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CASEROS: FALACIA, TRAICION Y PATACONES
Bartolomé Mitre.
(De mi libro "LAS INVASIONES INGLESAS 1806 - 1852)
(01) La falacia histórica
(02) Politica inglesa
(03) El imperialismo brasileño
(04) La comprensión tardía
(05) El genio invisible
(06) La traición
(07) Estupenda ignorancia y ciega ambición
(08) Los patacones
(09) Fuentes
(10) Artículos relacionados
La falacia histórica
La historia oficial ha pretendido simplificar los hechos de Caseros con una justificación inverosímil: la organización del país y el dictado de una constitución. De ese modo se pretende justificar la traición de Urquiza y esconder las verdaderas causas del derrocamiento de Rosas: los intereses en juego y las constantes maniobras extranjeras para desmembrar y debilitar la Confederación para su propio beneficio y expansión. Y lo más triste y vergonzoso, que todo ello se llevo a cabo con la actitud perversa o ingenua de muchos compatriotas, llevados por un odio ciego Rosas.
Creer semejante falacia y simplificación sería no conocer un mínimo de historia, o pecar de ingenuo.
La política inglesa.
Inglaterra no apoyó las guerras de la independencia por una cuestión de altruismo humanitario o por el amor a la libertad. Impedidos de dominar por las armas a las colonias españolas, al ser rechazados en las
invasiones inglesas de 1806 y 1807, Inglaterra cambió la diplomacia de cañón por la del comercio.
“América española es libre y si sabemos actuar con habilidad será nuestra” (George Canning, después de reconocer la independencia de las colonias latinoamericanas en la época en que el grupo rivadaviano concertaba el primer empréstito con la Baring) (Historia universal. Editorial Daimon)
"La cosa está hecha, el clavo está puesto. Hispanoamérica es libre y si nosotros no gobernamos tristemente nuestros asuntos, es inglesa".(George Canning - Primer Ministro Inglés)
Empeñados en la Guerra del Paraná, y rechazados nuevamente en Vuelta de Obligado comprendieron por fin que obtendrían mayor beneficios por las buenas que por las malas. Esa convicción los llevo a terminar aceptando la paz según las bases Hood sostenidas por Rosas y firmando el tratado Southern-Arana, con las disculpas del caso y el desagravio al pabellón nacional.
Finalmente los ingleses vieron en Rosas al único hombre capaz de gobernar la Confederación como un estado fuerte que pusiera limite a la política de permanente avance del Imperio de Brasil sobre la cuenca del Plata. Este parecer fue puesto por escrito en distintos documentos de la diplomacia inglesa, que veía además conveniente el mantenimiento de la Banda Oriental como un estado independiente que sirviera de “estado tapón” al dominio de ambas márgenes del Plata por un único estado, ya sea ese la Confederación, a la que pertenecía por derecho como provincia, o sea el Brasil, que persistentemente pretendió usurparla o intervenirla.
Inglaterra consideraba al Uruguay como “la llave del Plata”, y para finales de la época de Rosas, terminado el bloqueo anglo-francés y ante la inminencia de una nueva guerra argentino-brasileña, los ingleses maniobraban diplomáticamente para que ninguna de las naciones americanas prevaleciera sobre la cuenca del Plata. No fue suficiente. Brasil habia llegado demasiado lejos.
El imperialismo brasileño
Con importantes colonias en el lejano oriente, los portugueses sintieron el descubrimiento de América como una derrota propia. En la disputa intervino el Papa, que mediante la Bula del 4 de mayo de 1493 dividía los dominios españoles de los portugueses.
No conformes con lo obtenido, los portugueses siguen la disputa hasta que el 7 de junio de 1494, por el tratado de Tordesillas, se establece un nuevo límite mediante una línea que de polo a polo que pasaba 370 leguas al Oeste de las islas de Cabo Verde, aproximadamente por la ubicación de Río de Janeiro. De esta forma los lusitanos adquirían derechos sobre 270 leguas más hacia el Oeste que lo establecido en la Bula Papal.
