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EL PARACAIDAS DE CATRILÓ
El "Cono" era un inventor nato; dueño de una frondosa imaginación, sus inventos fueron famosos en Catriló y la zona.
Un sábado nos habíamos juntado unos cuantos en el patio de Pía. Éramos una barra: el Beto Biscaro, Peca Scarpetta, Chimango, Caramelo y el Gorila Otrico entre otros. El Cono se había armado una herrería en el fondo del patio; hasta fragua le había puesto, y estaba fabricando un karting con rulemanes.
Al rato apareció el loco Branda con un muñeco y una especie de gomera, que lo impulsaba como a diez metros para arriba, desplegaba un paracaídas y caía flotando en el aire. Fue la sensación y el comentario de todos. El Cono le echó una mirada, lo probó dos o tres veces y comentó: “está bueno”.
Cono siguió enfrascado con la herrería, pero al rato pasó el avión Seesna del gordo Balbuena tirando papelitos de propaganda del "Remate Feria" de Quénuma y entonces Cono se incorporó mirando el avión:
- Me voy a hacer un paracaídas – dijo.
- Comprate uno - le dijo el loco Branda.
- No. Me voy a hacer uno de verdad.
Al principio nos miramos y hubo algunos comentarios, aunque no nos extrañó demasiado.
- No creo que el gordo Balbuena te preste el avión – dijo el gorila
- No importa – le aclaró Cono - mirá la altura que tiene el molino.
Nos embalamos enseguida; Cono le escamoteó unas sábanas de dos plazas a Pía, el Beto Biscaro trajo de la tienda una tijera de sastre, y el Afredo consiguió piola y algunos elementos más en “Casa Branda”. Al rato estábamos manos a la obra.
Al rato Pía echó en falta las sábanas y protestó fuerte, pero ya estaban cortadas; doña Feliza, que estaba hilando lana en el corredor, intuyó algo raro y se tomo tres genioles al hilo. Para las diez de la noche, el paracaídas ya estaba casi listo.
- Mañana domingo lo probamos – dijo Cono – cuando mi vieja se vaya a misa.
- Si, mejor que tu vieja vaya a rezar a misa - dijo el gorila – por si pasa algo.
La noticia se filtró, porque al otro día aparecieron algunos espectadores más. Eramos como nueve o diez.
- No armen barullo – dijo Cono – si la abuela Feliza se aviva va a armar escándalo y si se entera mi viejo me faja - y comenzó a trepar al molino con el paracaidas a la espalda.
- Apartémonos un poco – aconsejó Beto - a ver si éste mata a alguien.
El molino era bien alto, pero algún cálculo aerodinámico debe haber fallado, porque tuvieron que venir varios vecinos con una escalera larga para desengancharlo a Cono de arriba del pino. Menos mal que lo atajó el follaje, porque si nó, le abolla todo el galponcito a los Mencaccini.
(Anecdotario de Leonardo Castagnino)
Fuente:
- Castagnino Leonardo HISTORIAS DE LA PAMPA Anectorario
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Fuente: www.lagazeta.com.ar
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