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EL "PERRO SATELITAL"

(Por LC / Relatos verídicos recopilados por el autor)


El dueño de “La Resbaloza”, a legua y media del pueblo, vive en Buenos Aires y viene al pago de tanto en tanto. Nosotros sabemos llamarlo “el porteño”.

Según dice “el porteño” es ingeniero en no se que cosa, pero la cuestión que suele andar con unos “aparatitos” que los llama GPS o navegadores satelitales, que según dice, leen los satélites y te dan las medidas del campo, te indican por donde andas, y hasta te marcan el rastro. Parece un celular.

Una vuelta me encuentra el "porteño" en la boliche "La Gazeta", y me pide que lo lleve a algún campo a tirar unos tiros, que quería probar una del 12 grande. Quedamos para día siguiente y me pasó a buscar con la camioneta.

Llegamos a Quehué como a medio día, y lo fuimos a ver al Peteco Peralta, hombre de mi conocimiento y que tenía fama de “cazador furtivo”. Le explicamos nuestras intenciones pero el hombre desconfiaba. Se ve que no quería que le descubran su “coto de caza”.

-Pero escuchame hermano – le dije - si el hombre es porteño y no vuelve más. Solo por tirar unos tiros.

Seguía desconfiando pero al final aflojó. Ya era casi de noche oscura. Le echó un bidón de nafta a la chata y sin mucha explicación nos dice:

-Pueden ir atrás.

Pensamos que iría algún acompañante, así que echamos un bolso y el perro en la caja, y nos acomodamos de espaldas a la cabina, porque la noche venía fría. Yo llevaba un perro raza “lanudo”. Tomó la ruta el gaucho y pasando “El Carancho” agarró por una picada. El “porteño” prendió el GPS y me dice:

-A ver si el gaucho éste se pierde y no podemos volver.

Entró a dar vueltas el Peteco que ni sabíamos por donde andábamos, pasando por la misma huella, dando vuelta para un lado y para el otro. El porteño lo venía campaneando por el GPS y me dice:

-Para mi que el gaucho éste anda re pedido.
-No..¡que perdido! ...nos quiere perder a nosotros...desorientarnos para que no le descubramos el nido.

Paramos como a media noche. Peteco nos mostró el lugar, el "porteño" preparó la escopeta, calentamos un poco el pico y nos acobachamos a ver si aparecía ciervo o jabalí....ni vizcacha se veía !... Estuvimos como hasta las cuatro de la mañana, con una helada macaca...y ni un tiro pudo probar el porteño.

Pegamos la vuelta y cuando íbamos llegando a Quehué, le dice el porteño:




-Mañana probamos de nuevo.
-No... que mañana ni mañana. El dueño del campo no quiere que vaya muy seguido y no me va a dar “el permiso”.
-Pero si yo el lunes me voy a Buenos Aires y no vengo más – le dice el porteño - capaz que mañana tenemos suerte.
-Si...pero no se va a poder.
-No me va a dejar volver sin sacarme las ganas – le insistió el porteño.
-Bueno – accedió de mala gana – pero mañana es la última vez.

Al otro día ya casi oscuro, el porteño puso el GPS en el torpedo de la camioneta, medio disimulado con una boina, cargamos “el lanudo” en la caja y pasamos a búscalo al Peteco por la casa.

-Vamos en esta –le dijo el porteño – así no gasta nafta en la suya.
-Si...¿ pero a donde vamos a ir?... si usté no conoce el camino.
-No se preocupe, que de alguna forma vamos a llegar.

Agarró el porteño la ruta y tomó la picada del día anterior sin que nadie le indicara nada. Claro...¡ si venía campaneando el rastro en el GPS !...y el paisano entró a desconfiar.

Andaba el porteño como si conociera el campo desde siempre. Hasta cortó camino en vez de dar tantas vueltas como la noche anterior. El paisano venía pálido. Cuando quiso acordar ya estábamos en el lugar.

-Vos lo has traído ayer, HT, si nó, no puede orientarse tanto.
-No hermano...como lo voy a traer si estuvimos toda la tarde en el boliche.

-Entonces explicame como hizo, si nó, no te creo.
-Sabes que pasa – le dije – que el “lanudo” éste siempre sale conmigo y es muy orientado. Como vinimos ayer, ahora le venía haciendo señas con la cabeza para que lado tenía que doblar.

El paisano quedó como “en contacto”. Apoyado en una pierna, con un pié mas adelantado, el cuerpo inclinado hacia adelante, una mano en la cintura y mirando al lanudo:

-¡ Pero mira el hij´una gran siete ! ...¡ la inteligencia del animal ..!

Después le confié al porteño que le había dicho así, porque si le digo que llegamos guiados por ese “aparatito”, capaz que nos pelea creyendo que lo estábamos tomando para la chacota. A toda costa el Peteco quería comprarle el perro, pero el porteño no quería saber nada:

-Le llego a vender el perro, y el gaucho este me va a buscar a Buenos Aires – me confió después el porteño. Al final se lo tuvimos que regalar.

Como a los seis meses me lo encuentro al Peteco en una feria y me comentó que todavía no había podido “hacerlo funcionar”, al lanudo.




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Fuente: www.lagazeta.com.ar

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