Pero los lusitanos no se conformarían con ese nuevo límite, ni con ningún otro. Fieles a sus ambiciones imperiales, y hábiles diplomáticos acostumbrados a ganar por la negociación lo perdido por las armas españolas, los imperialistas brasileños no abandonarán jamás su propósito de expansión hacia el sur, sobre el Virreinato español.
Esta política brasileña fue comprendida ya en el siglo IXX , entre otros, por el propio Juan Bautista Alberdi. Con motivo de la Guerra del Paraguay, señala Alberdi que el Imperio desde sus orígenes había hecho la guerra a los países españoles, porque necesitaba “salir de la zona tórrida en la que está metida casi la totalidad de su territorio, y no tiene más que una dirección para buscar territorios templados de que carece. Esta dirección es el Sud, y los territorios templados que necesitaba son la Banda Oriental o Estado del Uruguay”
La comprensión tardía.
Lamentablemente Álberdi comprendió esto demasiado tarde, cuando ya había contribuido con su ingenua política a debilitar al gobierno de Rosas hasta ser derrotado en Caseros. Mientras los unitarios como Lavalle, Paz, y Lamadrid combatían con el terror y las armas al régimen rosista, algunos ilustrados combatían con la pluma desde su cómodo escritorio del exilio, como Sarmiento, Florencio Varela o Rivera Indarte. El ciego odio unitario y las intrigas del imperio terminarían por desgastar a Rosas, tras veinte años de encarnizada defensa de la integridad territorial y soberanía nacional.
Reconciendo su error, finalmente Alberdi se reconsiliará con Rosas, pero ya era tarde. El daño estaba consumado.
Imposibilitado el Brasil de vencer por las armas a las aguerridas tropas españolas y luego a las de la Confederación, intrigó permanentemente para debilitarla, dividirla. Su persistente ambición sobre el Plata la llevó a invadir o intervenir en la Banda Oriental con la complicidad o pasividad porteña, hasta desembocar en la guerra de 1827 donde las armas argentinas vencieran completamente a los imperiales en Ituzaingo. Nuevamente los brasileños conseguirían en las negociaciones lo perdido por las armas, y el desmembramiento de la Banda Oriental se obtendría tras la vergonzosa capitulación rivadaviana, que le costara el gobierno al propio Rivadavia y el posterior derrocamiento y fusilamiento de Dorrego a manos de Lavalle, envalentonado por las intrigas unitarias.
En su constante intriga y acoso sobre los países del Plata, el imperio también había maniobrado sigilosamente sobre el Paraguay. Después de 1810 los brasileños propusieron la formación de un "ducado" paraguayo bajo la órbita del imperio, rechazada por Gaspar Rodríguez de Francia. Pero la tenacidad de la política brasileña no desistiría. Ya había ocupado ilegalmente el Mato Grosso (1801), y ante el pedido paraguayo de reconocimiento de la independencia en 1842, Brasil se apresuró a reconocerlo como la forma más sencilla de lograr influencia y a su vez debilitar a la Confederación con la separación de una provincia. (Castagnnino L. Guerra del Paraguay. La Triple Alianza)
Rosas, fiel a su politica con Paraguay, elegantemente atendió la solicitud paraguaya pero sin aprobarla, advirtiendo al mismo tiempo al gobienro paraguayo la inconveniencia de la separación paraguaya, que debilitaría a ambos estados facilitando a su vez la intriga brasileña, y hasta la agresión armada, como efectivamente sucedió en 1865 con la guerra de la Triple Alianza.
A partir de entonces el imperio actúo sigilosamente en Paraguay, intrigando contra Rosas e incentivando a López para la formación de un ejército, contribuyendo financieramente, con armas y con instructores militares. Por ese entonces, el peligro para el imperio era Rosas; ya le llegaría el turno al Paraguay. La prioridad por el momento era deshacerse de Rosas, y en ese sentido intrigaban con todos los medios para socavar el poder de Rosas. Los unitarios contribuían generosamente, o no, a ese fin.
