarios: "¡Sí, los millones con que hemos tenido que comprarlo para derrocar a Rosas! Todavía después de entrar a Buenos Aires quería que le diese los cien mil duros mensuales, mientras oscurecía el brillo de nuestras armas en Monte Caseros para atribuirse él solo los honores de la victoria." (Domingo Faustino Sarmiento, Carta de Yungay, 13.10.1852)

No pasó mucho tiempo desde Caseros y "el loco" ya no era más Urquicista. "No deje cicatrizar la herida de Pavón. –le escribe a Mitre- Urquiza debe desaparecer de la escena, cueste lo que cueste. Southampton o la horca. El es la única nube negra que queda en el horizonte". (Sarmiento en carta a Mitre, diciembre 1861). ..."Además es preciso acogotar a Alberdi, del Carril, Gutiérrez y Fragueiro con Vicente F. López, Cané, Luis Domínguez y Tejedor". (Carta a J. Posse, mayo 1860).


La efingie

Bartolome Mitre    
.     Bartolomé Mitre

Como sabemos, Mitre participó "tangencialmente" en Caseros:

“Vive en Entre Ríos un anciano coronel Espíndola, a quien en otro tiempo le oí decir que en Caseros encontró al comandante Mitre, con su batería, detrás de un monte y que habiéndole preguntado por lo que allí hacia, Mitre le contestó: Estoy economizando sangre” (Alfredo F. de Urquiza. “Campañas de Urquiza. Rectificaciones y ratificaciones históricas. Buenos Aires. 1924) (AGM.PLA.p.301)

La "sangre que ahorraba" Mitre en Caseros, talvez fuera "la misma que derramaría" para aplastar a los federales del interior luego de Pavón, talvez convencido por Sarmiento, que aconsejaba a Mitre "... No trate de economizar sangre de gauchos... Es lo único que tienen de humano. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos".(Carta a Mitre de 20 de Septiembre de 1861 y "El Nacional" 3/2/1857)

Desde “La Patria”, José Hernández publica varios artículos referidos a Mitre: “De presidente a revolucionario, de revolucionario a pirata”; “Males sobre males”; “Los dos fundadores de la nacionalidad argentina”; “La administración Mitre”. En este último describe: "Ahogó en sangre las resistencias de la Patria, para prepararse el camino de la Alianza, que debía dar por resultado la devastación del Paraguay". (...) “En esta sección americana, Mitre ha sido un cometa de sangre, un flagelo devastador, un elemento de corrupción y de desquicio y dan testimonio de su existencia los huérfanos, las viudas y los inválidos."

Mitre como historiador, en principio ignoró el período Rosista, pero ante la sugerencia de Adolfo Saldias de historiar ese período, Mitre lo incentiva.

Investigador tenaz, Saldías comienza como liberal su investigación sobre Rosas, pero termina como rosista, y cuando publica su “Historia de la Confederación Argentina”, orgulloso, le envía a su maestro Mitre un ejemplar.

Lejos de felicitar a su discípulo, Mitre se agarra un berrinche y le reprocha el escribir la historias “sin respetar los nobles odios”, a lo que Saldías le replica que lo hizo “en honor a la verdad histórica”.

Mitre, que luego contribuyera literariamente a denostar a Rosas, guardaba sin embargo en su escritorio, una efigie del Restaurador.

Efectivamente así fue; relata el Dr. Farini que visitó como médico al hijo de Mitre. En un momento dado, Bartolomé lo invitó a pasar a conversar a la sala, y en lugar privilegiado, Farini descubrió una miniatura de Juan Manuel de Rosas. Extrañado el Dr. Farini de que Mitre, antirosista acérrimo, tuviera una miniatura de Rosas, le pidió explicación:

- ¿Y esta miniatura?
- Don Juan Manuel – dijo Mitre - ¿le extraña?
- No es para menos – sin salir de su asombro - ¡ Un retrato de Rosas en su casa ?
- ¿No sabe Usted que yo le debo la vida a don Juan Manuel?
- ¿Cómo? – preguntó Farini.
- Le explicaré – dijo Mitre – cuando yo era chico y vivía en al estancia de Gervasio Rosas, a cuyo lado me crié, cierta vez éste me envió a una estancia vecina ubicada en la margen opuesta del Salado. Había llovido bastante y el río estaba algo crecido. Yo no era baqueano en los pasos y buscaba el más aparente para vadearlo, y ya iba a intentarlo por donde mejor me pareció, cuando surgió de improviso un jinete muy apuesto y muy bien aperado que me gritó:

- Chiquilín ¿que vas a hacer?
- Voy a pasar el río, Señor.
- Por ahí no, criatura, te vas a ahogar – y agregó imperativo, dando espuelas a su caballo - ¡Sígueme!
- Yo le obedecí – dice Mitre – y anduvimos silenciosamente varias cuadras costeando el río, hasta que en determinado paraje me dijo:

- Ese es el vado más seguro. Agarrate bien de las crines de tu caballo y andá tranquilo, pero fijate bien para no errarle en el regreso.
- Gracias señor, le respondí.
- ¿Y como te llamas? – me preguntó entonces el providencial personaje.
- Bartolomé Mitre, señor – le respondí.
- ¿De donde eres?
- De lo de don Gervasio Rosas, señor.
- Ahjá, Decile a Gervasio que dice su hermano Juan Manuel que no sea bárbaro, que no se envía a una criatura como vos a cruzar el Salado. ¡Y dale recuerdos míos!

- Con este antecedente, imagínese, mi querido Farini – terminó Mitre - que tengo razón para tener al efigie de Rosas en mi escritorio, debiendo advertirle que esa ha sido la única vez que he visto personalmente al terrible don Juan Manuel, contra quién debí escribir tanto después.
(Cesar Grass: “Rosas y Urquiza – Sus relaciones después de Caseros. Bs.As. 1948)


El noble arrepentido

Juan Bautista Alberdi    
.     Juan Bautista Alberdi

Como sabemos, Mitre participó "tangencialmente" en Caseros: Otro gran arrepentido fue el mismísimo Juan Bautista Alberdi, quien había combatido con la pluma contra Rosas durante más de veinte años, avivando el fuego que terminaría con el incendio de Caseros y las cenizas del Paraguay.

Rosas y Alberdi se reconcilian en Europa, cuando éste visita a Rosas en Southamptom. Sus pensamientos sobre Rosas quedan impresos en la correspondencia que mantuvo con Máximo Terrero, yerno del Restaurador, donde nos deja interesante semblanza sobre Juan Manuel, y en un rasgo de noble arrepentimiento exclama: “Yo combatí su gobierno. Lo recuerdo con disgusto”.

Alberdi termina por comprender la grande política de Rosas durante la Guerra del Paraguay, a la que se opone, manteniendo una agria polémica con Mitre, a quien acusa de traidor y le enrostra la participación en Caseros, contra su Patria, “…con la escarapela Oriental, como oficial Oriental, bajo la bandera oriental y alienado con los soldados de brasil..”

Sobre las consecuencias de Caseros y la política posterior, Alberdi deja algunas frases lapidarias:

“Para gobernar a la República Argentina vencida, sometida, enemiga, la alianza del Brasil era una parte esencial de la organización Mitre-Sarmiento; para dar a esa alianza de gobierno interior un pretexto internacional, la guerra al Estado Oriental y al Paraguay, viene a ser una necesidad de política interior; para justificar una guerra al mejor gobierno que haya tenido el Paraguay, era necesario encontrar abominables y monstruosos esos dos gobiernos; y López y Berro han sido víctimas de la lógica del crimen de sus adversarios”. (Juan Bautista Alberdi)

"En nombre de la libertad y con pretensiones de servirla, nuestros liberales, Mitre, Sarmiento y Cía., han establecido un despotismo turco en la historia, en la política abstracta, en la leyenda, en la biografía de los argentinos. Sobre la revolución de Mayo, sobre la guerra de la independencia, sobre sus batallas, sobre sus guerras ellos tienen un Alcorán, que es de ley aceptar, creer, profesar, so pena de excomunión por el crimen de barbarie y caudillaje” (Juan Bautista Alberdi. Escritos póstumos. Ensayos sobre la sociedad, los hombres y las cosas de Sudamérica. Buenos Aires. 1899)

Leonardo Castagnino
Copyright © La Gazeta Federal
                          

Fuentes:

Obras de Leonardo Castagnino - Saldías Adolfo. Historia de la Confederación Argentina.
- Atilio García Mellid. Proceso al liberalismo argentino.
- Rosa, José María. La caída de Rosas
- Castagnino Leonardo Guerra del Paraguay.
- Castagnino Leonardo J.M.de Rosas. La ley y el orden
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

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Fuente: www.lagazeta.com.ar

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