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DERRAPE EN CALLE DE TIERRA
Cuando éramos chicos ibamos desde el campo al colegio "turno tarde", en el Ford 40.
Entre primos, hermanos y algún vecino, éramos siempre uno ocho o nueve, con pocos años de diferencia. A la salida del cole, a eso de las cinco de la tarde, íbamos a “tomar el cafe con lecue” a la pensión de “manina”, frente a lo del Toto Ferrero, donde luego esperábamos hasta que nos pasaran buscar para volver al campo.
Una tarde que estábamos todos sentados en el tapialito de la vereda, el "Tiqui-taca" Cestac andaba haciendo alarde delante nuestro, dando pasaditas en una bicicleta. Era en una bicicleta “pelada”: solo el cuadro y las ruedas, sin guardabarros, sin frenos ...y de manubrio alto.
Como el padre del Tiqui era mecánico y “corredor de carreras”, campeón de “cafeteras y catangas en pista de tierra”, el Tiqui tenía la bici “preparada”. La había dejado livianita..."de carrera". Hasta los frenos le había sacado para hacerla mas liviana.
El Tiqui tenía unos años más que nosotros, y emulando al padre se sentía todo un campeón de la velocidad y los derrapes en las pistas de tierra; se sentía “todo un corredor” de autos...pero en bici
Con calle de tierra, pasaba el Tiqui delante nuestro, pegaba la vuelta sobre la pata en la esquina del boliche de Méndez, y la sacaba haciendo willy hacia donde estabamos nosotros, "el publico". Volvía que quemaba por el centro de la calle, apiladito para cortar mejor el viento y cuando estaba enfrente nuestro, con la bici sin freno, le metía la pata entre el cuadro y la rueda delantera para frenarla en seco, y la hacia derrapar de costado en la calle de tierra. La hacía arar a "la pelada", y nos echaba una mirada como diciendo...¿vieron?
Lo ensayó varias veces, hasta que mi primo Cato le pidió que lo llevara a dar una vuelta.
Tiqui-taca accedió de inmediato al pedido. ¡¡¡Imaginate¡¡¡ ...¡como se iba a perder la oportunidad de hacer una derrapada frente al público, con copiloto y todo! Para colmo se habían juntado algunos pibes más que vieron lo preparativos, y el público era bastante numeroso.
Lo acomodó a mi primo sentado sobre el manubrio y partieron hacia la esquina.
- “¡Hacete una derrapada!” – alcancé a gritarle.
Pasaron media cuadra más allá de la esquina como para venir tomando carrera desde lejos. Pegaron la vuelta a mitad de la otra cuadra y encararon para donde estábamos todos.
Aunque por la carga adicional no la pudo sacar haciendo wily, ya en la esquina del boliche de Méndez venía bastante fuerte, y en la última cuadra tomó velocidad como para hacernos una buena demostración ante el público.
Venían de pelo lacio cortando viento y calculando tiempo, velocidad y distancia para hacernos la demostración. Había calculado todo el Tiqui...pero lo que no había calculado era que con mi primo en el manubrio, a la bicicleta se le había cambiado “el centro de gravedad”.
Cuando estuvo casi frente a nosotros, el Tiqui le metió la pata en la rueda delantera, pero con el peso adiconal en el manubrio, en vez de derrapar de costado, la bicicleta se le bolió enterita para adelante, con piloto y acompañante juntos.
Mi primo cayó primero; pegó una vuelta entera en el aire y quedó en la tierra panza arriba.
Como era calle de tierra arenosa no se golpeó mucho, pero atrás venia el Tiqui-taca en el aire...y le cayó encima, sobre la panza.
Como mi primo recién había tomado el café con leche, cuando el Tiqui lo aplastó contra el piso de tierra, le hizo escapar un pedo que levantó tanta polvareda que salimos todos tosiendo...y muertos de risa.
A la noche, en casa, mi madre no entendía porque teníamos las orejas tan llenas de tierra.
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Fuente: www.lagazeta.com.ar
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