También el paraguayo comprendería, pero tarde, el error cometido al contribuir a la caía de Rosas. El vaticinio de Rosas se cumpliría en 1865, para ser reconocido más tarde.
La persistente política brasileña sobre la América Española queda al descubierto en numerosos documentos. También por lo dicho por el representante norteamericano Washburn durante la guerra del Paraguay, que pone en boca del Marques de Caxias, la siguiente confesión:
“Hace años que el Perú y el Ecuador nos están molestando sobre la navegación del Río Amazonas, mas en cualquier momento tenemos que resolver esta cuestión tirándoles una materia de discusión. Es tiempo que el Imperio ajuste sus límites con esas bellacas Republiquetas, y seguramente no tenemos que ceder un ápice de nuestras antiguas pretenciones, mas asentaremos el principio que el río Amazonas nos pertenece por entero, con todos sus afluentes, hasta donde se extiende la navegación de ellos.
El Brasil no puede admitir que esas Republiquetas nos insulten y nos tiren la barba, como se complacen en hacer ahora, ni menos que con sus Congresos de Lima nos pretendan imponer leyes internacionales. Hace tiempo que tenemos la vista fija sobre aquellos mundos, y la expedición de Pinzón era el resultado de una combinación que habíamos echo con España, y como V. Excia. puede recordar -dice Caxias a Washburn-, la escuadra de él se demoró en Río de Janeiro, para no dejar incompleto el acuerdo.
Además, todo aquel aparato de una expedición científica, -continúa Caxias- no era más que una parte de la farsa que jugamos entonces con España, para introducir nuestros espías en todas partes. Aquellos sabios naturalistas de la expedición tuvieron grandes consultas con nuestros ministros y con el Emperador mismo, y lo menos que se trataba, era de asuntos científicos. Recordará V. Excia. que el Capitán Navarro y el joven Pínzón, sobrino del almirante, fueron al Paraguay con el pretexto de buscar madera para el timón del barco del almirante. ¿Qué le parece? No esta lejos que el Imperio haga una alianza ofensiva con España, contra las Repúblicas del Pacífico y ya hemos sido consultados en efecto por el ministro Gonzalo Bravo, que es el verdadero director de la política de España…”
Hubo otras confesiones de imperio.
El genio invisible
Ante la inminencia de una nueva guerra con la Confederación, en la que Brasil en un mano a mano llevaba todas las de perder, el imperio intriga en la región. Una misión llega a los países del pacífico para lograr el apoyo o al menos la neutralidad del Perú y Bolivia. A Paraguay lo incita a participar de la alianza contra Rosas ofreciéndole garantías de su independencia, y obteniendo a su vez la libre navegación de los ríos de la cuenca del Plata, sueño dorado del Imperio. No solo documentos, intrigas y simpatías repartía el imperio. También repartía dinero y subsidios entre los colaboradores y conspiradores.
Una propuesta brasileña fue rechazada ampulosamente por Urquiza:
“Yo, gobernador y capitán general de la provincia de Entre Ríos, parte integrante de la Confederación Argentina y general en jefe de su ejército de Operaciones que viese a ésta o a su aliada la República Oriental en una guerra en que por este medio se ventilasen cuestiones de vida o muerte vitales a su existencia y soberanía…¿como cree, pues el Brasil, como lo ha imaginado por un momento, que permanecería frío e impasible espectador de esa contienda en que se juega nada menos que la suerte de nuestra nacionalidad o de sus más sagradas prerrogativas sin traicionar a mi patria, sin romper los indisolubles vínculos que a ella me unen, sin borrar con esa ignominiosa mancha todos mis antecedentes?…Debe el Brasil estar cierto que el general Urquiza con 14 o 16 entrerrianos y correntinos que tiene a sus órdenes sabrá, en el caso que ha indicado, lidiar en los campos de batalla por los derechos de la patria y sacrificar, si necesario fuera, su persona, sus intereses y cuanto posee”
...y no contento con la sola respuesta, en el mismo periódico “El Federal Entre-Riano” hace publicar el editorial: ”Sepa el mundo todo, que cuando un poder extraño nos provoque, ésa será la circunstancia indefectible en que se verá al inmortal general Urquiza al lado de su honorable compañero el gran Rosas, ser el primero que con su noble espada vengue a la América”
Como sabemos, Urquiza no fue inmortal, y respecto a “su noble espada”, se la mandó de regalo al Emperador después de Caseros, recibiendo a cambio 400.000 patacones y la “Orden del Cristo”.
Siendo Urquiza masón, la condecoración con la “Orden de Cristo” parece una ironía, entregada por otro masón como Pedro II. Basta leer la reseña biográfica de Urquiza en el libro “La masonería argentina a través de sus hombres”, del masón Alcibíades Lappas, para ver la exacta coincidencia entre las fechas de la carrera masónica de Urquiza y sus ascensos en las logias, con los hechos políticos y de armas llevados a cabo por él, como sus disidencias políticas con Rosas, Caseros, Cepeda y la entrega de la batalla de Pavón.
Al fin habia llegado la "civilizacion"; la yunta Mitre-Sarmiento se ocuparían luego de "pacificar el interior". Los mismos personajes concurrirían a "civilizar" Paraguay durante y despues de la Guerra de la Triple Alianza.
La traición
El Imperio estaba irremediablemente perdido ante las armas de la Confederación, pero los imperiales siguen maniobrando para obtener una salida. Con la guerra declarada, y a punto de cruzarse las armas, Urquiza, general en jefe de Ejército de Vanguardia de la Confederación, equipado y sostenido por Rosas, en una actitud insólita salta el cerco y se pasa al otro bando.
Fue tan alevosa al traición, que ni los brasileros lo podían creer, y Pontes (diplomático brasilero), informado de las negociaciones con Urquiza, se preguntaba: “¿Pero obrará Urquiza de buena fe”?…no será una comedia entre él y Rosas? …!!! El general de los ejércitos de la Confederación…!!!
“El fuego se ha encendido en la casa de nuestro vecino, –le informa Paulino a Soarez de Souza- cuando él pensaba ponerlo en la nuestra. Está tan embarazado como no podemos imaginarlo. Por otra parte, nosotros no podemos dar marcha atrás ya”, y agrega: “Si el Brasil dejase a Rosas fortalecerse con la absorción de Uruguay, del Paraguay y de la provincia boliviana de Tarija, entonces sí que su posición sería difícil. Mas impidiendo al Dictador fortalecerse con esos territorios y atacándolo ahora, el Brasil obra precavidamente. Con todos esos motivos, empero, el Brasil no iba a declarar la guerra a Rosas... Pero cuenta para esta empresa con los gobernadores de Entre Ríos, Corrientes, y con el general uruguayo Garzón"
Justo José de Urquiza.
Estupenda ignorancia y ciega ambición
Algunos conceptos sobre la actuación brasileña, la participación de ciertos personajes aventureros y traidores , el pronunciamiento y la propia personalidad de Urquiza podemos verla reflejada en boca del representante inglés en un informe diplomático con motivo de los hechos, de cuyo textos extraemos algunos párrafos:
1851. mayo 26. Buenos Aires.
Desp.N° 38. H.Southern a Palmerston sobre el pronunciamiento de Urquiza y sus probables efectos en la Plata.
Buenos Aires 26 de mayo de 1851
Vizconde Palmerston G.C.B.
Mi Señor.
La ruptura entre este Gobierno y el Gobernador de Entre Ríos Gral. Uquiza que se temía desde hace tiempo, se ha producido finalmente con violencia. Entre Ríos se ha separado de la autoridad del Gobernador de Buenos Aires Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, por Acta Oficial de su Jefe Gral. Urquiza. Tengo el honor de incluirle a S.E. copia de la carta del Gral.Urquiza al Gral. Rosas…
(…)
Ciertas cosas en la mente de Urquiza, su vanidad desordenada, su estupenda ignorancia, su ciega ambición, lo han arrojado últimamente en las manos de algunos aventureros revolucionarios, que lo han convencido que el está destinado a ser el reorganizador de la Confederación y el Regenerador de Sud América.
El principal consejero del curso salvaje y desesperado que Urquiza ha adoptado es un tal Seguí, un pobre estudiante de leyes que ya había probado su suerte aquí, y quien, después de haberse ofrecido al Gral. Rosas en un gesto de la más baja adulación y habiendo sido ignorado o rechazado, se ha esforzado por allegarse a la confianza del Gral. Urquiza y ha encontrado los medios de persuadir al tirano más sanguinario que jamás vivió, para hacer vibrar a todos estos países con los gritos de libertad y reorganización por medio de un Congreso General.
El Gral. Rosas no ha tomado nota de estos procederes como no sea la publicación de los Documentos incluidos en “La Gaceta"”, así como también de varias invitaciones escritas por el Gral. Urquiza y Seguí a individuos con autoridad o influencia para que se unan a su causa, cartas que han sido inmediatamente enviadas al Gral. Rosas.
El nombre de Urquiza ha sido del mismo modo agregado a la lista de traidores, que son nombrados en todo acto público por los Comandantes de los diferentes Cuerpos de las fuerzas cívicas y militares al frente de las tropas, pero con esta distinción: Urquiza es declarado no solo traidor, sino loco, apelativo que tengo todas las razones para pensar que no dista mucho de ser correcto.
Por su parte, Urquiza ha mantenido en Gualeguaychú, un puerto sobre el Uruguay, lo que él llama una Serenata, pero que parece haber sido una reunión tumultuosa a media luz en la que él y sus oficiales hicieron violentas denuncias sobre el Gral. Rosas.
Esta disputa amenaza tener los más serios resultados para los intereses comerciales del Río de la Plata, y debe haber sido siempre considerado como una de las más grandes calamidades que podían afectar a la Confederación. Sin embargo, esto ocurre en un momento en el que estos fatales resultados se verán probablemente agravados por las actuaciones de Brasil y por las dudas y aprensiones surgidas con respecto a los problemas de estos países con motivo de la demora en la ratificación del Tratado firmado en representación de Francia por el Almirante Le Prédour.
Mucha gente atribuye la conducta del Gobernador de Entre Ríos al pedido de agentes de Brasil, y a la posibilidad que se ofrece dada la actual ruptura entre la Confederación y el Gobierno Imperial. Yo no soy de esa opinión: Yo creo que los impetuosos procederes de Urquiza nacen de la violencia de su carácter y la corrupción de su mente, ayudadas por las circunstancias de verse rodeado por un número de enemigos del Gral. Rosas, refugiados y aventureros quienes, teniéndolo todo para ganar, se han valido del estado mental de Urquiza para influenciarlo y llevarlo a una actitud de salvaje resistencia.
Con todo, los brasileños sin duda van a aprovecharse de esta ruptura interna; y no tengo ninguna duda que harán todo lo posible, ayudados por los de Montevideo, para avivar la llama de la guerra civil si es que no se unen a ella. Los montevideanos tienen gran interés en alentar la separación de las Provincias del otro lado del Río de la Plata de las de esta orilla, ya que éste se tornaría necesariamente en el puerto de salida de tales nuevos estados; y aún ahora (como) en adelante, dado que la comunicación entre este puerto y Entre Ríos está cortada, las provincias de Entre Ríos y Corrientes serán provistas de mercadería extranjera por intermedio de Montevideo.
Esto puede durar algún tiempo, y los acontecimientos posiblemente puedan separar las dos grandes ramas de la Confederación de su tronco; pero yo tengo tanta confianza en la habilidad práctica y en los inmensos recursos del Gral. Rosas, que estoy convencido que esto no ocurrirá mientras él viva, y aún soy de opinión que si se viera liberado del inconveniente y dificultad que surgen de la no ratificación del Tratado francés, esta guerra civil que está por comenzar sería de muy corta duración.
Tengo el honor de ser su más fiel servidor.
H.Southern
Los patacones
No se pueden simplificar los hechos de Caseros como un simple “pronunciamiento” de un supuesto visionario que pretendía organizar el país. La Confederación estaba organizada con el Pacto Federal de 1831, como lo estuvo Norteamérica. El derrocamiento de Rosas permitiría, como la había previsto el Imperio, su influencia y dominación del la cuenca del Plata, la libre navegación de los ríos, el sometimiento de la Banda Oriental, y el camino despejado para apoderarse del Paraguay. Derrotado el partido federal, los mismos países del Plata le harían de auxiliares en esa guerra de la Triple Alianza.
El imperio no solo había repartido intrigas y documentos diplomáticos. También repartió dinero a manos llenos.
“Yo he permanecido dos meses en la corte de Brasil, -dice Sarmiento- en el comercio casi íntimo de los hombres de estado de aquella nación, y conozco todos los detalles, general, y los pactos y transacciones por los cuales entró S. E. en la liga contra Rosas. Todo esto, no conocido hoy del público, es ya del dominio de la Historia y está archivado en los ministerios de Relaciones Exteriores del Brasil y del Uruguay.” (...)
“Se me caía la cara de vergüenza al oírle a aquel Enviado (Honorio Hermeto Carneiro Leão, o Indobregavel) referir la irritante escena, y los comentarios: "¡Sí, los millones con que hemos tenido que comprarlo para derrocar a Rosas! Todavía después de entrar a Buenos Aires quería que le diese los cien mil duros mensuales, mientras oscurecía el brillo de nuestras armas en Monte Caseros para atribuirse él solo los honores de la victoria." (Domingo Faustino Sarmiento, Carta de Yungay, 13.10.1852)
No solo Urquiza recibió su pago. También lo recibieron otros, entre ellos:
Manuel Escalada, 100.000 $
Wenseslao Paunero, 12.000 $
Gregorio Lamadrid, 50.000 $
Jose María Pirán, 40.000 $
Benjamín Virasoro 225.000 $
Eustaquio Frías 40.000 $
Miguel Galán, 70.000 $
Cesar Díaz, 565.000 $
Bartolomé Mitre. 6.000 $
La retribución a Mitre, comparada con lo recibido por los otros, no parece muy generosa que digamos. Sin embargo parece suficiente por la simple acción que le cupo de presenciar la batalla de Caseros escondido en un bosquecillo de espinillos:
“Vive en Entre Ríos un anciano coronel Espíndola, a quien en otro tiempo le oí decir que en Caseros encontró al comandante Mitre, con su batería, detrás de un monte y que habiéndole preguntado por lo que allí hacia, Mitre le contestó: Estoy economizando sangre” (Alfredo F. de Urquiza. “Campañas de Urquiza. Rectificaciones y ratificaciones históricas. Buenos Aires. 1924, y Atilio García Mellid. Proceso al liberalismo argentino, p.301)
Copyright © La Gazeta Federal
Fuentes:
- Saldías Adolfo. Historia de la Confederación Argentina.
- Atilio García Mellid. Proceso al liberalismo argentino.
- Rosa, José María. La caída de Rosas
- Pedro Santos Martinez. La incógnita de Caseros.
- Castagnino L. J.M.de Rosas. La ley y el orden
- Castagnino L. J.M. de Rosas. Sombra y Verdades
- Castagnino L. Guerra del Paraguay. La Triple Alianza
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar
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Fuente: www.lagazeta.com.ar
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